22. Roommates?

12.6K 1.3K 249
                                    

LALISA MANOBAL.

¿Un Roommate?

¿De dónde Irene sacó esa maravillosa idea?

No soportaría compartir espacio con nadie y todo para que... para que me sirva de doctor, era ilógico.

Me senté en la silla como por sexta... quinta... séptima... no tengo ni puta idea, la cuestión es que me senté y la persona no llegaba, eché un vistazo al reloj que tenía colgando en mi pared. Inflé mis mejillas con desesperación.

¿Por qué tardaba tanto?

Me volví a poner de pie segura de que pronto llegaría y yo solo tendría que abrirle la puerta, asignarle una habitación y olvidarme por completo de que existía esa persona, porque Irene no sabe lo que hace.

Ella sabe que no tolero que gente invada mi espacio, en este momento yo debería estar eligiendo el próximo perro para Jennie, no aquí parada esperando que sé yo.

—¿Qué es lo peor que puede pasar?, ¿será un chico o una chica?, por favor, que no sea de los sucios que dejan los trapos tirados en cualquier lado.

Suspiré y pensé que no llegaría cuando el timbre sonó sacándome de mi ensoñación, despabilé y con rapidez me dirigí a la puerta de mi departamento, tomé una bocana de aire lista para cualquier cosa que apareciera por aquella puerta. Solo sería esta vez, y ¿por unos meses?, sí, eso me confirmó Irene, cuando yo me sintiera mejor, podría dejarla ir.

No sonreí porque odiaba hacerlo, pero sin duda hice el intento de no mirarme tan amargada, sin más espera, abrí la puerta y miré a la persona que sería mi Roommate. Mi quijada cayó al suelo y mi corazón empezó a latir con rapidez.

—¿Je-Jennie? —abrí y cerré la boca. No tenía nada más que decir.

Estaba incrédula ante la situación. Una hermosa castaña con una mirada firme, una maleta y pues... ella. Ladeé la cabeza buscando alguna que otra explicación, pero tenía el leve presentimiento de que no pasaría. Mi cabeza ahora mismo estaba peor que a barra de YouTube cuando no había internet.

—¿Me dejas pasar? —preguntó.

Yo algo lenta me hice a un lado y esta tomó su maleta y avanzó hasta dentro de la casa. Parpadeé, y cerré la puerta detrás de mí, Jennie barrió los alrededores de la casa con su mirada, no hizo ni el disimulo, agradecí ser una obsesa de la limpieza y siempre tener todo limpio.

Mi departamento era frío, no mantenía colores alegres, blanco y gris, como máximo una planta la cual tenía algo de color. Y ni siquiera cuidaba, creo que está muerta.

Fruncí los labios y esperé a que dijera algo, se dio la vuelta y chocó nuestras miradas, sin mentir, me derretí en ese acto. Sus pestañas se notaban más largas, tenía una ropa casual y estaba relajada. No parecía venir a reclamarme nada, y seguía pensando que esa maleta que cargaba a su lado era una ilusión de mi sub-consciente.

Pero no quería que lo fuera.

A pesar de todo, no podía sentirme más tranquila que sería Jennie y no cualquier desconocida, pero ¿Irene la eligió por qué considera que siento algo por ella?

Y el silencio se hizo más grande, teniendo en cuenta que estaba casi en el último piso, y no se escuchaba nada, pero no por eso era incómodo. Si no que todo lo contrario. Moví mis manos de atrás hacia adelante y al saber que ella no hablaría a menos de que yo lo hiciera, me adelanté.

—Yo...

—Sí, sé —me detuvo—. Sé que no era a quien esperabas y es que no sé qué me llevo a aceptar esta locura de Irene —ironizó—. Espero que por lo menos nos llevemos bien, ya que vamos a compartir casa.

Amor De Cine. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora