34. I Miss You.

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JENNIE KIM.

Lisa.

Hospital.

Sirenas de ambulancia.

Peligro.

Miedo.

Lágrimas.

Todo eso y más.

Calor.

Frío.

Necesidad.

Pánico.

Desesperada, apartando a todas las personas que se pasaban por mi lado para que no se interpusieran en mi camino, con la voz de los demás gritándome que me detuviera, cuando en lo único que podía pensar era en Lisa.

A lo lejos vi como llevaban a alguien en una camilla con doctores y enfermeras rodeándola, pidiendo de urgencia.

—¡Lisa! —grité con las lágrimas bajando por mi rostro—. ¡Lisa, por favor! —la voz se me quebró a último momento.

Jisoo me tomó en brazos al igual que Rosé para que no fuera a más.

—Jennie... deja que hagan su trabajo —me pidió Jisoo—. Ella estará bien.

¿Y quién me asegura eso a mí?

¿Quién me asegura que no la perderé ahí?

Negué con la cabeza. Y con la poca fuerza que tenían mis brazos me solté y corrí hasta llegar a ella, y no la reconocí, estaba llena de sangre, su ropa era roja. Su rostro lleno de moretones con los labios partidos. Me quedé estupefacta.

—Amor... ¡Lisa! —grité para que me escuchara, pero no despertaba.

—Señorita, tiene que quedarse fuera —dijo una enfermera.

—Ella es... es... mi novia —dije entre sollozos.

—Jenduekie —Jisoo me jaló—. Por favor, deja que hagan su trabajo.

—Está muy grave, Chu. Está... —no pude terminar de hablar.

Y por alguna razón, cuando la entraron a una habitación, una mitad se fue con ella, perdí parte de mis pensamientos, perdí el hilo de todo. Me sentía culpable por alguna estúpida razón, como si decirle eso hubiese sido un error.

Mis piernas temblaban y mi respiración estaba temblorosa. Lisa, la mujer que yo amaba, estaba ahí dentro y todo por las mentiras, todo por la hipocresía. Bambam llegó con rapidez.

—¿Dónde está? —inquirió.

—Es... —mi labio inferior empezó a temblar.

Bambam me tomó en sus brazos y abrazó con fuerza. A él le dolía, a pesar de no tener una relación tan buena con Lisa, era su hermana. Y la quería.

—¿Y mi hija? —me separé de Bambam. Era la madre de Lisa—. ¿Dónde está mi hija?

—Mamá —Bambam trató para calmarla—. La están atendiendo.

Estaba roja y con el rostro cubierto de lágrimas. Su dolor era mayor al de todos aquí.

—¿Dónde está mi hija, Bambam? —sollozó—. ¿Dónde está?

—Mamá... no puedo decirte mucho...

Miré hacia atrás y ahí se encontraba Ángel.

—¡Es un maldito! —grité—. Es su culpa, todo esto que está pasando es su culpa. Usted no se puede llamar padre, no puede...

Amor De Cine. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora