29. Sour Candy.

13.9K 1K 426
                                    

Cuando las almas quieren encontrarse no importa cuantos amarres les hagas para que se queden en otro lugar, dicen que no existen cadena que amarre a un loco enamorado; por más loco que esté, sigue enamorado y eso tiene más poder que cualquier otra cosa. Ser todo aquello que yo necesitaba pero también ser todo aquello que tú querías, es la cuestión perfecta para poner de excusa, justo como lo quiero yo, así tengo la dirección correcta para amarte todos los días sin que me digan loco, más sí enamorado.

LALISA MANOBAL.

Si me hubieran dicho que la mismísima Sana estaría hoy en mi empresa, mi casa hubiese sido un buen refugio para volver a salir jamás.

Como si hubiese probado un dulce agrio, ácido o dañado, pasé saliva. Era molestoso e incómodo. Mi cabeza daba vueltas y fue como si me devolvieran al pasado, doloroso y triste.

Una mierda. En corto resumen.

Y ver a la misma mujer que de alguna u otra forma me rompió y se fue sin más, dejando en mí, o más bien, provocando en mí un gran vacío, el cual solo era llenado con más vacío. O sea, soledad. 

Estaba ahí parada con una sonrisa de inocencia, como si no hubiese cometido conmigo uno de los peores errores.

La misma mujer que una vez me rebajo, que me hizo sentir que no llegaría a nada; la misma que me gritaba que no era suficiente, que yo no era suficiente. Esa misma que me convirtió en su rival.

Se fue sin darme explicaciones y cuando me las dio no podían ser más básicas. Apreté la mano de Jennie, era la única chica que podía calmarme, pero en estos momentos solo deseaba salir corriendo y olvidarme de absolutamente todo.

Hundirme en mi almohada y fingir que no la vi, que todo era un buen reflejo de mi mente. Que todo era mi sub-consciente jugándome una muy mala pasada.

Pero joder era tan real, no dolía, pero sentía una incomodidad en mi pecho, la cual no era curada con nada. Me frustraba el cómo estaba tan cínica y descaradamente de frente a mí. Como si no hubiese hecho nada de lo que se tuviera que arrepentir.

Y en eso Sana siempre fue una víbora profesional, en fingir inocencia cuando solo en su cuerpo convivía la maldad. Verla era ver al mismísimo demonio o quizás un poco peor.

Mi semblante cambió por completo aun cuando yo no quise. La mano de Jennie me sostuvo con fuerza; como si tuviera miedo a que yo me desmayara, pero sinceramente de lo único que tenía ganas era de matar a Sana.

Desaparecerla para no sentir que tengo que verla otra vez, era odiosa la idea de saber que ella sí pudo continuar normal con su vida mientras me frustró la mía, jodiéndola y jodiéndome a mí.

Porque aunque lo niegue, algo dentro de mí se rompió con aquella traición. Aunque no la haya amado como afirmaba en tiempo pasado, esta dejó huella de dolor. La cual no significaba nada.

—Hola, Lis —sonrió. No podía lucir más falsa.

—No me llames así —seguí con la mano de Jennie entre las mías—. ¿Qué haces en mi empresa?

—¿Tu empresa? —miró alrededor—. Vaya, nunca lo imaginé.

—Pues sí, aquí estoy —carraspeé—. Si no te importa, lárgate.

—Que fría actúas conmigo —dijo en un tono de víctima.

Me mofé, —¿Y cómo debería actuar contigo?, eres el ser humano más despreciable de este mundo.

—No decías lo mismo antes —Sana no soportó más y miró a Jennie, desvió la mirada hacia abajo donde nuestras manos estaban unidas, asimismo, su ceño se frunció. No le había gustado aquello, pero a mí no me podía importar menos—. ¿Tu novia?

Amor De Cine. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora