Cinco son multitud

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CAMILA

-¡Mierda, mierda, mierda! .- Exclamé cuando el agua de la ducha pasó de estar agradablemente caliente a extremadamente fría.

Me di la vuelta de inmediato procurando no resbalar y cerré la llave del grifo. Con ligeros temblores a causa del frío aparte la húmeda y empañada mampara de cristal para tomar mi toalla. Salí del baño hecha una furia dejando un rastro de gotas de agua a mi paso y me detuve en la sala en donde Dinah estaba tendida en el sofá leyendo una revista de moda. Sus ojos me alcanzaron por sobre la revista y se me quedó viendo con una ceja arqueada.

-¿Y ahora qué? .- Preguntó.

-No tenemos agua caliente.

-¿Qué quieres que haga? No soy gásfiter, Mila.- Rodó los ojos.

-¡Esté lugar se está cayendo a pedazos!

-Te recuerdo que has sido tú la de la idea de independizarnos.- Dijo volviendo a su lectura.

-No me refería a esto.- Me quejé- Voy a matar a Micky.- Gruñí entre dientes regresando por el pequeño corredor hasta mi habitación.

Di un portazo que remeció todo el lugar y me arrepentí de inmediato temiendo que la puerta fuese a desplomarse. Sequé mi cuerpo con rapidez y busqué algo que ponerme para entrar en calor. No mentía cuando dije que planeaba matar a mi hermano. Fue él quien nos sugirió mudarnos a esta pocilga de apartamento ubicado justo frente al suyo. El edificio se veía decente y el apartamento impecable cuando lo visitamos. Parecía una buena idea. Pero luego de una semana viviendo aquí el lugar parecía estar por venirse abajo. De seguro fue otro de sus trucos de hermano sobreprotector para poder vigilarme.

-¿A dónde vas?

Ignoré la pregunta de mi mejor amiga y me dirigí a la entrada para salir y comenzar a aporrear con mis puños la puerta del apartamento de enfrente. Estaba golpeando tan fuerte como podía que el número 19 pegado a la superficie de madera amenazó con caerse. La puerta se abrió de golpe y frente a mí apareció la figura de Lauren viéndome irritada.

-Con unos cuantos golpes suaves basta ¿Sabías? .- Dijo cruzándose de brazos.

-¿Dónde está Miguel? .- Exigí saber apartando el pelo húmedo de mi cara.

-En la estación.- Respondió con simpleza- ¿Puedo ayudarte en algo?

-¿Lo sabías?

Su entrecejo se frunció con confusión frente a la pregunta y mi tono acusatorio.

-¿Qué cosa?

-¡Que el apartamento estaba hecho un agujero! .- Alcé la voz con molestia.

-Por mucho que me guste que me griten y por mucho que disfrute la culpa.- Dijo con sarcasmo llevando un dedo a su oído- No sé de qué estás hablando.- Se encogió de hombros- Ahora, si me disculpas.

Intentó cerrar la puerta, pero se lo impedí poniendo mi pie. Empujé hacia atrás abriendo otra vez y le di una mirada dura. Claro que ella lo sabía, ella y mi hermano eran mejores amigos desde que tengo memoria. Se lo contaban todo y más. Es imposible que no estuviera al tanto del absurdo plan de Miguel. Sus intensos ojos verdes me sostuvieron la mirada durante unos segundos hasta que se rindió.

-Le dije que no era una buena idea.- Soltó.

-¡Lo sabía! .- Exclamé con indignación sin poder creerlo- Voy a matarlos, a los dos.- Le advertí señalándole con un dedo acusador.

-Oye no me metas en esto.- Alzó las manos a los costados de su torso- Les ofrecimos ayudar con los arreglos y también quedarse aquí mientras lo reparaban y ustedes se negaron.

ANYONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora