Epílogo: El paquete completo.

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LAUREN

Me estiré en la cama con pereza y mi rostro se contrajo en una mueca cuando un potente rayo de luz llegó directo a mis ojos. Gruñí por lo bajo y cubrí mi cara con las sábanas escondiéndome del sol. Abrí los ojos lentamente y parpadeé un par de veces tratando de acostumbrarme a la luz de la mañana. Sonreí al ver a Camila durmiendo pacíficamente junto a mí y estire mi mano para dejar una caricia en su mejilla. La castaña se removió un poco, pero no despertó. Escuché pasos en el corredor y cerré los ojos de golpe fingiendo seguir dormida. La puerta de la habitación se abrió despacio y los pasos se oyeron más cerca. Sentí como su pequeño cuerpo trepó sobre la cama y reprimí una sonrisa.

-¿Mami?

Su pequeña manito se posó en mi mejilla con delicadeza como si tuviera miedo de despertarme y el corazón me dio un vuelco en el pecho al escuchar su voz.

-Mami.- Repitió esta vez sacudiendo mi hombro ligeramente.

-Mami sigue dormida.- Murmuré aún sin abrir mis ojos.

-No es cierto.- Me acusó con voz juguetona.

Sabía que estaba sonriendo aunque no estuviera viéndola directamente.

-Que sí.

-¡Que no! .- Exclamó dando un brinco sobre la cama.

Camila dejó escapar un reclamo frente al movimiento y cubrió su cabeza con su almohada, seguramente buscando dormir un poco más. Abrí mis ojos de golpe y le di a Abbie una mirada cómplice. La niña de alborotada melena castaña dejó escapar una risita y se abalanzó sobre mí escondiéndose de su madre. La castaña tendida junto a mí apartó la almohada de su cabeza y se giró para vernos con el ceño fruncido.

-Abbie.- Murmuró alargando la última sílaba.

-¿Abbie? Abbie no está aquí.- Jugué sintiendo la risa de mi hija contra la piel de mi cuello.

-¿Ah no?

Camila sonrió y no tardó en seguirme el juego.

-¿Y dónde podrá estar? .- Preguntó.

-Estoy segura de que sigue dormida en su habitación.

Abbie se removió entre mis brazos, pero continuó escondiéndose contra mi cuello. Camila giró sobre su cuerpo y sus manos atraparon a la niña de tres años para acercarla a ella. Abigail dejó escapar un grito para luego estallar en carcajadas debido a las cosquillas que le hacía su madre. La risa de Abbie se había convertido en una de mis sonidos favoritos desde que la había escuchado reír por primera vez.

-¡Mami! .- Exclamó estirando sus bracitos en mi dirección, buscando mi ayuda, pero Camila la retuvo contra su cuerpo sin dejarla escapar.

-Eres mía.- Dijo envolviéndola entre sus brazos- ¿Me das un besito de buenos días?

Abigail asintió y no tardó en dejar un sonoro beso en una de las mejillas de mi esposa quien sonrió complacida con el gesto. Fruncí el ceño fingiendo indignación.

-¿No hay un beso para mí?

Camila y nuestra hija compartieron una mirada.

-¿Qué dices Abbie? ¿Mamá se merece un beso de buenos días o no? .- La castaña le preguntó.

-¡Sí!

En cuestión de segundos, Abigail brincó otra vez en mi dirección aterrizando sobre mí y depositando un tierno beso en mi mejilla. Sonreí totalmente satisfecha y le devolví el gesto repartiendo besos por toda su cara.

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