120 AC
Desembarco del Rey
El Día del Nombre de Visenya
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"También los has visto, ¿verdad?" Saludó Rhaenyra a medida que abría la puerta.
Laenor asintió entrando a la habitación. "Mis padres los están recibiendo en este momento." Solo pudo echar un vistazo por la ventana mientras subía las escaleras de camino a su esposa e hija, cuando Laena y Daemon entraron a la Fortaleza Roja. Desde la distancia, Laenor podía decir que Laena se veía bien, cansada, pero bien. Todavía había un cansancio persistente en su rostro, pero fue sustituido por una aparente felicidad al estar en Westeros una vez más. Sin embargo, Daemon... Daemon parecía un hombre que esperaba su sentencia de muerte con cada paso que daba al interior del castillo. Su renuencia golpeaba sobre él como olas mientras avanzaba detrás de su esposa. Fue un comportamiento divertido de observar en un hombre que una vez se usó así mismo como un señuelo para el Alimenta Cangrejos.
Laenor había admirado a Daemon una vez, hasta cierto punto todavía lo hacía. ¿Qué caballero no lo haría? Podían cuestionar su honor y su moral todo lo que quisieran, pero cuando se trataba del campo de batalla, no había ningún guerrero que no quisiese parecerse a Daemon Targaryen. Valiente y atrevido casi hasta el punto de la locura, con una astucia y habilidad que lo hacían aún más peligroso. Incluso la suerte parecía estar siempre de su lado, ya que no tuvo más que unos pocos días de fiebre después de enfrentarse al ejército de Drahar por su cuenta y correr a través de un aluvión de flechas. Fue un milagro que no terminara pareciendo un alfiletero al final. No, en cambio terminó con una corona en la cabeza.
Sin embargo, esa admiración había disminuido cuando se dio cuenta de su relación con dos de las mujeres más importantes en su vida.
En ese fatídico día que Rhaenyra le expuso su dolor, Laenor estuvo tentado a decirle a Laena que debería anular su matrimonio con el Príncipe. Él tiene una sobrina que lo necesita, le hubiese gustado decir, y un bebé que tenía derecho a saber de su padre. Pero Rhaenyra le había quitado ese título a Daemon, otorgándoselo a Laenor, y suplicándole que mantuviera la verdad en secreto. Así que lo hizo, como correspondía su deber de proteger a su esposa y su hija.
Laenor no tenía ninguna disputa personal contra Daemon, las quejas de Rhaenyra y Laena eran de ellas, pero él era esposo y padre primero. Entendió de donde venían los miedos de Rhaenyra; incluso compartía una parte de ellos. Daemon Targaryen era como una tormenta, una destructiva maravilla de la naturaleza que era terrible y hermosa de contemplar a la vez. Laenor no pensó que lastimaría a propósito a Rhaenyra y Visenya, pero el caos lo perseguía dondequiera que fuera, un caos en el que prefería que su hija no quedara atrapada. Si Daemon se enteraba de lo que ocultaron, ¿quién sabe lo que pasaría entonces? La gente no lo llamaba el Príncipe Canalla por nada, era impredecible y volátil.
"¿Por qué no estás allí con ellos?" Laenor salió de sus pensamientos cuando su esposa le hizo la pregunta. La observó mientras ella jugueteaba con su anillo; la ansiedad con esa acción derrumbó su tranquila fachada. Su preocupación le recordaba a la de Daemon, curiosamente. Ambos parecían dragones encarcelados en un espacio cerrado, su malestar se sentía demasiado grande para su propia piel.
"No podía dejar a mis princesas sin escolta, ¿verdad?" Respondió Laenor, acercándose lentamente a Rhaenyra y ofreciéndole un abrazo. Ella lo aceptó y se hundió contra él.
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The Things We Leave Behind
Fanfiction"Rhaenyra encuentra a Daemon en sus aposentos justo después de la desastrosa boda. La imprudencia en la que se ven involucrados tendrá consecuencias no deseadas, una que Rhaenyra ocultaría de Daemon durante media década. Daemon se las arregla para m...