El legado de un segundo hijo

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120 AC

Desembarco del Rey


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Una hija de su sangre.

De Rhaenyra y de él.

Dicen que ciertas verdades, una vez conocidas, te hacen sentir como si el mundo hubiera cambiado.

Visenya Velaryon llevaría el nombre de su falso padre hasta que se siente en el trono, momento en el cual tomará el nombre de Visenya Targaryen. Si los dioses fueran buenos y no hubiera usurpadores, al menos ninguno que tenga éxito, ella sería la segunda Reina Regente de los Siete Reinos, gobernando por derecho propio después de su madre.

Y todo lo que Daemon tendría que hacer sería permanecer a su lado, lo suficientemente cerca como para extender su espada y abatir a quienquiera que intentara hacerle daño, pero no tan cerca como para que se dude sobre su ascendencia.

Eso sería ser desinteresado, y qué broma era, considerar alguna vez que el desinterés y Daemon Targaryen puedan existir en una misma oración. 

Y sin embargo.

Los Targaryen no eran desinteresados por naturaleza. Aegon, Visenya y Rhaenys sentaron el precedente de su linaje cuando conquistaron los Siete Reinos. Cada generación posterior que surgió fue impulsada por la ambición y el feroz deseo de demostrar su superioridad. Se doblaron reglas y se tomaron medidas impías para mantener el poder... y no se permitiría que nadie pestañeara, porque eran Targaryen, lo más cercano a dioses que los hombres comunes jamás conocerían.

Cada fibra de Daemon estaba gritando que tomara, tomara y tomara. ¿No fue por su semilla que Visenya llegó a existir? ¿No era su derecho reclamarla como su hija? ¿Qué poder tendría la corte si él difundiera la noticia de que la princesa era suya? Cortaría cada lengua que hablara insultos y cortaría cada cabeza que pensara en sacarla de la sucesión. Cada casa que se alzara contra ella sería rápidamente reducida a cenizas y borrada del mapa, dejando nada detrás. Se librarían guerras y se enterrarían cuerpos siempre y cuando ella fuera la última en pie, llevando el nombre que debería haberle sido dado desde su nacimiento: Visenya Targaryen.

Daemon le otorgaría violencia a su hija. Un segundo hijo sin tierras que heredar... ¿qué más podría darle?

Paz, tal vez; la oportunidad de crecer feliz y sin la carga de que plebeyos y nobles por igual la castiguen por su existencia. Su silencio, aunque pueda costarle su orgullo, es un pequeño precio a pagar por la oportunidad de darle eso.

Si no podía darle tierras, le daría su espada; si no su nombre, entonces su lealtad y protección.

(El amor, también, vendría con el tiempo.

Quizás antes de lo que estaba dispuesto a admitir.)


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Hoy era un día tranquilo.

Visenya tarareaba para sí misma, disfrutando del calor del sol de la mañana mientras su madre se sentaba detrás de ella y le trenzaba el cabello. Balanceaba sus piernas de un lado a otro, disfrutando del silencio cómodo. Había sido una semana llena de emoción. Aunque ella prosperaba en tales ambientes, es bueno tener un respiro de vez en cuando.

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⏰ Última actualización: Aug 09 ⏰

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