Cap 10: Heridas

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Flashback, —Perla

Tenía mis ojos cerrados, mi cuerpo estaba estático como un árbol luego de haber sido talado. Sin embargo, a pesar de sentirme en esa aterradora calma, mi mente estaba confundida al estar perdida en un vacío, como si estuviese desconectada de mi misma.

Poco a poco, esta calma que sentía se iba desvaneciendo a la vez que recuperaba mi conciencia y volvía en si. Comenzaba a escuchar de forma distorsionada junto a mi el fluir del agua, escuchando este sonido poco a poco de forma más clara. Sin embargo, al escuchar cada vez más el fluir del agua, comenzaba a sentir mucho frío, como si mis huesos por dentro se estuviesen helando.

Sin ninguna explicación aparente, mi cabeza me comenzaba a doler como el infierno, haciéndome imposible pensar en cualquier otra cosa más que en el dolor, no tenía idea de lo que pasaba conmigo. Comenzaba a suspirar de forma lenta y pesada con intenciones de mitigar un poco el efecto del dolor, al intentar no pensar en este.

Al tiempo que recuperaba mi conciencia y que finalmente sentía como me despertaba, lentamente comenzaba a abrir mis ojos. Al abrirlos, levante mi cabeza mientras me recuperaba de la momentánea vista borrosa que en un principio tenia. Cuando mi vista se acomodó al ambiente, lo primero que mi mirada de incertidumbre lograba ver era un cielo nublado, con múltiples nubes oscuras que resaltaban sobre el cielo negro de la noche. Al abrir mis ojos, me quedé viendo este cielo sin moverme por unos segundos. Mientras miraba las nubes, cada cierto tiempo una repentina luz invadía el cielo, brillando de forma intensa y por menos de un segundo lograba alumbrar mi entorno como si se hiciera de día por menos de un segundo. Mi mirada se quedó estática sobre el cielo, el cual con sus nubes, poco a poco cubrían cada espacio del vacío sin luz de la noche.

A pesar de que la escena que veía era como si estuviese retratada en una pintura, deje de ver el cielo cuando me di cuenta donde estaba. Lentamente commence a levantar mi cabeza, de la cual aún sentía un gran dolor. Sin embargo, al darme cuenta de dónde me encontraba, la calma que me había transmitido el cielo había sido arrebatada en un instante. Estaba recostada en mitad de un pequeño río que apenas y cubría la mitad de mi cuerpo recostado.

Estaba recostada en mitad de ese lugar, mientras el agua me pasaba por el lado buscando cualquier forma de seguir fluyendo. Al poco a poco apoyarme para levantarme, veía que en mi vista del ojo derecho repentinamente se comenzó a tornar de rojo, a la vez que el agua que aún se encontraba en mi cuerpo comenzaba caer de mi al levantarme.

Rápidamente cerré mi ojo derecho a la vez que me pasaba mi mano sobre esa zona, recorriendo desde mi ojo hasta de dónde sentía bastante dolor, posando por unos segundos mi mano sobre la herida que tenía y verla de vuelta. Para mi sorpresa, al separar mi mano de la parte de mi cabeza de dónde sentía mucho dolor, esta estaba manchada de sangre.

Intentando mantener la calma y sin aún prestarle suficiente atención hacia aquella herida, me levantaba del lugar donde me encontraba, saliendo de este río hacia la pequeña calle que estaba perpendicular a este. Veía a mi alrededor, recordando poco a poco lo que había sucedido, solté un suspiro y comenzaba a caminar lentamente.

El frío que desprendía el agua secándose sobre mi cuerpo y cayendo al suelo mientras caminaba, me generaba un frío incómodo, el cual se intensificaba con el viento de la tormenta que de vez en cuando arremetía sin aviso. El viento movía los cables de luz que colgaban de edificio en edificio en aquel callejón donde estaba. Sin previo aviso, comencé a sentir un par de gotas caer sobre mi cuerpo, mientras el viento arrastraba una que otra hoja siendo arrancada de los pocos árboles que habían en ese lugar

No tenía la menor idea de que hora era o cuanto tiempo había pasado desde que había caído inconsciente en ese lugar. Los edificios que me rodeaban, pegados entre sí que no superaban los tres pisos, la mayoría de sus luces estaban apagadas. Las pocas luces que se veían encendidas del otro lado de las ventanas, no me llamaba la atención tocar el timbre o pedirle ayuda a algún extraño por mi estado. Solo me dispuse a caminar por aquel solitario lugar siendo el típico callejón japonés.

8.9 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora