Capítulo 7: Horas extras y sus consecuencias

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Doyoung tenía muchas ganas de detener el sonido constante y apresurado de las teclas siendo presionadas sin parar, con cada segundo que Jungwoo pasaba escribiendo como un demente en el escritorio vecino, el dolor de su cabeza aumentaba gradualmente.

Llevaba escuchando ese sonido durante las últimas tres horas y media y las tazas de café en su sistema no ayudaban. No expresaba su deseo en voz alta porque sabía que su compañero no lo hacía por molestar, en realidad el muchacho estaba igual de apurado que él para poder terminar un documento más a tiempo. Y probablemente no era el único irritado dentro de esa oficina de grandes y limpios ventanales; el rostro de Seulgi en el escritorio frente a él mostraba un nada sano seño fruncido, Doyoung observó como la chica incluso se llevaba las manos a las sienes de tanto en tanto, seguramente el dolor de cabeza también la estaba atacando. Y no podía dejar de compadecer a su jefe de equipo, Kun estaba enterrado dentro de un torbellino de papeles y más papeles que lo único que mostraban eran cientos de números, cifras y nombres.

No era para menos la migraña colectiva, ni lo vasos desechables de café apilados en el pobre cesto de basura; por no mencionar el dolor estomacal que Doyoung comenzaba asentir gracias al estrés que los cálculos en su computador, libreta y oficios frente a él le generaban. Bendito el día donde Lucas le consiguió empleo en el departamento mas caótico de toda la empresa.

Para empezar, ¿Por qué una empresa tan descomunal e internacional solo contaba con un solo equipo de contabilidad y finanzas? Doyoung sinceramente no lo entendía, mucho menos cuando contaban con un drama monumental donde el vicepresidente decidió renunciar y entonces el presidente descubrió todos los movimientos ilícitos de dinero que este había realizado. Por lo que a él le constaba, el ladrón ya estaba en la cárcel pero claro que el problema seguía existiendo en la empresa y a su pequeño, pobre y desdichado equipo le había tocado trabajar como ratas locas en un laboratorio.

Claro que se les había ofrecido ayuda, el presidente había destinado tres departamentos con la cantidad suficiente de personas para ese trabajo pero pronto descubrieron que no hacían mucho más que estorbar, por lo que, con todo el pesar y cansancio que implicó, al tercer día de enfocarse en ese asunto, Kun los rechazó, a sabiendas de que trabajaban mejor ellos cuatro incluso a pesar de la reciente unión de Doyoung al equipo.

Pero a pesar del estrés, del ruido molesto pero necesario, de estarse saltado los almuerzos para trabajar más tiempo, Doyoung no se arrepentía y en realidad estaba curiosamente satisfecho puesto que cada día, cada hora, cada momento que pasaba en esa oficina y trabajaba sin reparo, era un recordatorio de cuanto había valido la pena las noches de desvelo matando a sus neuronas y saturandolas de información para no perder la beca que tanta ayuda le proporcionó en la universidad mientras a la par cuidaba de sus hijos.

—¿Estas sonriendo? —La pregunta de Jungwoo a su derecha lo sacó de sus pensamientos, ni siquiera había notado cuando había cesado el ruido.

—No me sorprendería que lo esté haciendo, —Seulgi interrumpió aun sin mirarlos. —Desde que llegaste a la oficina hace tres meses no ha habido día donde no tengas esa extraña aura motivadora y llena de ganas de trabajar, —La pelinegra le sonrió mientras corregía con pesadez algo en sus notas.

—Eso es cierto, me pregunto hasta cuándo te duraran esas ganas, aunque en estos momentos es lo que esta sosteniendo esta oficina a flote. —Kun soltó mientras surgía dentro de su avalancha de papeles. —Que no desaparezcan, cabo Kim, te necesitamos. —Bromeó el rubio.

Doyoung sonrió mientras sentía un suave rubor pintar sus mejillas, era realmente agradable escuchar esos comentarios de sus compañeros, lo era aún más la forma tan amigable y cómoda con la que lo trataron desde el día uno, esperaba realmente trabajar con ellos mucho tiempo de ahora en adelante.

Bruce Lee! • JohndoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora