Bruce Lee! • Johndo

Capítulo 10: Besitos de merengue

En el mundo existían ese tipo de acontecimientos casi improbables como tener la oportunidad de ver desde la ventana de un avión el despegar de un cohete en tierra, contemplar un eclipse que ocurre cada siglo; o situaciones excepcionales que suceden una vez en la vida como ganar la lotería, ver sirenas en el Caribe. O cosas aún más extrañas, como que Minhyung se levantara por la mañana mucho antes que su hermano o su padre. Y ese día era una de esas ocaciones.

Pero es que no era un día común y corriente para Minhyung, por supuesto que no. Minhyung había esperado todo un año para ese momento, incluso había soñado que Bingo y Bluey le habían cantado aquella canción que aún no se aprendía del todo.
Apenas y había abierto los ojos pero no necesitó más espabilación para levantarse como un resorte de lo calientito de sus mantas para, prácticamente, salir corriendo al pasillo de su casa.

Al contrario de su hermano, el no necesitaba prender cada luz a su paso porque él no le tenía miedo a los monstruos, además de que su mami siempre les decía que no existían. Y de todos modos, era rápido, siempre podría regresar corriendo a su cama.

Minhyung se estiró en las puntitas de sus pies cubiertos de calcetas afelpadas para mirar sobre la pequeña mesita que ocupaba lugar en el pasillo y, por fin alcanzó con sus manos el calendario de paisajes bonitos con muchos recuadros y números a los costados. Ciertamente apenas y conocía los primeros números existidos, y la función de los días y meses aún no estaba bien definida en su cabecita, pero Minhyung había esperado con mucha paciencia todas las noches a que su padre tachara con el plumón rojito un cuadro más del calendario. Y la euforia dentro de su corazón solo reverbró un poquito mas al confirmar esa mañana que sip, el recuadrito de este día señalaba sus cumpleaños. Porque si el número primero de agosto no era la suficiente señalizacion de su día, las pegatinas de pastelitos de cumpleaños y sus personajes favoritos de Marvel entonces estaban ahí para anunciar a todas luces que lo era.

Fue automático como sus piecitos lo llevaron a dar saltitos de emoción ahora que tenía la confirmación de que ese día cumplía un año más. Satisfecho de ello volvió corriendo a su habitación, y siguiendo aquella racha de eventos improbables, subió la escalera de madera que casi era exclusiva de su hermano. Una vez que estuvo en la litera de arriba con mucho esfuerzo, Minhyung lo observó dormir aún, riendo un poquito cuando escuchó un ronquido salir de su hermano. Gateó despacito sobre las mantas hasta acercarse a su mellizo, tomándolo de los hombros y moviéndolo hasta conseguir despertarlo.

—¿Markku? —La suave voz adormilada de Donghyuck apenas y se escuchó en medio de su gran bostezo. —¿Qué tienes? ¿Por qué despiertas antes? —Preguntó mientras se volvía a acurrucar en su cobija de ositos afelpados.

—¡Hyuck! ¡No duermas! ¡Hoy es cumpleaños! —Informó mientras lo volvía a destapar y jalar de sus brazos para que se sentara. Cuando este comprendió la nueva información, todo el sueño abandonó su cuerpo mientras abría sus ojitos con emoción.

—¡¿En serio?! ¡Feliz cumpleaños Markku! —Casi gritó mientras se lanzaba a abrazar a su mellizo. Minhyung soltó una risita y lo abrazó de regreso con la misma intensidad.

—¡Feliz cumpleaños Hyuck! —Cerró los ojitos mientras seguía abrazando a su hermano, los abrazos de Donghyuck siempre eran sus favoritos. 

Era su pequeña tradición, demasiado pequeña al sólo ser el segundo año que lo llevaban a cabo, darse el primer abrazo de cumpleaños tenía que ser algo solo de ellos, o al menos así lo habían decretado en un pacto de gemelos.

Se separaron para bajar con torpeza de la litera superior junto a muchos "Hyuck, no te puedes aventar" hasta estar de regreso en tierra firme y sin pensarlo mucho salieron corriendo directo a la puerta de frente. Su padre nunca cerraba con seguro su puerta en caso de que ellos necesitasen de él o alguna pesadilla nocturna atacara de repente, por lo que no tuvieron ningún problema en abrir de par en par la puerta de madera blanca y entrar a la habitación de su padre.