Intentó que el movimiento impaciente de su pierna pasara desapercibido, pero no podía evitar sentirse ansioso cada milisegundo que volteaba a ver de nuevo el reloj analógico que colgaba de la pared frente a él y este seguía indicando en la misma dirección que antes, Se preguntó si no estaría descompuesto. Doyoung fingió una sonrisa cuando el representante de la oficina de Recursos Humanos lo miró seriamente.
Había sido mandado hacia cerca de dos horas a la oficina de la fábrica de su empresa para, supuestamente, recoger los papeles que le hacían falta a su equipo para proceder con el nuevo contrato que tenían por autorizar en manos. Pero nunca le dijeron que los papeles se tenían que revisar en ese momento y carpeta por carpeta. Doyoung nunca había sentirdo tanto estrés en su tiempo trabajando, ni siquiera cuando tuvieron que resolver el caso del desfalco.
Afortunadamente habían terminado en el tiempo requerido el asunto de reorganizar cuentas bancarias y demandas al por mayor para el ex vicepresidente. Pero no había pasado ni una semana de ello y ahora se volvía a ver encerrado y estresado por interminables filas de documentación que, afortunadamente, entendía.
Y Doyoung lo haría sin rechistar, le gustaba lo suficiente su trabajo para hacerlo sin quejas, pero ese día estaba siendo insufrible. Para empezar casi llegaba tarde porque no había escuchado sus alarmas, y de no ser por los gemelos subiendose a su cama para despertarlo a base de saltitos que pasaron a pisar sus piernas, realmente hubieran llegado tarde a todos lados. Y ni bien llegó a la oficina, el trabajo lo consumió, estaban trabajando en tener ese contrato lo más claro posible debido a que sería un negocio internacional y una vez más, estaba saltándose sus almuerzos por el bien de su papeleo.
Tuvieron que reimprimir cosas que se tenían que firmar y llevar de nueva cuenta a los diferentes directivos de los departamentos relacionados e incluso al presidente, todo eso con el elevador en mantenimiento, lo que tenía a ese pobre equipo de cuatro personas subiendo y bajando sin reparo. La cosa no terminaba ahí, porque la cereza del pastel se la llevó él al tontamente ofrecerse para conducir a casi una hora de camino para recoger la documentación de los contratistas en la fábrica pensando que solo era una cosa de ir y regresar.
Por lo que ahí estaba, leyendo que un millón de nombres estuvieran correctamente en los contratos antes de poder tomar los pancles de papeles impresos y largarse de una vez por todas. En realidad no eran demasiados, pero cada documento contenía información diferente que se tenía que vereficar con la base de datos de ese lugar. Miró el reloj una vez más, ese se había movido perezosamente hasta marcar las seis menos cuarto y a la torre de hojas tamaño carta les sobraba un poco menos de la mitad que había cuando comenzaron a revisarlos.
El motivo de su ansiedad que cada segundo lo consumía más y le provocaba equivocarse cada tanto en la revisión, se debía a que ni siquiera se había llevado su celular, estaba casi a una hora de distancia de la guardería y para colmo, incominucado. El cierre de la estancia había pasado hace hora y media y seguramente sus niños seguían ahí, esperaba fervientemente, que siguieran acompañados de su profesor favorito.
Claro que Johnny había sido de un gran apoyo cuando estuvo trabajando horas extras la semana pasada al quedarse un poco más de tiempo al cuidado de sus hijos allá en la estancia. El hombre incluso se había ofrecido desinteresadamente a velar, de manera oficial, por su cuidado el tiempo que le tuviese que llevar a Doyoung ese tiempo extra en la oficina. Doyoung se lo había agradecido con el alma cada día y secretamente disfrutaba de las despedidas largas y animadas que los incluían a ellos dos personalmente. Así como de aquellas conversaciones por teléfono que mantenía con el castaño que poco o nada tenían que tratar de sus hijos.
Pero esta vez era diferente, no tenía idea si es que Johnny estaría cuidando de ellos, al final de cuentas no era responsabilidad del profesor. Y no tenía caso pedir prestada alguna llamada telefónica, no se sabía el número de nadie, ni siquiera de sus amigos. Tontamente se reprendió por ese hecho. Hacer cuentas mentales de que tan tarde estaría llegando a la estancia solo le aumentaban las ganas de gritar al concluir que si se apuraba, las siete de la tarde era su mejor escenario. Por lo que el paso lento y mísero del reloj estaba comiéndose viva su cabeza llena de preocupación.
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Bruce Lee! • Johndo
Fiksi PenggemarDoyoung es padre de dos gemelos por cuestiones caóticas de la vida. ¡Donghyuck y Minhyung están emocionados por ser como Bruce Lee en las películas! Johnny es un profesor de artes marciales que trabaja en una estancia infantil, encargado de enseñarl...