¿Qué sucede cuando una fuerza imparable se encuentra con un objeto inamovible en el campo de la muerte?
En el oscuro centro de la mafia, Jeon Jungkook ha sido una anomalía. Como el único miembro sin sangre "real" en el círculo superior de Ddang, él...
Taehyung se mezcló con la multitud y corrió hacia el estacionamiento en el frente, para ver a la gente gritando y saliendo y alejándose del edificio en llamas, sin poder entender lo que había sucedido.
Sus ojos encontraron el auto de Jimin y corrió para esperar allí, escuchando el sonido de las sirenas en la distancia acercándose, sacudiendo la cabeza con incredulidad mientras los sonidos de personas hablando y gritando llenaban el espacio a su alrededor.
Un gran escalofrío sacudió su cuerpo mientras mantenía los ojos pegados al lugar de la explosión, sin tener idea de cuántas personas habían resultado heridas.
Con el arma pesada en la mano, se maldijo a sí mismo por no tener siquiera su teléfono, mirando a su alrededor para encontrar una cara familiar. Taehyung no pudo. Todos los de Ddaeng habían corrido a la parte de atrás para ayudar.
—¿Viste cómo explotó la puerta? —una de las chicas cerca de él estaba hablando emocionada con su amiga.
—¡Fue una locura!
—¡Lo sé! —la otra sonaba temblorosa. —Espero que nadie salga herido.
Taehyung también lo esperaba.
Después de lo que le parecieron horas, pero probablemente sólo unos minutos, finalmente vio a Jungkook dirigiéndose hacia él, con la cara y la ropa oscurecidas por el hollín, los ojos fríos, distantes.
Taehyung dio un paso adelante, la boca de malestar en su estómago se abría de par en par mientras miraba detrás de él, su corazón tartamudeaba. Vio a Vin y otros dos chicos, en un estado similar, dirigirse hacia el auto también.
—¿Qué pasó? —dijo Taehyung mientras él se acercaba, tratando de distinguir su expresión.
Era de piedra.
Algo andaba mal.
Buscó a Jimin con la mirada. Volvió a mirar a Jungkook.
No.
Joder, no.
—Jungkook, —Taehyung lo agarró del brazo, sacudiéndolo, con los ojos llorosos. — ¿Dónde está Jimin?
Él sacudió la cabeza.
No.
No.
¡Dios no!
Él solo quería decir que Jimin estaba ocupado manejando el fuego y no vendría con ellos. Eso es lo que quiso decir.
—¿Vendrá más tarde? —Taehyung preguntó, con la voz quebrada de esperanza.
Dios no.
Por favor no.
—Tenemos que irnos, —él dijo, su propia voz dura, cerrada.
Taehyung miró las llamas que iluminaban el cielo y comenzó a caminar hacia allá.
Una mano lo agarró del brazo y lo hizo girar de lado. Taehyung lo miró. Él sacudió la cabeza una vez.
Las lágrimas corrieron por sus mejillas, un largo y doloroso gemido abandonó su pecho cuando se derrumbó en los brazos de él, sollozando por un hermano que solo había tenido durante unos días.
Siempre habían dos tipos de destrucción. Al leer la historia, se podría analizar la destrucción de cualquier imperio y dividirlo en dos. Un tipo era como un castillo de naipes: una pieza se caía y toda la maldita cosa se derrumbaba al suelo al instante. El otro tipo, el más difícil de precisar y más lento para actuar, era como las fichas de dominó: solo se veía caer la pieza final, pero no se veía el rastro de piezas amontonadas una tras otra detrás de él.
Al ver el camino de entrada de la mansión llenarse de coches desde la ventana de la cabaña, Taehyung no pudo precisar de qué tipo era.
El dolor se apoderó de su corazón, Taehyung se quedó solo en la ventana porque Jungkook tenía asuntos más importantes entre manos, como tratar de encontrar el cuerpo de Jimin.
Su corazón podría estar lleno de dolor, pero sus emociones se habían calmado lo suficiente como para hacer una pausa y pensar. Necesitaba pensar porque si había una pizca de esperanza, Taehyung se estaba aferrando a ella.
Taehyung repitió toda la escena en su cabeza una y otra vez.
Taehyung y Jungkook estaban en el callejón cuando estalló el incendio, cuya causa estaba siendo investigada.
Se habían recuperado tres cuerpos, quemados más allá del reconocimiento, y Jungkook pensaba que uno de ellos era Jimin.
¿Pero lo era?
Taehyung miró su teléfono y reflexionó sobre eso. El teléfono de Jimin estaba desconectado y se recuperó en el sitio.
También se había recuperado un cuerpo con su ropa y su reloj, pero podría ser otra persona. Él había estado actuando lo suficientemente extraño como para que Taehyung lo cuestionara todo.
Era muy posible que se aferrara a una falsa esperanza, pero Taehyung no podía, no podía aceptar el hecho de que el hombre que se había convertido en su protector y su familia pudieran ser arrebatados de repente.
Taehyung no lo aceptaría sin pruebas concretas.
La mansión estaba en llamas con luces donde Park Hyunsik , al parecer, había llamado a todo el equipo después de recibir la noticia sobre su hijo mayor. Todos pensaban que él estaba muerto; Taehyung no estaba seguro.
Ni siquiera había podido interrogar a Jungkook antes de que él lo dejara y se fuera.
Sin saber qué podía hacer, Taehyung se limitó a observar cómo los hombres bajaban de los coches y decidían que necesitaba escuchar la reunión.
Abriendo su computadora portátil con un propósito, rápidamente encontró el micrófono que había instalado subrepticiamente en el estudio una mañana y lo activó, enchufándose los auriculares para escuchar mejor mientras miraba por la ventana.
—Encontraron su cuerpo, —un hombre habló en la habitación y Taehyung agarró su computadora portátil, su corazón de repente latía con fuerza.
Quizás escuchar no era la mejor idea.
—Esto es una mierda, —rugió Park Hyunsik en los oídos de Taehyung. — No me lo creo.
Hubo un silencio por un momento antes de que un hombre valiente hablara: —Puede ser difícil de aceptar, Park. Es un shock para todos nosotros. Él era tu heredero. Lo habías preparado toda tu vida para que se hiciera cargo. Pero es su cuerpo. Yo mismo verifiqué la prueba.
Park soltó una carcajada. —Es exactamente por eso que sé que no es él. Él los ha engañado a todos ustedes, idiotas.
Otra voz intervino, —Necesitamos tener un funeral, Sabueso. La gente está conmocionada. Nuestros enemigos tienen sus ojos puestos en nosotros. Su cuerpo está en la morgue. Tenemos que mantener la apariencia.
Hubo más silencio antes de que Park se dirigiera a alguien.
—¿Es él?
El whisky y el pecado confirmaron su peor temor.
— Lo es.
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