Capítulo 13- Nieve

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—Qué… ¿qué pasó…? —susurró Wei Wuxian, que trató de enderezarse, sin mucho éxito. Su cabeza, que apenas se había levantado, volvió a caer sobre algo blando. Estaba acostado, pero no en una cama cualquiera, sino en la de Lan Zhan, con su cabeza apoyada en la almohada impregnada del aroma a sándalo.

—No te muevas, —La cálida voz de Lan XiChen lo tranquilizó un poco—, aún no estás en condiciones de levantarte…

Wei Wuxian se enteró por boca del líder de la secta Lan, que hacía varios días que estaba allí, postrado y sin despertar.

—El cuerpo de Mo XuanYu es débil, y aparte está muy delgado. Seguramente pasó privaciones en la residencia de su familia.

Wei Wuxian recordó con asco el plato lleno de moscas en el que le habían dado esa infame pasta, que de seguro el chico había comido por mucho tiempo, y pensó que era lógico que él estuviera débil, y también que Mo XuanYu se hubiera vuelto loco.

—Por lo que ví cuando desperté, estaba en muy malas condiciones, sí. ¿Acaso este cuerpo está muriendo?

—No. A pesar de todo, no tiene enfermedades; solo está débil —respondió XiChen—. En unos días te sentirás mejor. Ahora voy a ordenar que te traigan algo de comer.

Wei Wuxian detuvo al líder de la secta Lan con un gesto:

—ZeWu Jun…, debo ir a buscar a Lan Zhan…

—Lo sé… —respondió el mayor —. Eres mi última esperanza, Wei Wuxian…

—¿De que él vuelva a Descanso en las Nubes?

—No, ya no espero que lo haga… —El mayor suspiró, abatido—. Eres la última esperanza de que WangJi me perdone…

                          ***                                          

La nieve caía en grandes copos y cubría de a poco el jardín de la Habitación del Silencio. La noche ya había caído y Wei Wuxian, con su espalda apoyada contra el marco de la puerta, se dispuso a tocar una melodía en una bella flauta de jade que XiChen le había regalado.

A pesar de la alegría de saber que Lan Zhan seguía vivo, ahora tenía miedo: el hombre al que alguna vez había considerado su alma gemela, quiso ayudarlo pero él no se lo permitió: perdió el control y le hizo daño a todo el mundo. 

«Él me lo advirtió… Me dijo que la cultivación demoníaca dañaba la mente y el espíritu, y yo creí que iba a poder dominarla y no le hice caso…», pensó. A pesar de su enorme deseo de verlo, tenía mucho miedo de que Lan Zhan lo detestara por todo el mal que había hecho. 

Trató de no seguir pensando y buscar la calma con la música: había pedido permiso para buscar algún libro de composiciones en la biblioteca de la secta, ya que su frágil memoria apenas recordaba la antigua melodía que Lan Zhan había cantado para él.

Necesitaba calmar su mente, y había encontrado un libro en donde estaba Inquiry, la música que llamaba a las almas, y también la Canción de Claridad, que aprendió a ejecutar en la flauta. Esa fría noche, llevado por la nostalgia, comenzó a tocar la bella tonada. 

Los sonidos que producía el instrumento de jade eran suaves y agradables, y de a poco lograron calmar su espíritu lleno de confusión y temores. Con los ojos cerrados, sintió que la nieve a su alrededor se levantaba en un remolino, y bajó su flauta, sorprendido: una figura, vestida con un raído hanfu oscuro, apareció en la entrada, con sus grandes ojos oscuros fijos en él.

—Wen… ¡Wen Ning…! —El general fantasma, el mismo al que creía muerto e incinerado junto con su hermana después de que los dos se entregaron, en un último intento por salvarlo, estaba allí, delante suyo.

Pero algo malo le pasaba: a pesar de los intentos de Wei Wuxian por hacer que respondiera a sus preguntas, Wen Ning sólo lo seguía con la mirada, sin decir una palabra y con el rostro inexpresivo. 

—Su cognición espiritual está bloqueada… —murmuró Wuxian—. ¿Qué es lo que te pasó, Wen Ning…?

Pronto dio con la razón del estado de su amigo: dos enormes clavos de hierro, incrustados en su cráneo, que bloqueaban la circulación de su energía espiritual. No se los podía quitar allí: si el General Fantasma perdía el control en Descanso en las Nubes, y causaba una masacre entre los habitantes de la secta, Wei Wuxian no se lo perdonaría nunca.

Tocando Inquiry en su flauta, lo guió por los oscuros caminos que llevaban a las montañas al fondo de la residencia. A pesar del intenso frío, la bella catarata en donde alguna vez había luchado con Lan Zhan, o lo había observado cuando tocaba su guqin, sentado sobre una gran piedra en medio de la corriente, no estaba congelada, y el fuerte sonido del agua lo guió por el oscuro lugar. Cuando llegaron a un sitio alejado de todo, en donde Wei Wuxian, que no tenía más que su música para calmarlo, creyó que nadie iba a escucharlos, revisó la cabeza de Wen Ning y le quitó los dos clavos de un tirón.

El General Fantasma dió un grito, y una gran cantidad de energía resentida brotó de él, tirando lejos a Wei Wuxian. Cuando el muchacho intentó levantarse del suelo, algo confuso y dolorido, un par de manos fuertes lo alzaron como si no pesara nada. 

—Lo siento… ¿Está bien? —El General Fantasma era el mismo chico tímido y servicial de siempre.

—Wen Ning… ¡Soy yo, Wei Wuxian! ¿No me reconoces?

                         ***

La charla con Wen Ning, que le contó todas las cosas que habían pasado después de que se entregaron, fue difícil, y Wei Wuxian confirmó sus peores temores: todos los Wen habían muerto. Ninguno había logrado que los cultivadores se apiadaran de ellos.

—¡Mi pobre A Yuan…! —se lamentó. El niño, demasiado pequeño para defenderse solo, había sido escondido por sus familiares, con la esperanza de volver a buscarlo si eran perdonados. Pero nadie sobrevivió, y el pobre A Yuan había muerto solo y abandonado en los Túmulos Funerarios.

Wei Wuxian lloró por su pérdida mientras, a su lado, Wen Ning recordó a su familia con tristeza: ahora estaba solo y no podía mostrarse ante nadie, porque era el enemigo número uno del mundo de la cultivación.

Negro sobre blanco (Mo Dao Zu Shi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora