Capítulo 47- Hermanos

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—¿Escuchas, Lan Zhan? Alguien está excavando al fondo del templo.

—¿Qué será?

—Aquí debe haber enterrado algo importante para Jin GuangYao, pero no sé qué podrá ser… —El golpe seco de la puerta del templo, que se abrió y dejó pasar el viento y la intensa lluvia que se habían desatado unos momentos antes, silenció a Wei Wuxian: un cultivador, empapado y sucio, entró llevando a un hombre desmayado de arrastro. Lan WangJi los reconoció:

—¡Su She! —exclamó. Cuando miró al otro hombre, que el cultivador había arrojado con brutalidad a los pies de Lan XiChen, se dio cuenta de que era Nie Huaisang.

                           ***                                     

La historia de Su She había comenzado en GusuLan, siendo un discípulo menor de la secta. Era un muchacho con una cultivación deficiente, cobarde y envidioso: siempre se había comparado con Lan WangJi, deseando ser como él. Cuando Descanso en las Nubes fue invadida por la secta Wen, delató a su gente para que no lo mataran, y luego desapareció. 

De la nada volvió a aparecer con su propia secta, Moling Su, en donde sus cultivadores imitaban las técnicas que su líder había aprendido en GusuLan. Su arma principal, después de las espadas, era el guqin, pero su música tenía bastantes errores y no era eficiente. Nadie sabía cómo había logrado prosperar en el mundo de la cultivación.

                           ***

—¿Por qué trajiste a Nie Huaisang aquí, Su She? —preguntó Jin GuangYao.

—Me lo encontré en el camino. El tonto se asustó tanto que se desmayó al verme, Maestro. Pensé que era mejor tener de rehén a otro líder de secta. No está herido, no te preocupes —le respondió Su She, riendo con ironía, hasta que vio a Wei Wuxian y a Lan WangJi e hizo una mueca de desprecio.

—Vamos, Su She, quiero ver si ya encontraron algo… —Jin GuangYao distrajo su atención y se lo llevó con él al fondo del templo. Wuxian respiró, tranquilo: por un segundo temió que ese hombre atacara a Lan Zhan, que aún estaba sin poderes.

De repente la puerta del templo volvió a abrirse, pero esta vez no entraron solo la lluvia y el viento: un relámpago violeta, que Wei Wuxian conocía bien, hizo volar hacia adentro a los monjes que vigilaban la entrada.

Jiang Cheng lucía como si la lluvia no pudiera tocarlo: con un paraguas en la mano bajo el intenso torrente, y Zidian, que brillaba tanto que su fulgor violeta por momentos se volvía casi blanco, en la otra, entró al templo con la arrogancia que lo caracterizaba. Tras él venía el perro espiritual, que había ido a buscarlo.

—¡Tío! —gritó Jin Lin, entusiasmado.

—¡Cállate! ¡¿Se puede saber por qué saliste solo?!

—Lo siento, tío… —El chico puso cara de susto y bajó la vista, tratando de no mostrarse alegre por comprobar que Hada estaba sano y salvo.

Con una mueca despectiva, el líder de Jummeng Jiang dejó de mirarlo, pero sus ojos se cruzaron con los de Wei Wuxian. Su semblante cambió: ya no tenía la furia y el desprecio con que siempre lo había visto. En el rostro de Jiang Cheng se notaba la confusión que tenía, y Wei Wuxian se consternó: algo andaba mal.

—¡Líder de secta! ¡Qué honor tenerte aquí…! —lo saludó Jin GuangYao, con ironía—. ¿Acaso viniste a buscar a Jin Lin? ¿O tal vez viniste a buscar a otra persona…?

—¡Cállate! —El grito del líder de Jummeng Jiang quiso sonar fuerte, pero en cambio su voz salió algo temblorosa. Jin GuangYao sonrió al escucharlo.

—¡Por favor, Jiang Cheng, no lo escuches! —exclamó Lan XiChen—. ¡Él es hábil con las palabras, y puede hacer que te distraigas…!

Antes de que el líder de la secta Lan terminara de hablar, Jin GuangYao sacó su guqin y con una serie de acordes atacó a Jiang Cheng, que se defendió con Zidian y Sandu, su espada.

—¡Tienes mucha fuerza, líder de secta! —volvió a decir Jin GuangYao, sin dejar de lado su macabra sonrisa ni sus ademanes educados—. Pero recuerdo que antes no era así. Incluso tu discípulo, Wei Wuxian, te ganaba en todo…

—¡Cállate! —volvió a gritar el líder de Jummeng Jiang, renovando la furia de su ataque, con más energía que precisión.

—¿Por qué lo miras de reojo desde que llegaste, Jiang Cheng? —Jin GuangYao nunca perdió la sonrisa—. ¿Por qué no te atreves a mirarlo a la cara?

Wei Wuxian no entendía nada.

—¡No le respondas! —volvió a gritar Lan XiChen, al ver que el ataque del líder de Jummeng Jiang se desestabilizaba.

—¿Qué pasó hace unos días atrás, cuando apareciste con SuiBian, la espada de tu antiguo hermano de crianza, y le pediste a todos los que veías en tu camino, que la desenvainaran? ¿Acaso alguien pudo hacerlo?

—¡Cállate! —Los ojos de Jiang Cheng se agrandaron por el miedo.

—¡Por supuesto que nadie pudo! La espada está sellada desde que el Patriarca de Yiling murió…

—Pero, ¿qué…? —alcanzó a decir Wuxian, cuando sintió las manos de Lan Zhan que sostenía sus brazos, y se giró para mirarlo: la cara de su alma gemela, surcada por la tristeza, lo puso aún peor.

—Fue extraño que cuando la campaña para derribar al sol terminó, Wei Wuxian ya no quiso volver a usar su espada, y tú te transformaste en alguien aún mejor que antes, hasta el punto de reconstruir Jummeng Jiang sin ayuda… —siguió Jin GuangYao, hasta que vio una duda en Jiang Cheng, que bajó su guardia lo suficiente para que él pudiera atacar y clavarle su espada en el pecho.

—¡Tío! —Jin Lin, desesperado, se abalanzó para sostenerlo, pero Jiang Cheng lo rechazó de un golpe—. ¡Por favor, tío! ¡Debes quedarte quieto para que tu herida no sangre!

Wei Wuxian se quedó helado: todos sabían su secreto, hasta Lan Zhan, que se quedó en silencio, mirándolo con una expresión de dolor.

                         ***

Cuando Jiang FengMian recogió a un niño huérfano que encontró en las calles, y se dio cuenta de que era el hijo de uno de sus subordinados, no solo lo llevo a su secta y lo crió como a su propio hijo: le dio la oportunidad de ser un cultivador.

A pesar de ser un chico indisciplinado al que le gustaba jugar y divertirse, ese niño, Wei Wuxian, provenía de un gran linaje de cultivadores errantes: su madre había sido Cangse Sanren, discípula de la afamada cultivadora Baoshan Sanren. Wuxian era mucho más poderoso que Jiang Cheng, hasta el punto en que siempre le ganaba en cualquier competencia, por más que el futuro líder de Jummeng Jiang practicara para mejorar.

Cuando la desgracia tocó a las puertas de Muelle del Loto, la residencia de su secta, y tanto FengMian como Madame Yu terminaron muertos a manos de los Wen, y Jiang Cheng perdió su núcleo dorado por intentar vengarlos, Wei Wuxian buscó, con la ayuda de Wen Qin, la forma de restaurarlo. Pero no había ninguna: lo único que pudo encontrar fue un antiguo y peligroso método para extraer el núcleo dorado de una persona y traspasarlo a otra. Sin pensarlo dos veces, Wuxian decidió renunciar a su única fuente de poder para entregársela a su hermano.

Jiang Cheng jamás debía enterarse de lo que había pasado: si sabía que su núcleo dorado no era el suyo, jamás iba a sentirse bien, y Wei Wuxian no quería verlo como lo vio al final: herido y reprochándole su silencio; llorando, pero de rabia y frustración.

El pasado no podía corregirse: Wuxian no había sido sincero con él, y había abrazado el cultivo demoníaco para defenderse, lo que provocó, entre otras cosas, la muerte de JianLi.

Los dos habían cometido errores: aunque llegaran a perdonarse, su relación de hermanos se había roto para siempre.

Negro sobre blanco (Mo Dao Zu Shi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora