Capítulo 26- Verdades

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Wei Wuxian conoció a Nie Huaisang cuando los dos coincidieron en Descanso en las Nubes, donde fueron a estudiar las lecciones que impartía su líder, todos los años. Ambos eran unos adolescentes despreocupados, y se hicieron amigos. Compartieron días de diversión y travesuras, haciendo enfurecer a Lan Qiren en más de una ocasión. Huaisang era muy cobarde en aquella época, y los años no lo habían mejorado.

Tenía una fama pésima: huía de sus deberes como líder de su secta, no era capaz de tomar decisiones y ni siquiera sabía usar una de las características espadas de su clan. Cuando sus subordinados lo iban a buscar para hacerle una consulta o pedirle órdenes, no lo encontraban: se había escapado, casi siempre a WeiLan.

Ese hombre era un enigma para Wei Wuxian: aún recordaba el miedo que le tenía a Lan Zhan. Entonces, ¿qué lo había orillado a buscarlo? ¿Por qué había sido el primero en ayudarlo? Podría haber salido perjudicado por los rumores, si alguien se enteraba de que estaba colaborando con el que creían cómplice del Patriarca de Yiling. Wei Wuxian tampoco estaba seguro de qué pretendía al hacerse amigo de Lan SiZhui.

Lan Zhan también había sido ingenuo al aceptar su ayuda. Wei Wuxian no se lo había dicho, porque comprendió su urgencia por mantener a salvo a su hijo, aunque a cambio de esa ayuda, le había quedado debiendo un favor tan grande, que para pagarle se había transformado en su hermano jurado. Tal vez Nie Huaisang solo buscaba protección, una alianza con un cultivador más fuerte, consejos de alguien experimentado, o solo un remanso de tranquilidad en la secta WeiLan. Pero el riesgo no lo valía.

Wei Wuxian se paseó, despreocupado, por el salón, y cuando pasó cerca de Huaisang y se dio cuenta de que él lo estaba mirando, fue hacia su mesa, esperando hacer un brindis con él, como era tradicional:

—Líder Nie… —lo saludó, al tiempo que juntaba sus manos y se inclinaba en una correcta reverencia.

—Mo XuanYu… —Nie Huaisang le devolvió el saludo, con cortesía, pero no le dijo una palabra más. 

Wei Wuxian siguió caminando, desilusionado: su idea no había dado resultado, y no podía forzar una conversación sin levantar sospechas.

Un integrante de una secta menor, un poco ebrio, se le acercó con malas intenciones:

—Mo XuanYu… —Arrastrando las palabras, el hombre se fue sobre él de una forma demasiado irrespetuosa.

Wei Wuxian tenía poco poder, pero aún le quedaban algunos trucos, y lo dejó inmóvil con el chasquido de sus dedos. Lan WangJi, que ya estaba por desenfundar a Bichen de nuevo, se quedó en su sitio, expectante.

—Qué truco tan interesante… —dijo Nie Huaisang, sorprendido: había mordido el anzuelo.

—Puedo enseñárselo, líder de secta, si lo desea… —le respondió Wuxian, después de hacerle una nueva reverencia.

Admirado, Huaisang se levantó y dio un par de vueltas alrededor del hombre congelado, y después lo golpeó suavemente con su abanico.

—¿Y cómo lo sacas de este estado…? —preguntó.

—Sencillo, líder de secta… —Wei Wuxian se paró a espaldas del borracho y lo empujó. El hombre cayó de cara al suelo, se despertó, y se enfureció al verse en una posición tan indecorosa:

—¡Mo XuanYu! ¡Vas a pagármelas! —Cuando ya estaba a punto de levantarse, espada en mano, Wei Wuxian volvió a congelarlo, para el asombro de Huaisang, que aplaudió, entusiasmado.

Un poco mas lejos, varios líderes de unas sectas menores cuchicheaban, extrañados por los poderes que parecía tener ese chico al que creían loco e incapaz de nada más que de acosar a su propio medio hermano. Lan XiChen, que conversaba con Jin GuangYao, alcanzó a escuchar la conversación.

Viendo a lo lejos a Wei Wuxian, que invitado por el líder de la secta Nie, se sentaba a su mesa, se acercó a su hermano, y musitó su nombre:

—WangJi…

—¿Qué quieres, XiChen? —La reacción del líder de WeiLan fue medida, porque todos lo miraban, pero se apartó unos pasos de su hermano y evitó mirarlo—. ¿No te quedó claro que…?

—Necesito decirte algo sobre Wei Wuxian —lo interrumpió el mayor—. Podría estar en riesgo, ahora que se está mostrando ante todos…

—Ya lo sabemos.

—Y entonces, ¿por qué lo hacen…?

—Ese no es tu problema.

—¡WangJi, por favor! ¡Déjame ayudarte…! —rogó el mayor, dolido ante la obstinada indiferencia de su querido hermano—. ¡Te juro que estoy muy arrepentido de no haberte protegido de nuestro tío! Ahora yo soy el líder, y GusuLan ya no tiene las normas tan estrictas que había en su época…

Lan WangJi lo miró de costado y esbozó una sonrisa irónica:

—¿Y ahora de qué sirve? Wei Ying y yo no necesitamos tu ayuda…

—Sí, sí la necesitan, hermano —insistió el mayor—. Sé que quieres limpiar el nombre de Wei Wuxian, y también debes quitarle la maldición del corte en su brazo… —WangJi lo miró con una expresión intimidante, pero XiChen siguió hablando—: GusuLan tiene más poder e influencia que WeiLan, y aunque no estés dispuesto a perdonarme, quiero que sepas que ambos pueden contar conmigo para lo que sea…

—¿Cómo sabes lo de la maldición de los cortes…?

Lan XiChen suspiró:

—No sé si te lo dijo, pero me encontré con él de casualidad, unos días después de que los miembros de la familia Mo fueron asesinados. No sabía quién era en ese momento, pero estaba en problemas y lo invité a quedarse en Descanso en las Nubes.

—Sí. Eso me lo dijo.

—Al final me confesó quién era, pero cayó enfermo. Uno de los subordinados de la secta, al que dejé encargado de cuidarlo, vio el corte en su brazo y me lo informó. Cuando se recuperó me contó lo que sabía de la maldición, y que no tenía idea de quién era esa cuarta persona que necesitaba encontrar.  Solo quería ir a buscarte, y no aceptó que nadie lo acompañara. No fue mi intención mandarlo solo...

—Él no estaba solo. Estaba con Wen Ning.

Lan XiChen fue tomado por sorpresa por la respuesta de su hermano; solo atinó a mirarlo, y no le salió una palabra. WangJi confirmó lo que había dicho:

—Sí, Wen Ning, el mismo que Jin GuangYao juró que estaba muerto. —Lan WangJi se dio vuelta, con la intención de alejarse, pero antes volvió a observar a XiChen—. Deberías averiguar qué clase de persona es tu hermano jurado.

Negro sobre blanco (Mo Dao Zu Shi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora