Encontrarse de frente con un grupo de cultivadores de la secta Lan que no conocía, pero de la cual recordaba a la perfección el uniforme y la cinta con las nubes bordadas, reavivó en Wei Wuxian recuerdos llenos de dolor: las circunstancias que lo habían orillado a su trágico final.
Él no había sido el principal culpable: Wen RuoHan, patriarca de la secta Wen, y sus hijos, habían dado vuelta el mundo de la cultivación, transformándose en los peores enemigos del resto de los clanes. Después de destruir a varias sectas, inclusive a la suya, Yummeng Jiang, y asesinar a su líder, el hombre que lo había recogido de las calles y criado como a un hijo, habían caído derrotados por los pocos que aún quedaban en pie.
El más cobarde de los líderes de secta, Jin GuangShan, que se había mantenido fuera de la lucha hasta que pudo reclamar la victoria para sí, se había levantado en contra de un pequeño grupo de los Wen que todavía quedaban vivos: mujeres, niños y hombres que no se dedicaban al cultivo, porque pertenecían a un grupo de médicos y sanadores.
Wei Wuxian tenía en su conciencia el peso de sentirse culpable, en parte, por lo sucedido: aún recordaba los reproches de Madame Yu, la madre de sus hermanos de crianza, que lo había acusado, no sin cierta razón, de hablar de más y darle a los Wen un motivo para invadir Jummeng Jiang. Aunque estaba seguro de que su actitud solo había sido una excusa, y que si se hubiera quedado callado los Wen igual habrían atacado su casa, Wei Wuxian no podía sacarse de la cabeza el caos, la destrucción y la muerte que había causado su arrogancia.
Más adelante, ya entregado a las prácticas demoníacas y con una reputación pésima en el mundo de la cultivación, había agregado dos errores más a su larga lista de equivocaciones: reunir al grupo de sobrevivientes del clan Wen y tratar de salvarlos, llevándolos a los Túmulos Funerarios, e intentar revivir a uno de ellos, Wen Ning, con sus artes oscuras.
Wen Ning y su hermana mayor, Wen Qin, le habían hecho demasiados favores a los Jiang y a él mismo, como para dejarlos librados a su suerte, y cuando, en una terrible noche de tormenta, la mujer encontró a su hermano atravesado por el asta de una bandera y tirado entre un montón de cadáveres, sintiendo sus desesperados gritos Wei Wuxian se juró revivirlo.
Al fin, y con un poco de ayuda de Lan Zhan, que también había arriesgado su reputación para apoyarlo, lo había logrado, sin saber que ese también iba a ser un instrumento de su desgracia.
Para ese entonces ya estaba perdiendo el control: separado de su hermana Jiang YanLi y de Lan Zhan, las dos personas que más quería en el mundo, y que lo ayudaban a calmarse cuando la energía oscura comenzaba a dominarlo, y sin haber podido ver a su querida hermana casarse, se sintió solo y convertido en un paria.
Un día, ella le mandó una carta: quería que fuera a conocer a su sobrino recién nacido. Feliz al pensar en que por fin lo habían perdonado, acudió a su encuentro, pero cayó en una trampa en la que sin intención, mató al padre del niño.
Después de esa desgracia, todo se precipitó: la mayoría de los clanes se alzaron en armas contra él, y los Wen, en un intento por protegerlo, se entregaron y fueron asesinados por el clan Jin. Wei Wuxian perdió la poca cordura que le quedaba: en un enfrentamiento en el que usó sus artes oscuras para llamar a los fantasmas con su flauta, su querida hermana YanLi cayó muerta ante sus ojos, asesinada por un soldado que buscaba matarlo a él.
Luego de eso sus recuerdos se perdían un poco: recordaba que había destruído el amuleto que le daba fuerzas, para evitar que cayera en manos de Jin GuangShan, y después una voz, llena de miedo, que le pedía que reaccionara.
«Lan Zhan...», pensó. Era su voz, fuerte al principio, pero que se iba perdiendo dentro de su frágil memoria, pidiéndole, rogándole que despertara...
—¿Señor Mo? —Una voz dulce y agradable lo sobresaltó.
—¿Sí…?
—Señor Mo, mi nombre es Lan Jing Yi. Soy el líder del grupo de cacería nocturna de la secta Lan. Debo pedirle que esta noche se quede en sus habitaciones y no salga para nada, porque vamos a plantar algunas banderas para atraer a los fantasmas.
—¿Fantasmas…? ¿En esta casa hay fantasmas?
—Sí, señor. La señora de la casa nos mandó llamar para eliminarlos, y por eso vamos a hacer una formación de banderas. En caso de que no resulte, nuestro líder vendrá más tarde para hacer un hechizo más poderoso.
Wei Wuxian se asustó:
—¿Lan Zhan va a venir…?
El chico lo miró, confundido:
—¿Lan Zhan? ¿Quién es Lan Zhan?
«Tal vez no lo conozca por su nombre de nacimiento…», pensó Wei Wuxian, un poco extrañado.
—Lan WangJi, el sobrino de Lan Qiren. ¿Él va a venir?
Pero el chico lo miró, sin entender:
—Nuestro antiguo líder, Lan Qiren, solo tiene un sobrino que es el líder actual: Lan XiChen, ZeWu Jun. A él me refería, señor Mo.
***
Arrastrando con lentitud los pies, Wei Wuxian volvió a su sucia habitación. Aún no podía creer en las palabras que le había dicho ese joven cultivador de la secta Lan.
Se preguntó qué habría pasado con Lan Zhan. Si ese muchacho, que aún era un niño pequeño en la época de la guerra entre clanes, no lo conocía, tal vez había ocurrido algo muy malo con él. La horrible posibilidad de que también hubiera muerto lo llenó de miedo y tristeza. Pero no había otra respuesta posible: si los jóvenes de la secta Lan no sabían de su existencia, Lan Zhan había fallecido hacía tiempo.
Pronto se hizo de noche: Wei Wuxian abrió de par en par las ventanas de la habitación, y un viento helado entró para llevarse el asfixiante olor a muerte. No se sentía más ruido que el de una rama de bambú que se sacudía mientras golpeaba la pared, y el chico extendió una mano y tomó una de sus hojas, que llevó a sus labios para entonar una melodía que calmara su pena. Solo recordó una: la que había tarareado Lan Zhan para él en la cueva de la tortuga de la matanza, cuando quedaron atrapados con ese terrible animal que habían matado juntos.
Con los ojos llenos de lágrimas, entonó esos bellos sonidos creados por la persona que más le importaba en el mundo, y maldijo a Mo XuanYu por revivirlo.
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Negro sobre blanco (Mo Dao Zu Shi)
FanficTraicionado por su secta, Lan WangJi toma una decisión que cambiará el rumbo de su vida: abandonar GusuLan y transformarse en un cultivador errante. *** Después de perder a su alma gemela y ser castigado por su tío, Lan W...