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Hoy, tus labios ya no están, noto el hielo que atraviesa mi piel.
Estoy sentada en la cornisa mientras observo a mi alrededor, siento el vacío a mis pies, tiemblo ante el miedo de caer sin volver a escuchar tu voz, sin volver a saborearte, a tenerte entre mis piernas, a que mi corazón se acelere solo con notar tu olor.

Oigo mis lágrimas chocar contra el suelo y me declaro culpable por haber roto un corazón que no era mío, pero que yo misma intenté arreglar.
No hay vendas suficientes en todo el universo para curar a quién he malherido.
Lo siento, te rompí, cuando simplemente me quería romper yo.

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