XIII. Reencuentro

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Alicent se encontraba encabezando la familia en la entrada del castillo esperando a la familia de Rhaenyra. Sus uñas no paraban de estirar sus cutículas hasta crear pequeños hilos de sangre de lo nerviosa que estaba por esta situación, o más que nerviosa, estresada. Ella solo quería que su hijo fuese coronado rey, que la princesa lo aceptase y se marchase de vuelta a Rocadragón. Pero no iba a ser tan fácil. Lo bueno era que nadie sabía del plan que había estado creando este tiempo, y la mayoría de casas; menos algunas sin poder; estaban de su lado. Volverían a crear un gran consejo donde Jace y Aegon estarían de pie el uno junto al otro y su hijo saldría vencedor. No pensó mucho en Saera, sabía que no aceptarían una mujer como tampoco querían a Rhaenyra los nuevos herederos de sus casas.

Al de unos segundos, ser Criston Cole apareció por la puerta para susurrar a la reina que el patio ya estaba listo para que los dragones descendieran. Alicent asintió y con un leve giro de cabeza ordenó a sus hijos dirigirse al patio para dar la bienvenida a la familia. Aun tener que ser ella la primera por código, Helaena se agarró el vestido y lideró el pequeño grupo a paso rápido de las ganas que tenía de ver a su amiga. La reina se molestó un poco pero no dijo nada ya que llevaba mucho sin ver a su hija sonreír. Todos la siguieron.


◇◇◇


Los dragones aterrizaron en el patio perfectamente coordinados, primero bajaron Syrax y Caraxes, después Honeymoon junto a Vermax, y por último Arrax junto a Tyraxes. Se acercaron unos cuantos guardianes de dragón para calmarlos y ayudar a sus señores a bajar de ellos.

Cuando Saera bajó, fue como si el tiempo alrededor de ella se detuviese; lucía una verdadera princesa Targaryen. Tenía la piel resplandeciente y tersa, las uñas cuidadas, el pelo lo llevaba recogido en una ancha trenza; junto a pequeños accesorios de metal; que le llegaba hasta la cintura , y dos mechones le salían de la parte del flequillo. La luz del sol hacía ver sus ojos morados mucho más claros, y llevaba un vestido negro y rojo precioso, al igual que su madre. Saera miró a su madre y esta asintió, entendiendo que quería ir a saludar a sus antiguas compañeras de trabajo y fue corriendo a preguntar qué tal iba todo.

Alayne estaba preciosa y por lo que le contó se había casado con uno de los cocineros y estaba en cinta, Saera se alegró muchísimo. Pero nadie supo nada de Marygold todavía, cerraron los ojos esperando que se encontrase bien.

La puerta al patio se abrió, y los Hightower hicieron acto de presencia. La princesa Helaena entró nerviosa mirando a cada lado, fijando sus ojos primero en los dragones, y al ver al precioso dragón blanco, uno que jamás antes había visto, pudo enfocar los ojos en su mejor amiga. Se le humedecieron y corrió hacia ella, Saera hizo igual y las dos compañeras se unieron en un fuerte abrazo del que si pudiesen no se soltarían jamás. Helaena acarició el rostro de Saera como si se tratase de una hija, mirando que estaba bien, que era real, y Saera hizo igual. Helaena había cogido unos pocos kilos lo que la hacía ver preciosa y el vestido le quedaba espectacular.

- Saera...estás...- Helaena agarró las manos de su amiga de nuevo y jugó con sus dedos - preciosa, de verdad, preciosa, espectacular, te sientan muy bien los 16 años. - Saera sonrió.

- ¡Tú sí que estás preciosa! En serio te he ec... - pero Alicent aclaró su garganta.

- Me alegra mucho y me emociona este rencuentro, pero estaréis cansados, ¿por qué no pasamos al comedor y hablamos mientras comemos algo? Han cazado un venado maravilloso.

- Me alegra volver a verte Alicent - dijo Rhaenyra - pero creo que no pasa nada porque dos amigas se vean después de tanto tiempo y hablen. - sonrió para molestar a la reina.

LA DONCELLA | Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora