Jacaerys se encontraba junto a los dragones en el momento que sus padres aparecieron algo apresurados.
- ¿Ocurre algo, madre? - se tensó mientras acariciaba su dragón. Rhaenyra subió sobre Syrax y miró a su hijo, nerviosa y molesta a la vez.
- Jace, busca a Lucerys, Joffrey y Saera y diles lo siguiente, "padre y madre han salido en busca de apoyo, todo era una trampa de Alicent".
- ¿Cómo? ¿una trampa? - la vena del cuello de Jacaerys comenzó a hincharse mientras miraba a su padre y este continuó la conversación.
- La hija de puta de Alicent tenía todo planeado. No quiere coronar a Rhaenyra. Quiere coronar a su hijo y sin nosotros saberlo ha estado hablando con casas para que le brinden apoyo. Tenemos solamente dos días para lograr más de la mitad de respaldo que el que tiene ella.
- Pero eso es...- Jace miró hacia abajo pensativo.
- No digas imposible. - dijo Daemon. - No pienso dejar que nadie que no sea tu madre se siente en el Trono de Hierro. El trono le pertenece a ella y haré lo posible. Dos días puede ser a la vez poco y mucho tiempo. Aprovechemos cada minuto. - Caraxes alzó el vuelo.
- Avisa a tus hermanos, Saera se encargará de vosotros. Y no te fíes de Alicent, ¿de acuerdo Jace? - asintió y Rhaenyra fue tras Daemon, en pocos segundos parecían dos estrellas lejanas en el cielo.
Jace caminó a paso rápido hacia el interior de la fortaleza para encontrar a sus hermanos, pero nada más entrar se chocó contra Lucerys quien parecía nervioso y señaló hacia la ventana al ver a Jacaerys.
- ¿Por qué vuelan padre y madre? - sus ojos se abrieron cada vez más, como si pudiese sentir que el peligro se avecinaba.
- Tenemos que encontrar a Joffrey y Saera, al parecer todo ha sido un engaño para dejar mal a madre y que sea el maldito Aegon quien se siente en el trono.
- ¿Cómo? - los puños del pequeño se apretaron.
- Lo que has escuchado. Tenemos que reunirnos y hablar, quizá podríamos hacer algo nosotros también. Solo quedan dos días hasta que se celebre el Gran Consejo.
- De acuerdo, iré a buscar a Saera, tú hermano, busca a Joffrey. - ambos asintieron y se alejaron el uno del otro.
Lucerys corrió hacia las habitaciones intentando hacer el menor ruido posible, pero sonidos de gemidos lo hicieron ponerse alerta, y se asomó con cuidado al pasillo. La boca se le abrió por completo al ver a su hermana mayor, prometida de Jacaerys, disfrutando junto a Aemond. No podría creerse lo que estaba viendo. ¿Cuanto tiempo llevarían así? Estaba molesto, ver a su hermana deshacerse en los brazos de uno de los verdes..., justo en el maldito Aemond Targaryen. Apretó el puño junto a la fría pared. Estaba listo para irse, pero al ver como esta vez era su hermana quien suplicaba un beso mientras lo tocaba a él no pudo aguantar más.
- ¿Saera? - ambos miraron al pequeño Velaryon y el rostro de Saera palideció.
- ¿Lucerys? - Aemond se apartó de ella sin prisa alguna y la princesa caminó hacia su hermano. - ¿Qué pasa?
- Qué estabas haciendo. ¿Estabas en serio besándote con ese desgraciado? - miró a su tío con despreció.
- Oye niño, cuidado con tus palabras eh, que me estaba manteniendo callado.
- Callaros los dos. - Saera volvió a mirar a Lucerys - No le cuentes esto a nadie, ¿has entendido?
El joven miró a su hermana, por primera vez había notado un tono amenazante en ella y no le había gustado nada. Se apartó un par de pasos, miró a Aemond y después a ella.
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LA DONCELLA | Aemond Targaryen
Fanfiction«- Te deseo. - Aemond la empujó contra la pared. - No podemos hacer esto...» Saera, la primera hija de Rhaenyra y Daemon Targaryen, fue abandonada un mes después de su nacimiento. Estaba pensado que viviese una buena vida pero algo cambió su destino...