┆primera salida

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Seungmin revisó una y otra vez su teléfono, aún sin encontrar ningún mensaje de Chris que dijera que iba a llegar tarde. Debería tranquilizarse un poco, ya que aún quedaban quince minutos para su hora acordada, pero no podía evitarlo. Bang era su primer amigo, y no contaba con Changbin porque son amigos desde pequeños, ninguno tuvo elección sobre el otro.

En cuanto los minutos pasaron, la figura de Christopher se acercaba a él, vestido con ropa sencilla pero que le hacía ver completamente adorable. Le sonrió a su compañero, sin saber qué más hacer. Cuando iban juntos en el bus, casi nunca hablaban, y cuando lo hacían era porque las cosas surgían. ¿Qué le iba a decir? Quizá había sido un poco estúpido invitarlo cuando sólo lo conocía del autobús y nada más.

—¿Hola?—la voz del más bajo lo trajo de nuevo a la realidad. Aunque se arrepintiera, ya era tarde, ya estaban juntos e irían al cine juntos.

"1.- Recuerda agradarle, pasa a buscarlo, invítalo a algún lado".

Tachó mentalmente aquel apartado de la revista que había comprado su madre, "Cómo hacer un amigo".

Hola Channie.

"2.- Poner apodos puede incrementar la confianza".

Al principio el menor, le miró confundido, con los ojos un poco abiertos y la boca formando una "o", aunque después volvió a su habitual sonrisa, indicándole al mayor que lo estaba haciendo bien.

—Hola, Seungmin. ¿Vamos?—el mayor asintió, comenzando a caminar junto al otro.—Por cierto, ¿qué película vamos a ver?

—Eh, el ticket te permite elegir película, así que elegimos ahí.

El menor asintió, y no tardaron demasiado en llegar al cine.

—Y bien, ¿cuál quieres ver?—cuestionó Seungmin, mirando la carta y sin ver algo que le interesara demasiado.

—Hmm, ésta está bien.—señaló la película qué quería y pidieron los asientos más alejados, pero que aún así era donde mejor se veía. Seungmin propuso ir a por palomitas antes, dejando a Chan solo en la sala y volviendo un rato después, con bebidas también.—No tendrías que haberte molestado, ya me estás invitando a la película, no tenías por qué pagar también los snacks.

—No te preocupes, lo hago por gusto. Tómalo como pago por el pastel.

—¿Tanto te gustó?

—Sí, hace tiempo que no comía cosas que no fueran precocinadas.—comentó, acomodándose en su asiento y tendiéndole sus cosas al menor.

—Hmm, si quieres puedes pasar a comer algún día a casa. ¿Vives solo acaso?

—No realmente, pero mis padres siempre están viajando, y yo no sé cocinar. Es más fácil comprar la comida precocinada y hacerla en casa, pero acepto tu propuesta.

Y así pasaron las tres horas de la película, hablando sobre ellos e ignorando completamente la historia que se proyectaba delante de ellos.

Era más interesante la suya propia.

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