CAPÍTULO 1

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La mayoría de los personajes le pertenecen a S. Meyer aunque habrá algunos hijos míos. Por lo demás. . . continúo jugando


INTRODUCCIÓN


Vivir y Morir

Palabras contrarias, agudas, bisílabas. Ocho letras que contienen más preguntas que certezas, palabras que encierran un significado profundo y rodeado de misterio , que han formado - y aún lo hacen- parte de las grandes interrogantes del ser humano.

La vida es considerada generalmente un regalo que se nos da - muchas veces sagrado dependiendo de la religión que se profese- y debemos vivirla según los preceptos que se nos ha inculcado desde la sociedad en la cual vivimos, la muerte en cambio es ese inexorable lugar al cual todos llegaremos, mas tarde o más temprano, nos guste o no.

Usualmente solemos asociar a la palabra vida, luz, nacimiento, alegría, don, regalo y a la muerte con algo oscuro, desconocido y atemorizante. Pero que sucede cuando alguien puede asociar a la palabra muerte con la salvación, con un punto final a una situación desesperante.

Cuidado amigos, esto no es una apología de la muerte, simplemente es . . . como decirlo . . . una charla filosófica, una reflexión, un cuestionamiento interno

Cuando una persona se pregunta sobre estas dos palabras siempre surge si la razón que autentica la pregunta es proximidad de la muerte.

Existe una sutil diferencia entre preguntarse : Vida y Muerte, o, Vida o Muerte

En esta disyuntiva me encuentro hoy: vivir muriendo, o morir, para ser libre









CAPÍTULO 1


EDWARD

- Listo Edward, los documentos están terminados, Gianna tiene los archivos cargados tanto en su computadora como en la tuya, además de los folders impresos - dijo Emmet levantándose de su asiento, al tiempo que cerraba su computadora portátil mientras su hermano entraba en la oficina

-Perfecto, esto no debería tomar más de tres días, si esos bastardos no quieren negociar, saben que llevaran las de perder, ninguna empresa puede ofrecerles ese software salvo nosotros.

Edward se acerco al imponente escritorio de su hermano, al momento que veía como este se apresuraba a guardar sus documentos en el fino maletín de cuero que le había reglado su madre en su último cumpleaños. A pesar de tener casi treinta años, Emmet no aparentaba más de veinticinco: cara regordeta, mirada franca, sonrisa dulce, amante esposo y padre, justamente todo lo contrapuesto a él.

A sus treinta y cinco años, Edward Cullen se consideraba un hombre justo, recto, excelente en lo que hacía, con una cierta belleza física que sabia reconocer - no en vano y mas allá de sus millones, era uno de los solteros más codiciados de Nueva York- sabía perfectamente el efecto que sus ojos verdes, su cabello cobrizo, su sonrisa de lado y su metro ochenta de estatura causaban en las mujeres.

Pero sobre todo este atractivo físico que llevaba consigo, lo que más llamaba la atención de las mujeres - y lo que él ignoraba- era ese aire de naturaleza superior que lo envolvía. Se movía con gracia, elegancia, era atento y considerado con sus parejas, pero simplemente, no se dejaba atrapar. Se escabullia de las garras, corazón y coños de sus parejas como agua entre las manos.

A DONDE TÚ ME LLEVESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora