CAPÍTULO 7

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La mayoría de los personajes le pertenecen a S. Meyer aunque habrá algunos hijos míos. Por lo demás. . . continúo jugando

CAPÍTULO 7

PUNTO DE INFLEXIÓN

— Odio que el taller aún me tenga a cuentos, ¿cuánto tiempo más pueden tardar en reparar un raspón?

— ¿Raspón? —pregunto incrédula Isabella— Alice por favor, abollaste toda la parte trasera de la camioneta, prácticamente parecía un acordeón, ¡claro que van a tardar para reparar eso!

— Ese idiota no podía estar más ciego, tenias todos los indicadores encendidos

Isabella miro a su amiga y sonrió; a la salida de la galería de arte en la que trabajaba, Alice había chocado con uno de sus propios clientes, si bien era verdad que tenia los indicadores encendidos, no podía pasar por alto el hecho de que hablar por teléfono mientras maniobraba su camioneta había tenido algo que ver.

— Lo sé linda y es una suerte que no hubiera nadie en la parte trasera contigo

— No lo menciones — suspiró, Jas se ha encargado de hacerlo, en todo caso, debo acostumbrarme a utilizar el manos libres.

— Si eso tampoco vendría mal, pero no te preocupes, deja que yo voy a la tienda, de paso, sigo conociendo el vecindario y elijo yo por un día la cena, ya que la voy a preparar.

—Cariño¿ en serio harías eso?, no quiero sacar a Andy con este frio y no tengo los ingredientes para preparar esa maravillosa experiencia culinaria por la cual nos quieres hacer pasar —respondió Alice haciendo comillas con sus dedos.

Isabella quería agasajarlos con una cena tradicional de su país, pasta con salsa Gran Carusso y una torta Rogel, por lo tanto necesitaba algunos ingredientes que no eran los comunes que Alice tendría en su cocina. Se levantó buscando su abrigo

—¿Recuerdas donde queda la tienda? Si atraviesas el parque saldrás justo en la esquina

— Si lo sé tranquila, no voy a perderme , pero por si acaso llevo el móvil de acuerdo.

—De acuerdo, cielo gracias —dijo Alice al despedirse

—Sí, cielo— contesto también Andy sin despegar los ojos de la hoja donde hacia un elaborado dibujo — y puedes traerle un rico chocolate a tu ahijado favorito.

Miró a Andrew con una ceja levantada y luego en dirección a su madre quien asintió con un movimiento de cabeza, aunque aproximando sus dedos índice y pulgar.

— Ok cielo, pero uno pequeñito, no queremos que luego te duela la tripa— dijo dándole un beso en la cabeza al niño, sacudiendo suavemente sus rizos con la mano.

— Tú sí que eres linda— dijo el pequeño girándose para guiñarle un ojo a su madrina.

— Y tú, sí que embaucas a cualquiera, te amo enano – respondió Isabella ya casi desde la puerta enviando un beso volador al actual amor de su vida, su ahijado

Cerro la cremallera de su abrigo al tomar contacto con el exterior, si bien la tarde estaba soleada el viento era gélido, guardó el celular en el bolsillo del jean, metió rápidamente las manos en los bolsillos de la chaqueta y se internó en el parque.

Sin darse cuenta mientras caminaba, se encontró pensando en su nueva vida. En estos dos meses que llevaba en Nueva York, había hecho algunos avances importantes; en septiembre iniciaría un internado en el Hospital Presbiteriano , luego el cual obtendría su licencia para ejercer la medicina en Estados Unidos. Como tenia aun muchos meses por delante antes de iniciar el mismo, había decidido buscar trabajo. Necesitaba algo en lo que ocupar su mente y además quería independizarse. No es que no estuviera cómoda donde Alice y Jasper, pero debía hacerse responsable de su vida, además de que no quería ser un lastre para sus amigos. Si habían llegado al acuerdo de que el lugar que Isabella encontrara para vivir, debía ser cerca del departamento de Alice lo que en realidad era un tanto utópico; vivir en esa zona era casi imposible para las finanzas de Isabella pero ni Jasper ni Alice dieron el brazo a torcer en esto. Sabían que ellos eran lo único que Bella tenia y además de quererla, se sentían responsables por ella, necesitaban que estuviera cerca.

A DONDE TÚ ME LLEVESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora