Harry ha iniciado su Tour por el nuevo lanzamiento de su álbum. Todo va bien, hasta que comienza a tener ciertos síntomas extraños.
Va con su médico, donde le da una noticia un poco inesperada.
¡Está esperando un bebé!
Harry estaría brincando de e...
Amanecí en la cama con Louis a mi lado. Su brazo alrededor de mi estómago. Su cara hundida en mi cuello.
Sentía su respiración cálida en esa parte. Su pecho subiendo y bajando en mi espalda. Pequeños espasmos en su cuerpo, debido a algún sueño suyo.
Me removí un poco, a mi mala suerte. Lo desperté.
Abrió sus ojos con pesar. Parpadeando varias veces, acostumbrando su vista a la luz del día. Acomodé sus cabellos desordenados, dejando un beso en su frente. Como cada mañana que amanecemos al lado del otro.
—Buenos días, amor.— hablé en voz baja.
Louis sonrió al escuchar mi voz.
—Buenos días, sol.— besó mi mejilla. Acarició mi estómago, removiéndose en la cama hasta bajar su cabeza a mi estómago. Dejando un besito en el. —Buenos días, arrocito.— dijo riendo.
Volvió a acomodarse en la cama. Dejándome abrazarlo cual koala.
—¿Cuándo subimos a dormir?— pregunté. No lo recordaba.
Louis jugaba con mis manos entre las suyas. Solamente viendo mis ojos.
—Te quedaste dormido en la sala de descanso.— dijo simple. —Te llevé a la cama, y bajé a terminar de escribir. Subí unos minutos después.
—Me hubieras dejado en la sala. No tenías que cargarme.
Louis negó, mirándome como si estuviera diciendo algo fuera de sentido.
—¿Y dejarte en este incómodo sofá durmiendo? ¿A ti y a nuestro bebé? No, amor. Cuando yo esté contigo haré lo que pueda para tenerte bien... tenerlos a ambos bien.
—¿Y si no estás?— alce una ceja. Retándolo un poco.
—Para algo existen los celulares y las videollamadas. También Azul que me ayuda a ayudarte.— sonrió. —¿Cómo te sientes hoy? ¿Hay náuseas?
Era la pregunta de cada día después unas semanas viéndome salir corriendo de la cama, directo al baño para vaciar mi estómago.
—Ninguna.— canté con alegría.
Louis cerró sus ojos, mostrando su labio inferior. Asintiendo. Tomándolo con una buena noticia.
—¿Hambre?
—Mucha.
—Entonces vayamos a hacer este desayuno.— habló con voz animada. —Te diría el típico "yo voy a hacértelo, quédate en la cama" pero sabemos que no soy el mejor cocinero.
Reí con su honestidad, también recordando la última vez que él estuvo solo en la casa e intentó preparar algo de comer. No le fue muy bien.
—Yo lo haré si me ayudas en unas cosas.
—Trato justo.— se encogió de hombros.
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