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La cena estuvo tranquila, a pesar de alguno que otro comentario de La Tora, todo estuvo bien. Al parecer la presencia de Juan afectaba más de lo que creían y ahora que no estaba, todo se encontraba casi en paz y armonía. Aunque, tenía que admitir que había momentos donde extrañaba su presencia; porque Nacho se veía más decaído, La Tora se notaba que se sentía más sola. Y aunque no pareciera tanto, les importaba los de la casa, siempre se había fijado en el bienestar de los demás.

Y quería ayudar,
pero no sabía cómo.

Y sabía que ellos le habían hecho pasar miles de malos momentos dentro de la casa, pero no le importaba. Le enseñaron que en un ambiente sano todos tienen que estar bien, y bueno, era claro que nadie lo estaba.

Y más se dejó en claro
cuando Lucila y Juliana
se empezaron a gritar en
medio de la sala.

-¿Y de qué tengo la culpa yo si vos andás hablando mal de todas siempre?, no te confundas, porque yo no voy a dejar que me jures ni por tu abuela muerta para hacerme lo mismo que le hiciste a Romi. -Le apuntó a la mujer con su dedo índice, sentada en el respaldo del sillón, no le importaba, estaba serena y todos le daban completamente igual. Total, después de todo lo que hizo y reflexionar... Se dio cuenta que la cagó mal y eso el público no se lo iba a bancar. Sabía que se iba y no tenía otra alternativa, así que le toca aprovechar el poco tiempo que le queda durante su estadía para lograr descargarse de la gente que tan mal le caía.

-¿Y vos?, le dijiste cínica a Coti y después te fuiste y te le hiciste la amiga. Hablaste pavadas de Julieta y después fuiste y le hablaste re tranquila. Para mí, acá, la falsa sos vos no yo. -Juliana la miraba con una expresión que la irritaba de sobremanera. Era como si la subestimara, como si la estuviera tratando de estúpida. Ella no era estúpida, podía tener a toda la casa contra ella pero no era boluda.

-¿Discúlpame?, ¡Pero anda a mirarte a un espejo nena, que acá no sos nadie! -Le hizo un ademán con la mano hacia atrás, como si le restará importancia a todo ese lío y se fue afuera. Quería evitar a la morocha.
No se esperaba que Juliana la siguiera a pisotones, gritando incoherencias que no quería escuchar ni en pedo.

-¡Vos no sos nadie acá, careta! -La mayoría volteó por el griterío que estaban armando las dos. Él solo las observó con el ceño fruncido, ¿Por qué tenían que cagarla tanto?, ¿Por qué no podían simplemente tener un día tranquilo sin que ambas se pelearan a gritos? Era simplemente irritante.

-Eu, dale. Basta las dos. Vamos a ir a divertirnos en un rato para que ustedes dos estén peleándose. -El Alfa se acercó a las dos que enseguida se agarrarian de los pelos. Las separó y ambas se fueron por su lado, dándose miradas asesinas de por medio.

-Qué cagada, boludo. -Se pasó una mano por los cabellos y se tiró al lado de Marcos, claramente cansado y perturbado.

-Esas dos son como perro y gato. -Ambos soltaron leves risillas. Se sumergieron en charlas sin fin mientras esperaban la hora de la fiesta.

Le gustaba estar con Marcos, lo hacía sentir bien, le hacía sentir que no estaba solo. Además, el salteño le prometió no dejarlo solo, aunque ahora tenía más amigos que antes; Thiago, Romina, Julieta, Daniela, Cone y Nacho. Él seguía estando ahí. Y sé sentía bien. Sé sentía bien porque tenía la sensación de que nunca lo dejaría solo, tenía la sensación de que nunca lo dejaría de lado por cualquiera de la casa.

Y le gustaba pensar
que seguirían siendo así
fuera de la casa.

-Primo. -El dueño de sus pensamientos lo llamó y él alzó la cabeza al instante, la expresión del salteño era seria y estaba enarcando una ceja-, ¿Escuchó lo que dijeron recién? -Meneo la cabeza para un costado y soltó un suspiro cuando negó con la cabeza.

-No, ¿Qué dijeron? -Preguntó con curiosidad enmarcada y acomodándose bien. Marcos suavizó su expresión y se levantó, dándole la mano. Solo ahí cayó en cuenta que casi todos se habían metido adentro.

-Big recién dijo que ya podíamos ir para lo de la fiesta. -Le sonrió y él aceptó su mano. Ambos se dirigieron hacia lo que iba a ser la fiesta entre risas, chistes malos y quizás alguno que otro regaño de parte del menor (en edad), por sus comentarios.

Por alguna razón todo
se sentía demasiado bien
a su lado.

Por alguna razón todo se sentía demasiado biena su lado

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¡Mejores amigos!  | Margus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora