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Sus pensamientos seguían desordenados y girando alrededor de ese pecador sueño húmedo junto con el que lo acompañó. Aún así salió de la habitación luego de cambiarse y arreglarse para ir al comedor donde todos lo esperaban sentados para poder hablar. Y bueno, la charla que había dado Romina no fue relativamente interesante desde su punto de vista, había hablado sobre el tema del respeto y bla, bla, bla.

Ese domingo se había ido Lucila "La Tora" y no le afectaba mucho. Agus se veía un poco desanimado porque, cuando por fin se estaba llevando bien con la mujer, ella se iba.
Durante esos días tampoco habían hablado mucho, había una distancia algo marcada entre ellos. Agustín no sentía la necesidad de hablarle, pero Marcos sí.
Quería su atención, quería que lo mirara, que lo observara y lo apoyara aunque no le esté pasando nada. Quería, anhelaba de su atención que no tenía.

Empezó a juntarse más con las chicas por obligación. Pero también tenía que admitir que había afinidad entre él y Julieta. Notaba la mirada algo rara que les mandaba Agustín pero la ignoraba, ¿Quería hablarle?, claro, pero si el primo no quería entonces no tenía porqué hacerlo.
La mayoría de la casa empezaban a emparejarlos; Romina, Daniela, Alfa, Coti y hasta jodía la misma Julieta. Los únicos que no lo hacían era Cone, Thiago, Nacho, Juliana y Maxi. Ellos se daban cuenta de las muecas de incomodidad que hacían cuando los emparejaban.

—Ay, primo, este Agus está re pesado en los últimos días. Tipo, no sé, ya se cree el rey de la casa. —Comentó Julieta, no le agradaba del todo. Era bastante caprichosa, no tanto como la correntina, pero de que era, era.

—¿Cómo así, prima? —Sabía a lo que se refería pero aún así preguntó, quizás tenía una mala idea y estaba equivocado.

—Y sí, porque tipo, el chabón dice: "Este domingo te vas" como si fuera alguien. Está re agrandado después de que le hayan salvado tanto. No sé que le pasa. —

Al final su idea no
había sido errada.

No dijo nada. Agustín era su amigo, no diría nada. No hablaría mal, solo se quedaría en silencio hasta que le chica se vaya o hasta que se incomodara. No le gustaba cuando se ponían a hablar mal de su amigo e intentaban involucrarlo en su plática.
Julieta no parecía ceder a irse así que él mismo se levantó, no se despidió y fingió olvidarse hacerlo. No quería hacerlo.

Caminó hasta el pasillo y cuando estaba a punto de entrar, escuchó:

—¿A vos te gusta Marcos, no?, ¿Agus? —La voz de Juliana se resonó y él no pudo evitar prestar atención.

Nadie decía nada. Escuchó pasos acercarse y rápidamente adoptó una posición como si estuviera a punto de abrir la puerta.

—¿Primo? —Nacho preguntó y luego se aclaró la garganta, estaba un poco afónico desde ayer a la noche. Aseguraba haberlo escuchado gritar un rato con Thiago, pensó que estaban teniendo una discusión pero descartó la idea rápido cuando se callaron, bueno, en realidad Nacho.

—Ehh, primo, justo estaba por abrir la puerta. ¿Juli? —Observó a la chica y notó como Agustín se puso rígido. Ambos estaban sentados en la cama de Alfa, Conejo estaba enfrente y Maxi estaba apoyado contra la pared de brazos cruzados, entre medio de la cama de Thiago y Agus.

—¡Eyy!, ¡Salta!, ¡Justo estábamos hablando de vos! —La chica se había puesto nerviosa, apretujo su pecho y sus hombros se tensaron. La saliva se quedó en su garganta, como si no quisiera tragarla.

—Espero que sean cosas buenas. —Todos rieron y comenzaron a hablar tranquilamente. Pero notó que Agustín no se sumaba, a punto de integrarlo él se levantó y habló:

—Voy a tomar algo, ¿Me acompañas, Nacho? —Este asintió y ambos se dirigieron a la cocina. Ellos siguieron hablando. El enano estaba raro y no le gustaba. No le daba buena espina.

Los siguientes días siguieron así, tampoco hablaron, ambos se evitaron. Suponía que Agustín sabía que él había escuchado su conversación, no era boludo.
Todo siguió así hasta que llegó el domingo y se fue Juliana. Agustín decayó.

—Ella fue... Ella fue una de las que sé quedó conmigo cuando más lo necesitaba... —Sus ojos celestes se convirtieron en cristales y lo reflejaron.

Pestañeo. Y todas las lágrimas contenidas salieron.

Por fin el llanto ganó.

Y lo apreciaba. Y lamentaba no haberle hablado antes. Pero estaba tan confundido y dañado que no sabía qué hacer. Se sentía mal. Muy mal.

Porque al parecer la contemplaba
a ella, no a él. Porque creía que
nunca lo miró a él.

¡Mejores amigos!  | Margus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora