Cinco años después.
Lagrimas silenciosas rodaban por sus mejilas mientras agarraba la mano de su hermano con fuerza, depostó la rosa blanca arriba de la tumba de Claries, mientras observaba la foto sonriente de su madre, la cual nunca se permitieron decirse cuándo se amabas.
Le dedicó una última sonrisa y se marchó, el recuerdo aún dolía, han pasado cinco años desde el encuentro con esa gente en su antigua casa, nada podía reparar el recuerdo de su familia fallecida.
Dejó la escuela luego de que la reanimaran en ese hospital, ese chico de ojos azules y cabello castaño había fallado nuevamente, jamás hubiera imaginado sobrevivir a cuatro puñaladas, que finalmente no fueron tan profundas para tocar uno de sus órganos. Perdió mucha sangre, pero la ambulancia no tardó en llegar a burcarla a ella con su hermano.
A pesar de todo, estaba agradecida por no haberlo matado.
Cuando llegó a casa, un grande y viejo Pastor Alemán apareció subiendose encima de ella y lamiendole la cara. Genevieve rió y le tomó ambas patas a su perro.
—¡Mickey, basta!— gritó con risas, amaba cómo el animal la recibía siempre al llegar. Besó la cabeza del perro y dejó que Drew jugara con él un rato.
El perro fue hallado encerrado en la pieza de Gena, que luchaba por escapar de ahí. Por suerte nadie lo encontró en ese entonces hasta que llegó ambulancia al lugar, registraron la casa, encontraron los cadáveres de ocho personas en el living y a Drew en su cama. Querían dar al perro a una casa de adopción, pero observaron con Drew no se alejaba de él en la sala del hospital, y evitaba que lo alejaran de su lado.
Las últimas cuatro noches de purificación le había pedido ayuda a su amigo Charlie para instalar los sistemas de protección para ventanas, aunque nada le decía a ella que estaba al cien por ciento segura, la vez que mataron a su familia habían forzado la cerradura y pudieron entrar.
Gracias a Dios a la familia Sandin no le había pasado nada, Charlie contaba que fueron los vecinos quienes intentaron matqr a Mary Sandin pero no logró concluir, Gena estaba muy feliz cuando supo la noticia, ya que los Sandin la habían visitado en el hospital y le ofrecieron amablemente un espacio en su casa.
Cumpliendo los diesiocho, Genevieve empezó a trabajar en la empresa indumentaria de su padre, forzandose a ella misma a comprender de qué trataba para manejar bien el negocio. Se compró una casa no muy grande y se trajó a su hermano consigo a los dos años después.
Genevieve entró a su casa tumbándose en el sillón, estaba en sus vacaciones y no había tenido ningún momento de paz desde que comenzó el día. Éste era su momento.
— Zoey me ha dado ésto, Vivie. — Drew corrió hacia Genevieve cuando volvía de la escuela. En sus manos yacían un muñeco de peluche felpudo, entre un león y un tigre.
— Está muy lindo Drew ¿Como se llama?—preguntó ella con una sonrisa de oreja a oreja.
— Jason.
Genevieve aún recordaba ese día, dos meses después de lo ocurrido fue cuando ocurrió.
La noche recalló en la ciudad. Ya había mandado a Drew a cepillarse los dientes para irse a la cama. Ella volvía a estar recostada en su cama, inunda en sus pensamientos, y es que nads ha cambiado en la chica, es imposible no acordarse de todo lo sucedido y menos cuando faltan menos de veinticuatro horas para que llegue otra vez la purga.