Capítulo 2

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─Disculpe, señor Han, tiene una llamada...

Jisung ni siquiera se preocupa en levantar la cabeza, sigue absorto en la lectura de los papeles sobre su mesa, haciéndole un gesto con su mano a la secretaria en la puerta que le da a entender que no está disponible para nadie en estos momentos.

La puerta vuelve a ser cerrada y lleva sus dedos a su barbilla, agarrando el bolígrafo y firmando en la hoja correspondiente, repitiendo el proceso que ya ha hecho incontables veces hoy y suspira, arrastrando la silla con sus pies y entrelazando sus manos sobre su abdomen, mirando el montón de folios apilados.

Para Jisung la vida es sencilla, o al menos eso diría él, a diferencia de lo que el resto puede pensar cuando lo ve.

Para el resto no parece nada fácil lidiar con ser uno de los empresarios más importantes de todo Seul, aún menos para sus conocidos que ven la cantidad de cosas y trabajo que conlleva serlo, y tienen razón, no lo es en absoluto, pero a Jisung lo criaron desde muy pequeño para encabezar este puesto, y aunque sin duda es tedioso, él no tiene quejas de su vida.

La mayoría de los días le gusta lo que hace, le gustan las reuniones, el papeleo, los negocios, los costosos trajes y aveces incluso el estrés cuando algo falla y hay que implicarse más de lo normal, pero a la vez, hay días, como hoy en concreto dónde Jisung no siente ganas de hacer absolutamente nada, dónde siente que su vida sería más placentera si trabajara en cualquier otro lugar, quizá en una librería, siempre le gustó el olor de los libros.

Coge una bocanada de aire, pasando una de sus manos por su pelo peinandolo hacia atrás y llevando después sus dedos a su cuello, aflojando un poco su camisa, dispuesto a volver a su labor cuando su teléfono suena y estira la cabeza, alzando una ceja nada más ver el nombre.

─¿Qué pasa?

¡Han Jisung!

─¿Ah? ¿Qué quieres? Estoy ocupado.

Cállate el hocico, soy tu mejor amigo. ¡Te necesito!

─Sé que soy guapo, pero lo siento, voy a tener que rechazarte.

Iughh, creo que voy a vomitar.

Jisung ríe al escuchar la fingida arcada de su mejor amigo, porque aunque finjan llevarse como el perro y el gato, Bang Chan es el mejor amigo de Jisung desde que este último tiene once años y se conocieron en una pastelería a la que Jisung fue sin permiso después de escapar de sus guardaespaldas, armando un total caos y pidiendo de rodillas a su padre poder llevar de visita de vez en cuando a casa para jugar a su nuevo amigo australiano.

─¿Qué quieres ahora?

¡Van a hacer una convención de artículos de pokémon en el centro!

─Ujumm, que bien. -musita desinteresado, agarrando una de las hojas de la mesa y comenzando a ojearla-

¡Estuve investigando y va a ser genial!

─Yuju...

Necesito que vayas.

Inmediatamente Jisung deja de leer, parpadeando varias veces asegurándose de que escuchó bien y frunce el ceño confundido, cambiando el móvil de mano.

─¿Qué?

Yo no puedo, y hay algo que necesito que me compres... ¡Es de vida o muerte! Así que irás y lo comprarás por mí.

─Disculpa, ¿y por qué no vas tú?

Porque atrasé mi trabajo por hacer debido a los favores que me pide alguien. -dice haciendo énfasis en lo último. ─No tengo tiempo.

El chico muerde su labio inferior, porque sabe que en parte tiene razón, Jisung le confía muchas cosas a Chan, pidiéndole ayuda bastantes veces en sus negocios, sobre todo cuando tiene que ver con cualquier cosa que implique informática, porque el mayor es un total genio en ése tema, y no hay nadie en quien Jisung dependa y crea más que en él.

Por favor, ¿está bien? Eso solo dura un día y no volverán a hacerlo aquí, quiero tener algunas cosas de la convención...

─... ¿A qué hora es?

Abre por la mañana hasta las nueve de la noche.

─Ugh... Habrá mucha gente, Chan...

Sung, porfiii...

─Fastidioso... Está bien, yo iré, envíame una foto de qué es lo que quieres.

¡Marchando! ¡También puedes traerme cosas que te parezcan lindas! Las cosas de sorpresa siempre gustan más.

─Oh venga ya. -ríe, rodando los ojos. ─Te dejo, tengo que seguir con esto.

Okey, ¡bye!

En cuanto la llamada se cuelga tira su cabeza sobre el respaldo de la silla y sus cejas se fruncen, con la mirada perdida clavada en el techo, replanteándose su decisión al imaginarse en ese sitio lleno de gente que no pega para nada con su ambiente y ríe internamente debido a la imagen en su cabeza de personas haciendo cosplay o llevando camisetas de esos animales raros que tanto caza Chan donde quiera que vayan.

Al final desiste, suspirando y negando tenue, volviendo a arrastrar sus pies para quedar más cerca de la mesa, de nuevo cogiendo el bolígrafo, jugueteando con este entre sus dedos.

Total, ¿qué puede salir mal?





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