Capitulo VII: Que la madre vea, que la madre ignore

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La luz de la mañana azotaba el rostro del futuro gobernante que maldecía la suerte de contar con una cama demasiado cercana de un balcón, uno que no podía cerrar pues colaba suficiente viento para correr las cortinas. La cabeza dolía, no lo suficiente como para argumentar que los dioses le odiaban, pero sería una pequeña molestia toda la mañana, a menos que comiera o tomara algo que le curase la cruda. Apenas conectaba sus pensamientos dejando atrás la bruma característica de los primeros instantes de conciencia cuando la puerta de su cuarto se azotó dejando entrar a su hermana que intencionadamente golpeaba sus tacones contra el suelo para arrancar todo rastro de somnolencia.

– Padre quiere verte en la sala superior, es urgente. – Se alarmó en ese instante y sin mediar se levantó para correr por todo el cuarto en un intento desesperado por estar listo para lo que sea que esté pasando – no te preocupes, es temprano aún. Báñate y sube después; apestas a borracho.

– ¿Mi preciosa hermana ha pedido también algo para mi dolor de cabeza?

– He pedido uno, pero no es para ti; Arezerex se ha puesto hasta la mierda con el vino anoche.

– ¿Alguna estupidez de la que preocuparnos?

– Dijo que iría a visitar a su cuñado, algo sobre proteger a su hermano pequeño. No me quiero imaginar qué clase de mierda habrá dicho; me preocupa.

– Hablare con Aemond, espero no haya sido nada grave, me comprometí ayer; no quiero problemas a un día. Por otro lado ¿Qué hacía Are bebiendo solo?

– No tengo idea.

– Bueno, como parte de la guardia puedo decir que lo hemos extrañado en nuestros últimos festejos. Pero viéndolo por el lado positivo, te dibuja un paisaje esperanzador – Sonrió mientras volvía a acercarse y pasaba el brazo sobre los hombros ajenos. La sacudía mientras alzaba las cejas.

– Será un paisaje esperanzador cuando me llames para decir que estamos comprometidos.

– Tal vez después de mi boda, papá se ve feliz con esto, si se lo pregunto cuando esté de buenas puede que acepte, preguntare entonces.

– Pregunta mejor cuando este borracho, tendrás más oportunidad – bromeo antes de dirigirse a la puerta – puedes tomar tu levanta muertos en el desayuno. Ahora apura que no puedes verte así en la sala. Suena a algo delicado.

Su hermana se desvaneció después de eso. No tendía a pensar mucho sobre las veces que su padre mandaba a llamar, en realidad su mente estaba consumida por Aemond y el encuentro con su hermano, esperaba no fuera algo desagradable; no esperaba tener que tomar acción real en contra de su sangre. Vislumbrar la posibilidad de que su prometido le exigiera la cabeza de su hermano era algo completamente irreal, estaba casi seguro del rumbo de los parloteos del rubio; no sería para tanto, aunque en realidad le gustaba la idea del platinado demandándole derramar sangre, no lo pensaba como algo propio de desear, pero estaba entre las mareas de ideas referentes.

Apenas y se había arreglado antes de salir rumbo al salón, su próxima audiencia con su suegra estaba en su mente, no lo había dejado. Apenas tocaba sus ropajes para ponérselos encima noto la poca gama de colores; estaba inseguro de si usar los colores de su casa, podría ser considerado como impropio por la monarca. No iba a poder hacer nada por sus pantalones, al final todos eran negro, pero afortunadamente conservaba un par de camisas con colores distintos; en el fondo encontró una verde, obscuro por supuesto, pero al final combinaba con las que usaba su familia política. Mientras caminaba por los pasillos era capaz de advertir un par de miradas sobre su figura, era cierto que no le quedaba mal, pero desde siempre se negaba a usar aquel color por miedo a confundirse con las paredes del castillo; de no haber estado en esa situación probablemente no la habría usado nunca, al menos conservaba su espada envainada sobre su cinturón y eso lo hacía sentir seguro.

House of Rex || House of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora