Capítulo VI: Los depredadores cazan de noche

232 24 2
                                    

Titulo alternativo: Si no se están poniendo una pedota se están amenazando; el capítulo.

Tras la propuesta, cena y brindis, el emperador y su hijo fueron los últimos en retirarse, un acto protocolario que al mayor le sentaba de maravilla teniendo en cuenta la necesidad de consejo del otro. Conocía a su sangre y sabía cuando le faltaban las nociones en su forma de actuar, no solo porque se encargó de educarlo, sino porque su carácter – aunque mejoraba con los años – no era precisamente indicado para esta clase de situaciones y en caso de no elegir bien podría terminar en una penosa situación.

– Tendrás que hablar un poco con tu suegra antes, asegurarte que no existan problemas; sabes cómo reacciona. Yo me encargo de Viserys. – Al viejo le gustaba la tranquilidad bajo su techo y aunque no iba a cuestionar las formas de su hijo, debía remarcar su responsabilidad sobre este asunto – ¿Crees que tus muchachos te saquen hoy?

– No lo sé, pero, te enterarás si lo hacen.

– Seguramente, te quiero temprano mañana aquí –, finalizo la charla y su hijo se estaba yendo a sus aposentos hasta que recordó su última solicitud. Tuvo suerte de atraparlo antes de salir –, no vas a escapar de hablar con tu suegra mañana.

No esperaba en realidad ninguna visita en su alcoba contrario a lo que su padre pensaría, no hablo del tema con nadie por lo que sus oficiales no tenían por qué saberlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No esperaba en realidad ninguna visita en su alcoba contrario a lo que su padre pensaría, no hablo del tema con nadie por lo que sus oficiales no tenían por qué saberlo. Al menos demostró ser inteligente en eso, le sorprendió que Aemond hiciera mención de sus cartas en el jardín, lo pensaba como algo tonto, pero ahora estaba en su alcoba, pero comprometido, perdía su tiempo pensando en cómo debería conducirse ahora. No era que de verdad debería de dejar de hacer las cosas a las que se costumbró, nunca diría que eso incurría en una falta de todos modos, nada que otros hombres no hicieran. Esa última cosa le causo duda ¿Aemond también haría cosas similares? Se preguntaba de qué forma actuaria el frente a su compromiso, el príncipe lo pidió, pero ello no implicaba que supiera como manejarlo, pero a diferencia él, tenía un abuelo y una madre con cara de correctos que podrían ayudarlo a llevar esto de la forma más honrosa para su posición. Tal vez podría hablar de eso con su suegra al otro día, eso también lo in quietaba; hablaba poco con miembros de su familia que tuvieran esa aura de desaprobación, solo esperaba que lo hiciera por su hijo.

La puerta rechino al ser abierta con cuidado sacándolo de sus pensamientos a su pesar ya que estaba quedándose dormido y aquella situación terminó forzándolo a ponerse de pie apoyado sobre sus brazos.

– No es correcto que un hombre comprometido reciba visitas a esta hora. – Comentaba sarcástico pensando en su visitante como uno de sus hermanos, la apertura fue demasiado delicada para ser de sus hombres; pero en realidad esperaba que fuera su pareja, le habría gustado hablar un poco más con él. Tendrían tiempo para ello después, claro, solamente que parecía se sentía como un sueño finito, se acostumbró tanto a la idea de aferrarse a los momentos fugaces con el menor, que de verdad no estaba creyendo.

House of Rex || House of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora