Darien Shields tenía la vida perfecta, una novia perfecta y por supuesto un futuro brillante, nunca había conocido el concepto de la tristeza; hasta esa fatídica noche en la que por una muy mala jugada del destino pierde a su único y verdadero a...
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No podía, no quería creerlo; ni aunque tuviera su féretro ante mis ojos, incluso pensé que tal vez se trató de un mal sueño, ojalá hubiera sido un mal sueño. Serena ya no estaría más a mi lado y ver de cara a la realidad es más crudo de lo que parecía, mi vida había dado un giro de 180˚ y lo peor: yo era el culpable de que eso pasara. El fuerte llanto de Ikuko me sacó de mis pensamientos, ella se encontraba arrodillada frente al ataúd, abrazándolo con fuerza con su brazo derecho, mientras Kenji entre lágrimas la sostenía de sus hombros. La vida de Serena había sido cegada a los 22 casi 23 años, y lo más triste: era la única hija que tenían. Levanté la cara hacia adelante. Verla en ese ataúd mediante el vidrio transparente me mataba, se veía tan bella aun después de...no, ni siquiera podía pronunciar esa palabra, tras esa horrible noche había decidido borrarla de mi diccionario, a cambio me conformaba con decir que estaba "dormida". «Si, ella estaba dormida y en algún momento despertaría» eso sería más llevadero que pensar en lo anterior, sin embargo; prefería mantener esa idea sólo para mi, no quería que los demás pensaran que estaba loco o algo por el estilo. -Hermano- escuché el saludo silencioso de Endymion, a unos pasos del féretro. Endymion posó su mano en mí hombro, frotándola con suavidad. Giré mi cara hacía él; quien no dudó en abrazarme fuerte. -Acompañándote en tu pena- me susurró y yo asentí, agradeciéndole en voz baja. -Tío- en seguida vino la voz de Usako. Traía consigo un ramo de violetas, las favoritas de Serena-. Ay, tio; lo lamento tanto. Ella al igual que su padre me abrazó; no tardó en aparecer Serenity, esa vez no tuve que aguantar su mirada de pocos amigos quizá porque estimaba a Serena y entendía que no era el momento de avasallarnos con gélidas miradas. Mi hermano y su familia siguieron su camino hacia el ataúd y Usako procedió a dejar el ramo sobre el mismo, luego se volvió hacia mí. Pasando su brazo por entre el mío y recargando su cabeza en él. -Sé que no es un buen momento, pero no me gustan los muertos, me dan pesadillas en la noche. No le dirigí la palabra, no estaba de ánimos ni para nada. Tan sólo me dediqué a escuchar sus comentarios mientras la sala se llenaba de más asistentes, incluidas Mina y Ami; sus mejores amigas. -Darien... nuestra Sere... se fue- Alcanzó a decir Mina mediante un sollozo. Algo en mi pecho se oprimió y de nuevo las lágrimas empañaban mis ojos. Ami no profirió palabra, tan solo observaba hacia el ataúd y de la misma manera lloraba aunque sin emitir algún sonido. Todo se convirtió en silencio rotundo, de vez en cuando Usako me hablaba, Como intentando mejorar el ambiente, todo era en vano aunque agradecí por la intención. -Es tan injusto- expresó indignada- ¿Por qué las personas bonitas como Serena tienen que morir? A pesar de no brindarle una respuesta, por lo menos estaba de acuerdo. Las cosas no deberían ser así. Y una vez más; silencio. -Usagi, ven acá- era la voz de Serenity - Pero mamá, aquí estoy bien. - Que vengas- ordenó casi entre dientes. -Ok; lo que tú digas. Pronto se nos dio la orden de que debíamos ir a la iglesia para llevar a cabo la respectiva misa y sepultura de Serena; algo en mí se removió al sentir que la perdería definitivamente, era como si la situación se saliera de mis manos y yo luchara por retenerla a toda costa. Los encargados de la funeraria llevaron el ataúd hacia el carro fúnebre, después nos pusimos en marcha.
