Darien Shields tenía la vida perfecta, una novia perfecta y por supuesto un futuro brillante, nunca había conocido el concepto de la tristeza; hasta esa fatídica noche en la que por una muy mala jugada del destino pierde a su único y verdadero a...
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Si pudiera describir mi vida en aquel entonces y lo que sentía con una sola palabra sería Caos. Mi mente y ¿por qué no? Mi corazón se hallaban confundidos, sin embargo lo único real fue esa sensación familiar que sentí cuando me besó, se asemejaba a esa vez en la que la tomé de la mano; quizás mi alma la recordaba aunque mi mente no lo hiciera, tuve un leve sesgo de esperanza, de felicidad pero al verla a la cara todo se desvaneció, pues delante de mí estaba mi pequeña sobrina, aquella a la que siempre vi como una hermana.
Serenity nos había encontrado y por consiguiente malinterpretó las cosas. A pesar de que me trató con hospitalidad (por órdenes de mi hermano) su odio hacia mi se reflejaba en su mirada y con lo ocurrido en la sala de seguro lo haría aún más. Hubo un gran conflicto que terminó en la confesión de Usako a la que claramente no creíamos hasta que la vimos determinada con pruebas en sus manos, incluso ella sembró más dudas en mi al recordarme que Usako no era zurda pero Serena si; quedé sorprendido y sin habla, una migraña amenazaba con hostigarme y debido a ello aproveché el momento en el que la reunión se terminó para estar a solas y pensar mejor las cosas.
Regresé a mi solitario apartamento, al abrirlo sentí como el aire frío me calaba los huesos; no habían luces encendidas ni ese olor a comida a domicilio que se encontraba servida en la mesa de la sala. Añoré esos hermosos recuerdos. Ingresé y encendí las luces, me sentí cansado así que decidí ir a mi habitación y de nuevo los recuerdos se paseaban en mi memoria, me senté en la cama y acaricié las sábanas justo en el lugar en el que ella dormía y sonreí aún con lágrimas en los ojos.
No sé en qué momento, pero me había quedado profundamente dormido. De pronto escuché la constante vibracion de mi teléfono móvil sobre la mesa de noche, me desperté y lo tomé, revisando en seguida, era una llamada de Usako; aproveché para observar la hora: 04:00 am, me froté los párpados con suavidad, dudé en deslizar mi dedo por la pantalla, pero no podía hacer ese tipo de grosería, además que el sueño me había ayudado a recuperarme, tomé una bocanada de aire y contesté. —Hola —Darien; al fin respondiste, he estado enviándote mensajes durante toda la noche. Necesito hablar contigo, en verdad es urgente—
Me despegué el teléfono de la oreja y me dirigí hacia la app de chateo, tal como dijo Usako tenía un montón de mensajes sin revisar. Resoplé de nuevo y volvía la llamada.
—Usako; si es por lo de anoche te pido que por favor... —Te enviaré una dirección por mensaje— interrumpió—,reunámonos allí y no acepto un “NO” como respuesta.
Colgó al instante y a los pocos segundos me llegó el mensaje con la ubicación subrayada en azul, la observé unos instantes, me pareció conocida pero no recordaba el porque. Sabía lo tercas que eran las dos, esa característica las unía mejor que el gusto por los panecillos de avena. Opté por ir, aunque estuviera medio- perdido no iba a dejarla plantada. Me paré en la acera en busca de un taxi, pero la calle estaba vacía; no tenía otra opción debía caminar y mientras lo hacía le escribía un mensaje a mi hermano.
