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Amy Baker.

—¡Pero yo soy su primer amigo! —grita Ross.

Me va a dar dolor de cabeza si siguen gritando.

—¡Solo no te metas donde no te llaman! —le grita Nick devuelta.

Si. Todavía están con sus gritos y puede que sigan un rato más.

Y antes de que Ross le responda con otro de sus gritos, me levanto algo molesta haciendo que ambos me miren.

—¡YA! —grito haciendo que den un salto del susto—. ¿Por qué tienen que gritar? ¿No pueden hablar como personas civilizadas? —pregunto cruzándome de brazos. Ambos bajan la cabeza avergonzados—. Tú —señalo a Ross—. No seas un chismoso, y tú —apunto a Nick—. No le metas más leña al fuego que después se pondrá peor.

—Lo siento —se disculpa. Miro a Ross y el aprieta los labios mirando al suelo pero cuando ve que lo estoy mirando suelta un suspiro para después mirarme a los ojos.

—Lo siento —suelta cerrando sus ojos tratando de tranquilizarse.

—Bien —me volteo hacia Nick para después escucharlo—. ¿Crees que podemos hablar mañana en clases? —pregunta—. Ahorita no es un buen momento para hablar con éste ambiente. Te veo mañana, chica retrato —le sonrío para luego darle un beso en la mejilla, él sonríe y sale de la habitación dejándonos a Ross y a mi.

—Nis vimis miñini —imita Ross a Nick para después bufar molesto—. ¿Como que chica retrato? —pregunta haciendo énfasis en el apodo que me dio Nick.

—Larga historia —digo restandole importancia.

—Tengo tiempo.

—No te diré —cuando digo eso frunce el ceño y se cruza de brazos.

—¿Por qué? —pregunta.

—No es tu asunto Ross.

—¿Por qué no quieres decirme?

—¿Por qué quieres saberlo? —respondo con otra pregunta cruzándome de brazos nuevamente.

—Es de mala educación responder con otra pregunta —dice.

—¿Sí? Pues no me importa —me siento en mi cama sin mirarlo.

—Amy —demanda.

—Ese es mi nombre —respondo.

—Amy, no estoy para juegos.

—Yo tampoco, solo estoy hablando —bajo mis hombros como si no me importara lo que dice.

—¡¿Solo contestame las malditas preguntas?! —grita y ahora si lo miro, pero molesta.

Me levanto de la cama y me acerco a él para golpearlo con mi dedo índice en el pecho.

—¡A mi no me gritas! —grito molesta.

—¡Solo responde las preguntas!

—¡No tienes porqué gritar!

—¡Tú estás gritando!

—¡Tú empezaste!

—¡Porque me enoja! —grita para después desordenar su cabello.

—¿Qué?

¿Acaso estas sorda, mujer?

—Me molesta —repite más tranquilo—. Me molesta que estés con él. Me molesta que si quiera te toque. Me molesta que te mire. Me molesta que te sonría —suspira—. Y me molesta que pases más tiempo con él, aunque apenas lo conozcas —se acerca a mí—. No quiero que esté con él —levanta una mano hacia mi mejilla y la acaricia con su dedo pulgar—. Y sé que soy egoísta al prohibirlo, pero no quiero que estés con él —posa su otra mano en mi cintura atrayendome más hacia él—. Solo te quiero para mi —acerca sus labios a los míos al punto que estos rosen haciendo que mi corazón se acelere al sentir su aliento tan cerca y que me den ganas de lanzarme a él y besarlo—. Solo para mí desde que te conocí y preguntaste que eran esos condones y para qué servían —y me besó.

Junto a ti [Jack Ross]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora