CAPITULO 31

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Manteniendo sus manos juntas sobre su regazo, Theo se sentó en el suelo y miró alrededor. El efecto de lo que fuese que habían usado para dormirlo, había desaparecido casi completamente y su mente comenzaba a funcionar de forma
correcta ya.

Su visión aun era un tanto borrosa, pero aun así, podía ver bastante bien su entorno y eso era todo lo que necesitaba por el momento. Sabía que había sido secuestrado, eso era bastante obvio, teniendo en cuenta que había sido drogado y sus manos estaban atadas con una rustica cuerda al frente de su cuerpo.

Su papi iba a estar muy enojado, él solo lo sabía. Había sido dejado en una habitación bastante bonita, aun cuando la alfombra donde había sido arrojado había dejado
marcas de dolor en su espalda. Había una cama con edredones dorados a su derecha y un pequeño escritorio a su izquierda, a juego con el closet y la pequeña comoda cerca de la puerta, que supuso, daba al baño. Había otra puerta del otro lado, aun no había intentando abrirla, pero había escuchado voces al otro lado, así que a menos que sus secuestradores hubiesen elegido ese día para hacer una fiesta en el baño, esa daba al resto de la casa.


Todo el ambiente se sentía extraño, y no es que él fuese un experto en secuestros, pero, si vas a mantener cautiva a una persona, ¿no sería tu primera opción llevarla a algún lugar que no llame la atención? ¿Por qué estaba en lo que parecía, una habitación de invitados? No tenía sentido.

Era de noche afuera, podía decirlo por la falta de luz al otro lado de las cortinas que cubrian la ventana, lo que lo hizo preguntarse cuanto tiempo exactamente había estado allí, inconsciente. También pensó en Eli, esperaba que su papá lo hubiese llevado a casa ya, solía ponerse mañoso si no estaba en su propia cama cuando sus sintomas empeoraban, y un Eli caprichoso era un dolor de cabeza que nadie estaba dispuesto a soportar voluntariamente.

Subiendo las manos a la altura de sus ojos, examinó los nudos de cerca, escondiendo una sonrisa ante lo mal que había sido anudada la soga. Demonios, ¿acaso lo había secuestrado un niño de dos años? ¿quién usaba nudos simples para atar a una persona cautiva? ¡Hola, niño de granja aquí! Podía desatar la maldita cosa con los ojos cerrados, más aun, teniendo en cuenta de que se trataba de una soga de fibra plastica que no había sido correctamente apretada.

Sacudió la cabeza, decepcionado, alguien había pensado que era tan indefenso como un bebé. Lastima para ellos, que no lo era. Pero eso lo hizo pensar automaticamente en su hermano, había sido una verdadera suerte que había enfermado o lo hubiesen atrapado a él en vez de a Theo, y Eli hubiese estado muy asustado y seguramente, habría llorado. Theo odiaba muchisimo cuando su hermanito lloraba, por lo que estaba agradecido de que hubiese sido él quién estaba allí.

La puerta abriendose, llamó su atención, logrando que observara sobre el borde de la cama para ver a una mujer cruzar el umbral. Tenía el cabello rubio, aunque se notaba no era su color natural, pues la raíz castaña la delataba; que llegaba en rizos más allá de sus hombros. Llevaba un ligero maquillaje que no hacia nada por ocultar que comenzaban a aparecer signos de edad en su piel bronceada, y un ceñido vestido blanco que ocultaba un cuerpo de gimnasio.

Dinero, dinero, dinero. Eso es todo en lo que Theo podía pensar mientras escuchaba sus tacos de quince centimetros entrar a la habitación.

No fue dificil identificar a la joven mujer, la había visto antes y hubiese deseado no tener que ver su rostro nunca más luego de esa vez.

— Oh, estas despierto. Espero que no hayas estado incomodo durante tu siesta, este nunca fue el plan en primer lugar, por lo que quiero que sepas, que la persona que lo hizo ya fue debidamente reprendida. — ella era todo dulzura, tan falsa que Theo podía ver a través de sus palabras. Manteniendose en su lugar, la observó, en silencio, cuando se acercó y se sentó a su lado en la alfombra — ¿Como estas, cariño?

TU MIRADA EN MI (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora