𝙷𝚊𝚜𝚝𝚊 𝚕𝚊 𝚞𝚕𝚝𝚒𝚖𝚊 𝚗𝚘𝚝𝚊

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En la vida de un cazador experimentando, no era algo precisamente extraño, pasar noches enteras sin dormir.

Sobre todo si uno conoce lo que habita entre las sombras, y las criaturas que acechan sin descanso

Ese tipo de trabajos, a veces te lleva a dormir menos horas, a investigar más y permanecer atento

Por lo cual, luego de una caza, independientemente de si fue exitosa, o un completo desastre, uno debe hacer una pausa

Asimilar lo que ocurrió, lamer sus propias heridas, y procurar seguir ayudando cuando se hayan recuperado correctamente las fuerzas.

Dean era consciente de esta regla autoimpuesta. No le agradaba. Pero le recordaba que era humano y que no podía simplemente jugar a ser un súper soldado, importandole una mierda como si los demás, no necesitaran dormir más de tres horas.

Cómo si Sam, o él mismo no lo necesitara de vez en cuando.

Aunque estuviera tentado a hacer lo contrario, ya que pelear con un hombre lobo o un vampiro, era genuinamente menos aterrador, que el tener que lidiar con sus propios terrores nocturnos, inducidos por sus múltiples traumas...

¿Cuántas noches despertaba, sudado, agitado, nervioso y aterrado...?

Aferrado firmemente de forma inconsciente al cuchillo que oculta bajo la almohada, lo suficientemente fuerte para dejar marcas en sus manos al día siguiente

Probablemente gritaba hasta quedar ronco, porque al día siguiente su garganta se sentía como si hubiera hecho gárgaras con piedras...

Aunque, el alcohol que consumía hasta prácticamente la inconsciencia, no lo ayudaba a sentirse mejor. Pese a su conveniente utilidad de adormecerlo.

Si Sam era conocedor de los terrores nocturnos de Dean, él no lo demostraba, más allá de una incómoda sonrisa condescendiente, que le daba al día siguiente.

Sus habitaciones en el búnker, estaban lo suficientemente separadas para no tener que lidiar con sonidos que puedan ser poco agradables de oír.

Sin embargo, Sam no lo mencionaba. Probablemente porque conocía a su hermano mayor, y sabía que no hablaría abiertamente de ello.

A Dean no le gustaba dormir. Y siempre que podía, evitaba hacerlo.

Tras pasar unos días fuera y erradicar a un nido de feroces vampiros recién convertidos, en un pueblo a las afueras de Kansas. Finalmente volvieron al bunker.

Castiel los recibió con una pequeña sonrisa, mitad alivio y felicidad. Por más que sabía perfectamente de que eran capaces los hermanos, el simple hecho de verlos regresar en una pieza, siempre lo tranquilizaba de sobremanera.

Compartieron anécdotas sobre la caza, y los hermanos se dispusieron a ir cada quien a su cuarto por una ducha y un merecido descanso

Dean sonrió y soltó un pequeño gemido de felicidad al colocar su cabeza en la almohada, sin importarle su cabello un poco húmedo aún por la ducha.

Estaba tan cansado, que esta vez estaba seguro de que iba a caer desmayado por el sueño.

Sin embargo eso no sería posible. Conocía muy bien las consecuencias de ello. Así que simplemente soltó un pequeño suspiro y abrió un poco sus ojos verdes mirando el reloj de mesa, junto a su cama.

Eran pasadas las tres y media de la mañana.

Sentía la boca reseca, e inevitablemente boqueó un poco antes de sentarse en el borde de la cama, y calzarse los pies

Caminó por el pasillo, directo hacia la cocina, tarde o temprano su cuerpo mortal lo obligaría a tomar una siesta.

Pero no lo haría de forma voluntaria.

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