Petite étoile
El domingo se hizo presente en la ciudad de Wonderland y Sam desde hace dos semanas conversaba a menudo con su vecino del 305. Ambos se topaban en el pasillo de los departamentos y se sentaba con la espalda recostada en la puerta, mientras veían a los demás pasar enfrente de ellos.
Justo como lo estaban en ese momento, su vecino, el cual, tiene por nombre Damien, se encontraba extendiéndole un tarro de helado de fresa, el preferido del albino.
- Gracias Damien - el albino acepto sin rechistar ¿a quién se le negaba tal cosa?, este ensimismado en su propio pensamiento y entusiasmado por llevarse la primera cucharada a la boca no había notado el semblante serio que opto el mayor.
- Sam - llamo el pelinegro - no me llames así, no es de mi gusto - despeino un poco su cabello sin dejar de mirar al albino.
- Te queda bien el nombre - se encogió de hombros sin darle importancia - es un nombre misterioso - le lanzo un mirada rápida al pelinegro - así como tú y eso es sexy - aquello lo había dicho sin analizarlo antes, por supuesto que lo pensaba, pero no estaba en sus planes que su vecino lo supiera.
El mayor se quedó en silencio procesando unos instantes lo que el menor había dicho - ¿así que te parezco sexy? - dijo sin darle muchas vueltas a la pregunta, él no era ciego había notado las miradas que de vez en cuando Sam le lanzaba.
Nuevamente sin siquiera analizar sus palabras Sam abrió su boca soltando un simple y sencillo - Si - el que tenga miedo al éxito que no nazca. Aquello se lo repitió como una especie de consuelo al sentir sus mejillas enrojecer de la vergüenza.
- Wow - eso salió de la boca del mayor acompañado de una corta y ronca risa- eso fue directo a mi ego.
Sam dejo de comer del helado para voltear a verlo - deberías de reír más seguido, te queda bien - ¿enserio Sam? Se regaño mentalmente así mismo. Se limito a sonreír al ver la cara del mayor quien tenía un sonrisa en sus labios.
El pelinegro tenía un tono de piel ligeramente morena que le sentaba bien o eso creía Sam, su cabello negro y bien recortado al igual que la barba le daba un aire elegante y autoritario, su gran altura es un bonus, por supuesto, junto a su cuerpo bien trabajado, Sam no dudaba de que estuviera bien dotado.
- ¿Sam? - el albino parpadeo y desvió su mirada del hombre, ¿cuándo dejaras de pasar vergüenza Sam?
- ¿Damien?
- Sam.
- Damien.
Aquello se había convertido en un juego para el albino, lo hacía salir de apuros en sus momentos de vergüenza, escuchó la queja del pelinegro, pero no le presto suficiente atención, estaba concentrando en no abrir su boca y que de ella saliera un comentario inadecuado.
- Son las 11 de la noche, tengo que irme a descasar - hablo de la nada volviendo a ver al mayor quien lo veía desconcertante - mañana seguiremos hablando, no me veas así, buenas noches - se levantó dispuesto abrir la puerta.
- Bonne nuit petite étoile - escucho decirlo, dispuesto a preguntarle que le había dicho cuando se dio la vuelta el mayor ya había entrado a su departamento.
Definitivamente debió haber prestado atención en sus clases de francés en la secundaria y buscar en YouTube lo que sea que el chico le haya dicho.
Bonne nuit petite étoile. Suena bonito, y en esa voz cualquiera se derrite.
Sin pensarlo mucho entro a su departamento obteniendo un auto regaño por pensar de esa manera. En otras circunstancias le diría a su madre: los ojos están apara ver, los oídos para oír y mi corazón para derretirse. Pero claro esa no era su madre, es él mismo, su yo de 23 años quien prácticamente se come a su vecino con la mirada. Debía aprender a controlarse.
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Mi Destino |COMPLETA|
Short StoryTeoría del hilo rojo: "Los japoneses tienen la creencia de que las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hilo rojo atado al dedo meñique. Es invisible y permanece atado a estas dos personas a pesar del tiempo, del lugar, de...