Suerte-Vamos, vamos- el chico albino movía su pie con impaciencia esperando que el semáforo peatonal diera luz verde.
Son las 7:30 a.m. Eso solo podía hacerle saber al chico que iba tarde a su trabajo en la cafetería.
Coffee & Chocolat
Pero aquel día no podía ser peor, justo en el momento que el semáforo peatonal se puso en verde, indicando que el cruce se puede realizar, del otro lado de la acera empezaron a cruzar personas en bicicleta obstruyendo su paso.
Genial. Pensó con sarcasmo al ver que los veinte segundos se terminaron.
Volvió apretar el botón una vez más, esperando que esta vez nadie se interpusiera en el camino. La desesperación estaba llegando a su punto limite.
No paso mucho tiempo cuando vio el semáforo en verde y cruzo con rapidez, pero claro que la suerte no estaba de su lado, porque el que vio en verde fue el de los vehículos.
Un sonido de bocina se escuchó - ¡Ten cuidado niño estúpido! - volteó sobre sus talones para reclamar, pero ya el carro de había ido.
Por lo que tomando respiraciones profundas y lentas volvió a caminar hacia la dirección indicada, esperando que esta vez no se le presentará ningún inoportuno momento que lo hiciera retrasarse aún más.
Al estar frente a la puerta principal de la cafetería entró con rapidez haciendo sonar la campanilla anunciando su llegada.
- Sam, al fin llegas, pensé que no te presentarías- Lilith, quien es su mejor amiga, se acercó a él cuando lo vio rodear el mostrador.
- tuve un retraso perdón - dijo el albino mirando a su amiga con irritación al recordar el camino al trabajo. El chico devolvió el abrazo de su amiga cuando terminó de hablar.
- Mueve ese hermoso trasero y a trabajar- le dio una suave palmada al chico antes de salir en dirección a la cocina.
Sam negó con diversión, su amiga en definitiva estaba loca, eso no lo ponía en duda, aquello de alguna manera siempre le mejoraba su día.
Fue a su turno en la caja registradora esperando recibir las órdenes o montos de parte de los clientes. Porque si, la cafetería era única en su tecnología. Cada mesa contaba con una mini tableta donde podían ordenar y pedir el pecio total.
- Disculpa - una voz se escuchó detrás del mostrador llamando la atención de Sam. Aquello no pasaba a menudo, puesto que no era necesario. El chico quito la vista de la pantalla y la llevo a la persona que segundos antes le hablo.
Jesús, Mario y José ¿quién es este hombre?
Se aclaro la garganta y mostró su mejor sonrisa - ¿en qué puedo ayudar? - la voz del albino se tornó suave ante la presencia de aquel hombre.
Cabello color negro, ojos color negro, labios apetecibles, mirada profunda y atravesadora de almas, una altura impresionante y ese cuerpo... ¿dónde consigo uno? Quien pudiera tenerlo.
El pensamiento del albino se vio interrumpido por aquella voz con tonalidad grave y seria - vengo por un café doble expreso - anunció.
Justo en ese instante el timbre sonó, el olor a café fuerte llegó al olfato del menor y rápidamente se acercó a la ventanilla.
- Que suerte tienes -el susurro de Lilith lo hizo negar con diversión.
- No hables, se me acaba más rápido-respondió del mismo modo.Agarro el envase con cuidado y puse un par de servilletas alrededor - aquí tiene señor, esperamos tenerlo nuevamente por aquí - entregó el envase sintiendo como los dedos del hombre rozaron los suyos.
Justo en el instante que soltó el envase pensando que él lo había agarro este cayó sobre el mostrador regándose.
- ¡Carajo! - una maldición salió de su boca al ver aquel desastre -maldita suerte -susurro pasando una mano por su largo cabello blanco.
Empezó a disculparse con el hombre quien había suavizado su mirada al ver la desesperación del chico. - Lo siento ¡joder! - el albino quería que la tierra se abriera y ¿por qué no? Que se lo tragara, estaba haciendo el ridículo.
- Tranquilo, no pasa nada - la voz del hombre se hizo presente nuevamente llamando su atención - pediré otro, es todo - una sonrisa atravesó por sus labios por unos breves instantes logrando calmar al albino.
- Jodida suerte la mía - susurro al ver al hombre salir del local luego de tener el segundo café en su mano.
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Mi Destino |COMPLETA|
Historia CortaTeoría del hilo rojo: "Los japoneses tienen la creencia de que las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hilo rojo atado al dedo meñique. Es invisible y permanece atado a estas dos personas a pesar del tiempo, del lugar, de...