Capítulo VI

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El Monte del Diablo era una extraña roca, tenía la forma de una cabeza de león. Fénix había dicho que los esperaba en tal lugar para el duelo final mientras que sus allegados se dispersaban por el valle para divertirse con sus invitados.

Los cuatro jóvenes tomaron caminos distintos para avanzar cuanto antes.
Hinata, algo temerosa por el escalofriante silencio y el ligero tintineo de su campanilla, caminó en solitario entre los espacios rocosos del valle. Olía mal, la vista era demasiado inquietante y no había ningún otro ser viviente más que ella.

Lo que no sabía, era que alguien la seguía a una distancia considerable.

Mónica, si supieras lo que está pasando esto ya habría terminado. Necesito de tus consejos.

Los pasos que daba contra la tierra seca era otro sonido nada agradable, había estado sin mucha compañía en su pasado pero las circunstancias le hacían querer dar marcha atrás, pero era tarde para cometerlo.

Una sombra pasó corriendo a lo lejos, Hinata se detuvo y abrazó con fuerza el fragmento de oro. Apretó los labios, los latidos del corazón aceleraron.

"Tranquila, Hinata, no entres en pánico. Seguramente fue un animal... Eh, un animal muy enorme... Ni siquiera he visto alguno por aquí."

Retomó su andar con precaución, cada cierto tiempo giraba su cabeza a diferentes direcciones para encontrar algo fuera de lugar que pudiera distraerla de su misión. Todavía el miedo de ser sorprendida o atacada permanecía, parecía crecer cada segundo con el que sonaba la campanilla atada a su muñeca.

Hinata pensaba avanzar y llegar sin ser interrumpida, más no fue así. Pisadas estruendosas se oyeron y terminaron por alertarla: un sujeto de cabellera oscura al igual que su alma y armadura se presentó sobre un pequeño monte de roca. Traía una sonrisa malévola pintada, lo peor era que aquel imitaba los emblemas de su hermano.

—Vaya, vaya. Lo que me he encontrado aquí, —Dijo Cisne Negro con mucha calma— la pequeña y dulce Delfín del zodiaco.

La chica retrocedió, se aferró más a la pieza dorada no sin antes fruncir las cejas.

—No esperaba encontrarte a ti, pero está bien, serás el primer premio que le llevaré a mi amo.

Sin palabras, Hinata no se atrevió a decir nada. Inmediatamente otra voz algo parecida a la de ella resonó con tanta furia suficiente como para anunciar a la isla que estaban ahí. Una mujer delgada y malhumorada apareció frente al otro renegado.

—¡Aléjate de ella! —se trataba de la sombra maligna de Hinata: Delfín Negro. —¡Ella es mía! —reclamó al único hombre presente.

Cisne Negro rodó los ojos y se volvió a su hermana muy disgustado.

—¡Yo la encontré primero! ¡No te metas en mis asuntos!

—¡Me da igual lo que opines! ¡Fénix dijo que ella sería mía! ¡Yo misma la derribaré!

—¡En tus sueños!

Y así, Cisne y Delfín Negro comenzaron a discutir con fuertes insultos de por medio, sin pena ni cuidado. Casi ignorando el hecho de que su enemiga estaba parada ahí.

"Vaya, pensé que mi contraparte y la de mi hermano se llevaban mejor que nosotros... Parece ser que se odian. Sólo espero que Hyōga y yo no lleguemos a ese punto nunca."

Los gritos se oían bastante fuertes. Hinata se sentía incómoda ahí sin hacer nada más que observar. Lo más sensato de su parte sería marcharse en silencio antes de que se acordaran de ella, de lo contrario no podría enfrentarse a ambos a la vez.

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