Capítulo XX

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Una feroz tormenta cayó del cielo; las nubes grises taparon el sol, las pesadas gotas de lluvia golpearon contra los suelos ruidosamente y los relámpagos comenzaron a asomarse de vez en cuando.

El tiempo en el reloj de fuego se estaba agotando e Ikki de Fénix acababa de llegar al santuario a defender a sus hermanos y a la señorita Saori. Con su cosmos poderoso evitó que Shaka matara a su hermano menor, Shun, que estaba luchando para no quedar atrapado en el infierno de la Hambruna.

Apareció a unos metros del caballero dorado. Con una sonrisa en su rostro, logró su cometido de sorprender al enemigo; de inmediato, Shaka enfocó su atención en él para detenerlo como había hecho cuando aquel peleaba contra sus discípulos en un cañón cercano al terreno griego. Ikki había resultado vencedor gracias al poder de Athena que lo liberó del santo frente a él.

Pero ahora que Saori perdía fuerzas cada vez, estaba ciertamente solo. Sus amigos: desde Seiya hasta la desconocida June, yacían desmayados. Tenía que salvarlos para continuar adelante.

Tras un breve intercambio de palabras, el sexto guardián comenzó a manipular sus poderes para destruir al inquilino. Mostró a sus pies un mar de sangre hirviendo que lo consumía y aumentaba de tamaño; dijo liberarlo a cambio de que lo venerara como a una deidad. El Ave Fénix se negó, no era el peor lugar en el que había estado así que se convenció de que saldría de allí sin tener que hacer algo tan ridículo como adorar a ese tipo que decía ser lo más sagrado del universo. Por lo tanto, encendió su energía y con ella se esforzó para deshacerse de tal ilusión como si evaporara el agua de una olla.

El santo dorado estaba levemente sorprendido pero no por eso decidió ceder puesto que aun no le daba la lección que necesitaba. Lo inmovilizó de nuevo, de tal manera que Ikki siquiera podía ser capaz de controlar sus manos. Seguido, lo condenó a caer en uno de los seis mundos junto a sus compañeros.

Los gritos del Fénix hicieron eco y de repente, todo quedó en silencio. Shaka creyó haber ganado; el cuerpo del chico había caído como los demás pero se llevó la sorpresa al acercarse pues entonces, el muchacho se levantó rápidamente logrando que diera un paso atrás.

—¡Puño Fantasma del Fénix!— exclamó, apuntó a su cabeza para que de una vez cayera en su ilusión. Ikki terminó metros detrás él y se dió la vuelta para observar sus movimientos y sus reacciones.

—Estás vivo...— dijo Shaka inmóvil— Lograste salir de los seis Samsara y el Asura...

—Eso es porque tus infiernos me han echado a patadas— le contestó seriamente —Ahora sé testigo de ellos. Estás atrapado en la ilusión del Fénix. Elige un camino para que vivas por el resto de la eternidad.

Shaka se echó a reír para sorpresa de Ikki. Él era invulnerable a los seis caminos, por lo que la famosa técnica del muchacho se vió arruinada. Por su valor, el guardián le dió una oportunidad para marcharse sin embargo, Ikki decidió abandonarla.

Observó a sus amigos que se notaba que le dieron pelea al santo y fueron vencidos. Incluso Hinata tenía marcas de que intentó luchar y no consiguió nada. Su deseo era terminar con aquel para acabar con todo ese teatro, esas guerras sin sentido que sólo derramaban sangre innecesaria.

Ante su negativa, Shaka incrementó su poder como una llama de fuego, arremetió contra el chico una vez devolviendo la ilusión para confundir su mente y así mismo destruirla de la manera más cruel posible, mostrándole su dura infancia. Si no fuera poco, hizo pedazos su armadura y manipuló su cuerpo para torcer sus articulaciones, causando dolor suficiente como para que se atreviera a suplicar. Más no pasó, Ikki resistió por más anonadado que se encontraba, su enemigo era una encarnación de Buda, tan fuerte y sagrado que no sería nada fácil de vencer.

|| 𝐌𝐈 𝐒𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄 || 𝚂𝙰𝙸𝙽𝚃 𝚂𝙴𝙸𝚈𝙰 || 𝙰𝚃𝙷𝙴𝙽𝙰 || 𝙿𝚝 𝙸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora