Capítulo XVII

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Tenía mucho miedo.

No estaba segura de poder librar la batalla, siquiera salir viva de ahí. De milagro, Aldebarán y Mū entendían lo qué pasaba, pero desde que entró en ese templo, sintió que nada sería lo mismo.

Iba a la cabeza de su pequeño equipo, liderando para distinguir mejor lo que podía ser una trampa y lo que no. Sin embargo no estaba prestando toda su atención a su alrededor. Corría por correr, sólo avanzaba al frente como si el pasillo no terminase nunca. Aquello era muy cierto, era como dar vueltas sin parar, un laberinto sin salida. Sus pisadas y el cómo resonaban era el único ruido, era un escenario bastante incómodo, tétrico; podía en cualquier momento desmayar pero seguía resistiendo.

—¿Esto no terminará nunca o qué?— se quejó Seiya, no sabían cuánto tiempo habían estado corriendo.

Hinata se detuvo al oír su voz, analizó su entorno, todo se veía igual, no había algo que los guiara, daban vueltas en un laberinto sin fin. Suspiró, su mano izquierda tembló de los nervios; tenía que enfocarse en el presente y en su objetivo, estaba prohibido fallar, no podía decepcionar a Saori ni a los demás, de lo contrario, sería considerada débil con sobradas razones.

—Creo que sólo damos vueltas en el mismo lugar —dijo Shiryū de manera calmada— definitivamente esto es una ilusión.— éste logró percibir la presión que la rubia estaba sintiendo, el ser dominada por sus temores a fallar era algo normal, aun tenía que trabajar sus conflictos de confianza en sí misma. Shiryū se acercó a ella y dejó su mano en su hombro derecho —Calma, Hinata. Aún tenemos tiempo.— sonó suave, no podía ver físicamente a la chica pero sus sentidos eran capaces de mostrársela. La sintió dirigirse al frente, como si de alguna manera la hubiese traído de vuelta a su realidad.

—¿Hinata, te sientes mal?— añadió el castaño estando del lado contrario ¿Qué si él sentía que su chica estaba mal? Por supuesto, su cara le decía todo.

La rubia entonces, revisó entre la oscuridad desde su ubicación, imaginó un camino aunque su mente le jugó en su contra al aparecer una sombra maléfica. Negó para sí misma. Sólo sé trataban de ideas absurdas.

—Sigamos adelante.— ordenó, inmediatamente retomó el paso. Los dos muchachos la siguieron sin vacilar. El sentido de orientación de una mujer podía funcionar mejor que el de ellos.
Seiya y Shiryū, aunque continuaron corriendo en el mismo pasillo, mantuvieron que encontrarían la salida que Hinata había presentido.

De la nada ella se detuvo por segunda ocasión, extendió sus brazos a los lados para evitar que avanzaran.

—¿Nat?— soltó el castaño, ahora preocupado.

—¿Qué pasa, Hinata?— preguntó Shiryū —¿Acaso viste algo?

La respiración de la chica aceleró. Seiya sostuvo su mano para calmarla pero entonces él fue testigo de lo que su amiga acababa de ver.

—Joder...

—¿Amigos, qué sucede?

Fue como vivir una pesadilla. Frente a ellos a un par de metros, el guardián de Géminis hizo acto de aparición. Pegaso y Delfín estaban impactados, aterrados aunque aquel santo no hacía nada, su sola presencia fue capaz de hechizarlos, tenerlos casi a su merced.

—¿Hinata, Seiya...?— insistió el caballero Dragón, ya que no era capaz de ver, era normal que no fuera petrificado como sus amigos.— ¿Qué pasa?

—Es... El caballero de Géminis...— respondió la chica en un hilo de voz.— Está aquí...

—¿Qué? Pero si no logro sentir nada de cosmos.

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