Kim Hongjoong : seongjoong

CAPÍTULO II

—Ya es el tercer día seguido que visitas a tu padre —dijo la madre de Seonghwa mirando como el mencionado se ponía sus zapatos. 

—Lo sé. —Le sonrió a la mayor antes de alzar su mano, agitando ésta en modo despedida—. Me voy.

Nuevamente estaba lloviendo, pero eso no era problema para Seonghwa, amaba la lluvia, tanto que no necesitaba un paraguas para cubrirse de ella, total, si amo la lluvia, ¿por qué cubrirme de ella? Pensó el castaño.

La prisión no estaba lejos, ¿quizás a unos diez minutos de su casa?

"Por eso estoy aquí."

—¿Asesinó a su familia? —dijo para sus adentros, pensando en miles de opciones que esa respuesta podía dejar.

A primera vista, HongJoong se veía como alguien tan pacífico y adorable, no se le veía ni una pizca de ¿asesino? ¿Maldad? ¿Psicopatía? Nada de eso y algo dentro de él le decía que HongJoong no era así, que aquel chico era inocente, pero, no siempre podía confiarse de su voz interior.

Día 2, quería saber más.

—Buenas tardes, vengo a hacer una visita —dijo a la misma anciana que el día anterior.— Soy Park Seonghwa.

—¿A quién viene a visitar? —preguntó después de escribir el nombre del castaño, igual que ayer.

—Kim HongJoong.

—¿Relación?

—Soy su novio. —sonrió internamente.

Seonghwa entró en aquella sala, había más personas que los días anteriores, aún así, la cabina siete estaba libre, así que como se le autorizó, se sentó allí a esperar pacientemente.

A los pocos segundos apareció HongJoong, quien parecía confundido aunque más que eso, sorprendido. Inmediatamente de sentarse, tomó el teléfono, poniéndolo en su oreja y mostrando una pequeña sonrisa.

—Volviste. —murmuró HongJoong, liberando un suspiro que parecía de alivio.

—¿Cómo estás? —preguntó cálidamente con una sonrisa dulce, mirando a detalle el rostro de HongJoong.

Podría mirarte toda una eternidad y jamás me cansaría de apreciarte. Pensó Seonghwa.

—Estoy bien, algo sorprendido porque estás aquí pero... Me alegra. —musitó cautelosamente— ¿Cómo estás tú?

—Estoy mejor ahora que puedo verte.

HongJoong agachó su rostro ante el comentario de Seonghwa, no lo entendía, ¿será que padecía de alguna enfermedad mental? Era la respuesta más ¿lógica?

Respiró profundo, debía admitir que se sentía bien, las palabras e incluso la presencia del menor le hacía sentir cómodo, esa era la palabra que usaría HongJoong, quizás.

—¿Por qué haces esto? —Alzó su vista de nueva cuenta—. Venir y de repente, querer conocerme, decirme esas cosas... Seonghwa, ¿qué quieres?

Sintió una corazonada.— Te lo diré si vuelves a decir mi nombre, joder, suena hermoso viniendo de ti. —Fascinado, puso su mentón en la palma de su mano, admirando con unos ojos brillosos a HongJoong.

—¡Basta! —se quejó, riendo después—. Estoy intentando saber qué quieres, cuáles son tus intenciones, por qué me haces esto. —refunfuñó como niño pequeño.

Seonghwa quería abrazarlo, quería tomarlo entre sus brazos y mimarlo, quería poder acariciar sus mejillas, tocar delicadamente cada una de sus elegantes facciones, delinear con sus dedos sus labios, quería tenerlo, pero había un obstáculo, ese cristal que los dividía.

—¡Eres adorable! —Rió—. Ah, tan lindo... —dijo con una sonrisa, contagiando a HongJoong—. Mira, ya no pienses en eso, mejor cuéntame más de ti. No eres de Corea, ¿cierto?

Negó.

—Soy de Estados Unidos, vine a Corea para estar con mis mejores amigos y mi novio. —Seonghwa soltó una risa.

—Ah, tienes novio. —Sonrió.— Claro, ¿cómo un chico tan lindo como tú no tendría novio? —Suspiró, no le había dolido, tal vez sólo le había decepcionado.

—¡No digas eso! Terminas por ponerme nervioso. —Rio—. En ese tiempo era mi novio, pero terminamos una semana antes de que yo llegará aquí, él se interesó en alguien más. —Suspiró encogiéndose de hombros, sí, a HongJoong le dolía.

—¿Cómo es posible que se haya enamorado de alguien más? Es decir, mírate, eres hermoso, ¿qué demonios tendría ese chico que tú no? —murmuró ¿molesto? De forma seria.

—Bueno, ese chico es más... ¿Adorable? Realmente es bonito. —Sonrió.— No lo culpo, incluso tú podrías enamorarte de él —musitó de forma baja, casi murmurando.

—¿Cuál es el nombre de ese chico?

—Choi San.