CAPITULO IX

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Anastasia Weinhooth

Han pasado días desde la fiesta, desde que me levanté de la mesa llena de ira y unas intensas ganas de estrellarle un plato en todo el rostro a Harry Portland, y todavía sigo con la espina en la espalda.

Esa noche estuvo llena de distintas emociones, empezando por un encuentro secreto con Stefan que me dejó más molesta que feliz. Cómo siempre, me trató de la mejor manera, de una forma tan adorable. Me hizo querer amarlo, pero termine insultandolo, ¿por qué? Fácil, celos. Estaba celosa. Te contaré exactamente que fue lo que pasó:

«Stefan se vestía, estaba sentado en la cama mientras yo estaba en otro mueble, observándolo atentamente.

—¿Entonces esto siempre va a ser así? —enarco una ceja. Él está muy relajado.

—¿Así? —parece entretenido con los botones de su camisa.

—Solo hablamos tres palabras, me endulzas el oído, a la casa por un rato, y luego... ¿Más nada? Una charla y te vas, ¿eso es todo? ¿eso somos? —juego con mis dedos, es extraño que este hablándole de esto.

Sus dedos se detienen, coloca sus manos sobre sus muslos, me ve atento. Parece buscar la mejor respuesta a la situación.

—Es lo que siempre hemos sido Mónica —su simpleza me mueve el pecho, ¿eso nada más? ¿no hay un sentimiento más allá de esto?. Mi cara de decepción debe ser obvia, porque suspira y se levanta, camina hacia mí y toma mi rostro entre sus manos—. No te preocupes princesa, siempre serás mi favorita...

Deja un beso en mi frente y despierta mil ideas en mi mente, ¿su favorita? ¿Tiene otras que no son sus favoritas acaso? ¿a qué está jugando que no me ha dicho?

—¿A qué te refieres Stefan? ¿Cómo que favorita?

—No somos exclusivos, bien sabes que tengo una edad muy distinta a la tuya, y que vivimos muy alejados. En si, es imposible que estemos juntos... Sin escondernos, aparte de por la opinión de la sociedad, por tu posición, y por tu familia.

Sí, tiene razón, pero no acepto la razón.

—No me interesa nada de eso, ¿tienes a otras? —creo que el ojo me tiembla.

—Te comportas como una niña.

—Soy una niña ante ti —recalco cada palabra, sonrió de una forma tan forzada, que siento que los dientes rechinan.

—Hace un momento no te comportabas como una niña —me acusa sin ningún tipo de vergüenza.

—¿Soy una niña ahora, pero hace unos minutos no lo era? ¿A qué te refieres? ¿Te golpeaste la cabeza que ahora dices incongruencias?

Stefan suspira, coloca las manos en su cadera viéndome fijamente. No sé que está intentando, pero me cruzo de brazos y lo veo de la misma manera.

—Anastasia...

—Stefan...

Parece que estamos en una competencia. Para mí suerte, competir se me da bien, y actuar de forma inmadura mucho más, porque ahora solo quiero hacer el berrinche de la vida.

Lost SoulsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora