Capítulo 22.

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Fotografía ideal de: Matt Doyle & Yeira Doyle.

Me sujeto con fuerza a los brazos de plástico de mi butaca. Mis ojos se abren como platos pero mi conciencia grita que los cierre enseguida, sabe que algo malo se avecina. Los nervios se intensifican más, cuando noto la pesada mano que lleva apretándome la rodilla desde el comienzo de la película. Aun no sé cómo me han convencido para venir a ver una película de miedo. ¡No puedo con ellas!

El pasillo de madera que cruje, se hace más largo a cada paso que la estúpida niña, a la que en silencio la he gritado que NO se mueva más, va dando, acercándose a no sé dónde. Aunque se sabe que algo no muy bueno, le depara. Pero es inevitable e irreparable, la niña de la película se detiene frente a un espejo. Respiro hondo y siento como no tengo respiración. Quiero apartar la mirada del horrible momento, pero la curiosidad me gana. Trago saliva y abro aun más los ojos. Y como era de esperar otra niña con aspecto horripilante sale del espejo. Chillo al ver el rostro magullado y ensangrentado del espectro sale del espejo persiguiendo a la niña estúpida. Es horrible...

La mano de Martín me aprieta de tal manera que me hace daño. Para mi suerte la desprende para aferrarme entre sus brazos y postra mi rostro en su pecho. Continúo chillando por la sorpresa. ¿Qué hace Martín? Otro fallo más a la cuenta, ponerme a su lado. Me aprieta con constancia hasta que dejo de chillar y por lo que parece la sala también lo hace. Me mantengo unos segundos en silencio esperando que Martín de el paso de dejarme libre antes, de que mis malos nervios actúen por mí a zarpazos. Pero de nuevo no lo hace. La poca paciencia, que la niña estúpida y el espectro me han dejado, se consume por segundos.

Forcejeo con exageración entre sus brazos. Me desprende él sin dificultad. Tengo todo el pelo revuelto e hiperventilo por la vana fuerza que he hecho. Martín se ríe a carcajadas mientras yo encarno una ceja enfadada. Encima se ríe de mi, pf... Menos mal que los demás no se han dado cuenta. Martín para de reírse y adopta un semblante preocupado y confuso. Me siento erguida en mi butaca, miro al frente. Martín se acerca a mi mano, con la que aprieto el brazo de la butaca. Yo uno que sé de nadie le gustaría esto nada... Martín no es nada cauto. Retiro la mano indignada.

- ¿Qué ocurre?- susurra.

Me relamo lo labios Intentando calmarme.

- Nada. No me gusta que me aferres así- comento intentando parecer despreocupada, mirando a la Pantalla.

Aun que realmente no me estoy enterando de lo que está ocurriendo en la película. Mejor. Martín suspira y me imita.

- Lo siento... pensaba que lo estabas pasando mal. Sólo quería... Ayudar...

- Es Una película...- sonrío mirándole con arrogancia. Martín me mira gélido. Ocurrido ¿Qué ocurre? Dejo de sonreír. Termino en un susurro mi frase- no es para tanto...

Martín asiente volviendo a desviar su mirada a la gran pantalla. Exhausta suspiro. Dos asientos más a la izquierda, de Martín, me topo con mis comprensivos y apaciguadores ojos verdes. Sonrío vagamente a Matt, que no le he escuchado en toda la película. Esta sentado junto a Nadia, con la que últimamente habla demasiado... Todo lo que yo no le hablado con ella. No puedo negar que me molesta ya que Matt es la persona que más cariño tengo y bueno... No me gusta que este con otra. Quiero cuidar a mi primo...

Matt me sonríe con la misma complicidad de siempre y lo agradezco. Ahora mismo cualquier cosa me relaja. Matt recupera la visión de la película y le contemplo unos segundos hasta que me percato de la seriedad del pobre Martín. Me siento tan mal... Realmente Martín no hace ningún mal al revés, me da el cariño y apoyo que Nadia ya no me da.

El pasado de sus ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora