Capítulo V.

1.5K 139 77
                                        

#ElRegreso

El viaje desde Volantis a Desembarco es accidentado, primero, porque Jaery y Rhaena no tienen dragones y deben ir en barco; segundo, porque los cuervos que llegan gracias al maestre Munkun empeoran en noticias cuanto más cerca están.

Rhaena huyó con su primo Daeron.

Daemon desafió a la Fe.

Aemond Targaryen, Guardian Real, quemó el septo de Antigua y dio a su montura, Vhagar, el placer de devorar al Septon Supremo.

De la crónica de la Ciudadela: La gran bestia que una vez ayudase a conquistar el continente, oscureció el cielo de la ciudad a su llegada. Su jinete, vestido de blanco y portador del beneplácito de la Reina, sabia sea ella, se interpuso en la que sería una carnicería. El novio, el joven Daeron, a lomos de su joven dragón Tessarion, desafiaba a su ahora suegro, Daemon, que montaba al legendario Caraxes. El Príncipe Consorte, curtido con las batallas en los Peldaños de Piedra, grito al jóven Targaryen que no permitiría que su sangre se mezclase con la de un traidor y que prefería mantenerla viuda, qué casada con un descendiente de Otto Hightower.

Fueron momentos de tensión. Según el Maestre Aenar, qué presunción el suceso, era obvio que la recién casada no profesaba las opiniones del padre y que encontró aquella muestra de orgullo, una afrenta a su felicidad, por lo que montó a su propio dragón, Danzarina Lunar y pidió a su padre detener todo eso.

Daemon Targaryen no escuchó a su hija, en su lugar, rodeó la montura de su hija y se abalanzó sobre Tessarion y su jinete. Fue allí que Vhagar llegó, bloqueó la luz y recibió la bocanada de fuego destinada a Daeron. El Guardia Real habló con la voz de la reina, recordando que una batalla desafiaba su paz y, por tanto, sus mandatos. El Príncipe Consorte gritó improperios contra la Fe, contra los Highotwer y contra sus sobrinos.

Baela de Pentos, respondió a todo ello hablando de la pureza de la sangre Targaryen.

Fueron estas palabras las que sellaron el destino del Septon Supremo, quien habló fuerte desde las escalinatas del templo, hablando de la inquina que eran los Targaryen con sus prácticas para la Fe y como, a través de la consanguinidad, llevaban el pecado a cuestas. Una acusación hipócrita, siendo él quien casó a Daemon Targaryen y Berla Targaryen menos de una hora antes. El hecho es que, Caraxes rugió y quienes habían presenciado la unión huyeron, ante la amenaza. Solo el septon se quedó. Vhagar, terminó por devorarlo, cuando habló de como Alicent Hightower, guardiana de la Fe, se había dejado pervertir de aquellas costumbres para casar a sus hijos, dando lugar a más productos del incesto.

La quema del septo se dio enseguida, por obra de la misma Vhagar, que sobrevoló la ciudad con su jinete. El principe Targaryen y Guardia Real, Aemond Targaryen, les dijo a los ciudadanos que: La misericordia de Aegon el conquistador se veía en el permitir que una creencia tan insignificante siguiera en pie.

El relato, como todo lo que viene de los maestres, es más práctico que lírico, pero cumple con su función. Lucerys no puede decir que no está impresionado, aunque debe fingir algo de desconcierto para su padre y sus primas.

Los cuatro están sentados en la mesa de su padre, en la Cámara del Capitán. Por aquí ha pasado toda la información que Lucerys tiene de Poniente y, si se ha vuelto tan perceptivo como insinuó su abuelo Corlys, solo se le ha informado y entregado lo que Laenor Velaryon ha considerado bueno. Ama a su padre, pero sabe que podría mentirle a los dioses si se trata de proteger a su madre o su familia.

RetroactivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora