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Me sentí desnuda delante de ti. Con dos frases me dejaste al descubierto.
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Después de la discusión, y con la tensión todavía en el ambiente, mi padre bajó con una bolsa donde había metido ropa para unos días.
—¿Puedo hablar a solas con vuestra madre? —nos preguntó, cabizbajo.
—No, quedaros —contestó mi madre cuando ya estábamos levantándonos para irnos—. Lo que tengas que decir, les interesa a ellos también.
—Quería pedirte perdón. Bueno, quería pediros perdón a todos. Ayer me pasé un poco con las cervezas y se me fue de las manos.
—No has entendido nada —dijo mi madre. Eran las mismas palabras que se me habían venido a mí a la cabeza con la actitud de Jon—. Creo que nos vendrá bien que pases una temporada en casa de tus padres. Nos servirá a los dos para aclararnos las ideas.
—Adiós, chicos —se despidió, con resignación.
Se acercó a mi madre para darle un beso. Ella se apartó y dejó que se lo diera, pero en la mejilla. Mi padre se dirigió a la puerta y se fue.
—¿Estás segura de que es lo que quieres? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta—. En tres días te operas...
—Estoy segura. Ahora mismo, lo único que me aporta es un estado de desilusión continuo —contestó. A mí se me escapó la mirada hacia Jon—. Lo único que necesito es teneros a vosotros conmigo.
—Te quiero, mami —respondí. Me levanté de la silla y la abracé. Fran se incorporó y se unió al abrazo—. Os voy a preparar una paella de las mías: hay que levantar un poco el ánimo. Después, vemos una peli de esas suecas que te gustan.
En tres días se iba a operar y, aunque nos habían dicho que la operación no suponía apenas riesgo, mi madre estaba muy nerviosa.
—Yo me voy —anunció Jon.
—¿No comes con nosotros? —le preguntó mi madre.
—No, ya he quedado con mis padres —mintió. Habíamos hablado de ir a comer juntos, pero entendió que aquel momento era para la familia. Se acercó a mí y me dio un beso—. Te llamo luego.
—Vale. Cuando sepa si quedamos con Tristán y Silvia, te aviso.
—¿Has quedado con Silvia? Entonces, ¿ya sabes lo que ocurrió ayer? —preguntó mi madre. ¡Joder! ¡Me sentí una bocazas!
—He hablado con ella, pero no puedo decirte nada —terminé por responder ante su mirada de desaprobación—. No quiero decírtelo, mamá. Creo que tiene que ser papá quien te lo cuente.
—Vale —sentenció, muy seria—. De todas formas, si quieres quedar con ellos, ya sé lo suficiente.
Después de comer, nos sentamos en el sofá a ver una película. En las escenas más tiernas, ella apoyaba la cabeza en mi hombro mientras le brillaban los ojos por la emoción. Fran estaba sentado en un sillón junto a nosotras. Miraba el móvil sin levantar la cabeza, pero era su manera de acompañarnos y estar juntos.
Silvia
¿Quedamos mañana a las doce?
18:14
—Cómo me alegro de que vayas a hablar con Silvia —comentó mi madre, que me cotilleaba el móvil descaradamente—. Me encanta que seáis amigas.
—Sí, a mí también. Me cuesta imaginarme la vida sin ella.
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Hasta que te odié
Roman d'amourSara nunca imaginó que podría enamorarse de alguien tan borde como Tristán. Menos aún que, una vez que supo que era el amor de su vida, lo pudiera llegar a odiar tanto. Sara y Tristán tardan en saber que se aman, pero, en cuanto se dan cuenta, saben...