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Para ti será reabrir la herida, para mí es intentar cerrarla. Lleva supurando desde que me dejaste.
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—¡Qué emoción! No sé cómo agradecérselo, de verdad.
—No hay nada que agradecer —respondiste—. Ahora tienes que darle difusión; ya sabes, moverlo por Instagram, Facebook y esas cosas. Yo ahí me pierdo.
—Ja, ja, ja, Facebook, dice —se mofó Silvia—. Ya ves lo que sabe de redes sociales. No te preocupes, Sara tiene un montón de seguidores.
—Yo Facebook creo que tengo aún... —dijiste mirando tu móvil para confirmarlo—. Sí, mira. Instagram ni llegué a instalarlo.
—Ay, pues te mando solicitud de amistad.
—Aceptada. Pero ya ves que no tengo nada. Ni lo miro.
—Pues no sé... —pensé en voz alta—. Seguidores, sí tengo, pero amigos, compañeros... no gente interesada en la literatura.
—Seguro que de todos ellos habrá muchos interesados en el libro —dijo Silvia—, aunque solo sea porque son tus amigos.
—Investigaré un poco —comenté—, a ver qué se mueve sobre literatura y por Instagram, y empezaré a crear contenido específico para ello.
A partir de aquel día, me tomé aquello como un trabajo. Dedicaba dos horas al día a investigar estrategias, generar contenido y conectar con los seguidores a través de las redes sociales. Era emocionante comprobar cómo iban entrando donaciones. De vez en cuando, sacaba una captura de pantalla para ir comparando datos. Los registraba en un Excel, pero me gustaba tener las imágenes para comparar con las de días anteriores y ver cómo iba creciendo.
Las redes sociales cada vez me absorbían más tiempo y energía, aunque seguía entusiasmada con la carrera. En la facultad estaba encantada compartiendo el tiempo y los estudios con vosotros. Con Silvia me pasaba toda la mañana. Tú llegabas a última hora. Como venías de trabajar con el coche de Silvia, no dependíamos del transporte público ni de horarios, así que, muchos días, nos quedábamos en la cafetería de la facultad un buen rato.
—¿Cómo ha ido el primer mes? —me preguntaste en uno de esos días.
—¿Ya ha pasado un mes? —se extrañó Silvia.
—Todavía no hace 30 días. Estoy muy contenta, la verdad. Mira. —dije mientras te mostraba el móvil.
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Proyecto: El rencor del almendro
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Hasta que te odié
RomanceSara nunca imaginó que podría enamorarse de alguien tan borde como Tristán. Menos aún que, una vez que supo que era el amor de su vida, lo pudiera llegar a odiar tanto. Sara y Tristán tardan en saber que se aman, pero, en cuanto se dan cuenta, saben...
