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Xiao Zhan podía oír a otros prisioneros hablar, moverse y maldecir. Podía oír a alguien llorar, podía oír gruñidos y gemidos ahogados,

colchones chirriantes, y otro alguien gimiendo de dolor. Xiao Zhan tenía los ojos muy abiertos en la oscuridad y se quedó quieto, escuchando

como un niño en su cama, esperando que monstruos vinieran a buscarlo. Hacía frío. Mucho frío. Los gruesos calcetines y el abrigo ayudaron,

pero las sábanas y manta casi nada, y la peor parte fue el colchón. Era tan delgado, Xiao Zhan podía sentir el aire frío a través de él, como una

brisa que le helaba desde abajo. Temblaba incontrolablemente en

poco tiempo.

- ¿Ellos encienden calefacción? - Preguntó a la oscuridad.

- Sólo para evitar que el hormigón se congele -dijo secamente Wang Yibo.

- Eso es muy útil.

Xiao Zhan se acurrucó, tirando las mantas sobre su cabeza y

sosteniéndose con los brazos. Se sentía como si el frío se acercara de todas partes. Estaba tan, tan frío. Sus escalofríos sacudieron el

colchón y cerró los ojos, decidido a no llorar. Casi gritó cuando le fueron quitadas las cubiertas y una sombra oscura se alzó sobre él.

La voz de Wang Yibo era ronca.

- Ven acá Zhan.

Xiao Zhan se retorció hasta el borde de su litera. Él hizo una mueca cuando sus pies golpearon el suelo. Estaban entumecidos y el impacto

picó. Observó cómo Wang Yibo recogía el colchón de la litera superior y lo depositaba en su cama, amontonándolos. Lanzó la almohada de Xiao Zhan, tomó las mantas de Xiao y las extendió por encima de la litera superior, dejándolas colgar por los lados como una tienda de campaña.

-Entra.

El pelinegro lo miró un momento, inseguro. Wang Yibo había creado un bonito pequeño escondite con mucha privacidad. Tal vez eso era lo que había estado esperando; intimidad.

Se mordió el labio con preocupación, su preocupación evidente en sus grandes ojos negros.

Wang Yibo puso los ojos en blanco ante la inquietud de Xiao Zhan. Explicó: - Ayuda a mantener la calidez dentro. No voy a sentarme y ver cómo te congelas hasta la muerte. Los dos estaremos más calientes si

dormimos juntos. Calor corporal.

Todavía se sentía un poco como si le estuvieran pidiendo que

entrara a la guarida de un lobo.

- O-ok - balbuceó Xiao Zhan, pero no movió un músculo.

Wang Yibo le lanzó una mirada furiosa.

- Mira, si te hace sentir mejor, te prometo que si decido violarte, te lo diré primero.

La declaración fue tan absurda, Xiao Zhan finalmente sonrió.

- Eso no tiene ningún sentido.

- Bueno, tampoco trato de mantenerlo en secreto. Ambos

sabemos que si yo quisiera podría haberlo hecho ahora y no hay nada que tú o cualquier otra persona pueda hacer para detenerme.

Las palabras estaban destinadas a ser reconfortantes, pero no lo

fueron, ni un poco. Xiao Zhan sabía en sus huesos que lo que el otro chico decía era cierto. Estaba encerrado en una celda con un condenado que ya había

𝑫𝒂𝒓𝒌 𝑫𝒆𝒔𝒔𝒊𝒓𝒆𝒔 [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora