09

1.2K 194 9
                                    

A la mañana siguiente Xiao Zhan se despertó solo en la celda, Bae no estaba en la parte de arriba de la litera y mucho menos en la cama que antes estaba postrada en la pared, que al parecer había sido llevada a otro lugar de la prisión, por alguna extraña razón la alarma mañanera no lo despertó, en cuanto puso un pie fuera de la cama, dos presos entraron a su espacio agarrando sus brazos con fuerza, algo que hizo que el pelinegro perdiese movilidad.

Entonces Xiao Zhan recordó lo que Wang Yibo le dijo el día anterior.

Yibo: ¿Estarás conmigo en esto?

Zhan: Siempre Wang Yibo, en las buenas y en las malas.

— Buenos días, Xiao.

Yibo: Cuando yo no esté a tu lado, Su Bai hará todo lo posible para acercarse a ti, Bae lo ayudará, le hará creer que está a su favor.

Saludó Su Bai colocándose unos guantes de látex negros. Xiao Zhan tragó con dificultad cuando vio al chico acercarse a él, bajó sus pantalones de un golpe dejándolo completamente desnudo de la cintura para abajo.

Yibo: Te hará algo muy feo Xiao Zhan, pero eres fuerte, lo puedes soportar.

Zhan quiso gritar pero uno de los hombres a su lado tapó su boca para que no fuese a pronunciar ningún quejido. Así, Bai le abrió las piernas y sin contemplaciones introdujo dentro de su ano una bolsita de color blanco que contenía cocaina, Xiao se removió con dolor pero aquel chico no dejaba de empujar con dos dedos aquella cosa más profundo en su interior.

Yibo: Cuando salga de aquí solo tú y Bae sabrán lo que pasará a continuación.

— Hijo de puta.

Zhan: Todos deben creer que estoy en tu contra.

Yibo: Esto debe salir bien Xiao Zhan.

Zhan: Lo haré bien, tengo al mejor maestro.

Gritó Xiao Zhan intentando darle un golpe que fue detenido por el dolor alojado en su entrada, se sentó en la cama tratando de dejar que todo ese molestar pasara solo.

— Quien lo diría, el inocente Xiao Zhan ya sabe blasfemar.

Anunció el pelinegro envuelto en una estruendosa carcajada. Xiao sentía como sus ojos se llenaban de lágrimas y no era precisamente miedo, sino que aquel dolor en su interior no lo dejaba ni respirar, para sacarse esa cosa del trasero iba a tener que tomar litros de laxante. Su Bai se acercó a él, sabía que Xiao no se movería para darle un golpe, así que sentándose a su lado, tiró su brazo sobre sus hombres y descansadamente se abrazó a él.

— ¿Por qué haces esto Su Bai? ¿Qué mierda quieres?

El pelinegro arqueó una ceja mientras que doblaba sus labios en una leve sonrisa.

— Eres un idiota Xiao Zhan, esto no es obra mía, nuestro jefe me pidió amablemente que lo hiciera.

Xiao Zhan lo miró de reojo abrazándose así mismo, su estómago dolía mucho y eso que aún no tomaba nada para expulsar aquella bolsa alojada en su entrada. Su Bai dejó escapar un leve soplido sintiendo como Xiao Zhan temblaba debajo de su brazo. El pelinegro ya comenzaba a sudar frío, otros presos soportaban guardar eso en su interior, pero claramente Xiao Zhan era muy nuevo en esto.

— Creo que te has demorado mucho en iniciarte Xiao Zhan. — Habló otra vez Su Bai pasando una mano por la frente de Xiao para limpiar su rostro de sudor. — Wang Yibo no es un hombre que sepa esperar, para ser sincero no tiene paciencia, ya decía yo que esperaba demasiado contigo. — Xiao Zhan sintió un nudo en su garganta cuando escuchó el nombre de Wang salir de los labios de aquel sucio muchacho.

— W-Wang Yibo.

Murmuró con dificultad. Su Bai asintió mientras reían.

— ¿Por qué crees que le tienen tanto respeto? Pues el líder Wang es el jefe aquí adentro, todo lo que él dice es ley y más sus órdenes, como tú comprenderás yo no puedo desobedecerle.

Xiao Zhan no creía lo que ese maldito le decía. Wang Yibo era incapaz de hacerle daño, él sentía que le gustaba mucho y por esa misma razón lo estaba protegiendo, sobre todo que todo aquel plan que habían planificado era debido al odio que Su Bai sentía hacia Wang, bien se lo dijo este, algo así pasaría.

— No puede ser, me estás metiendo.

Simuló dolor. Luego Bae le guiñó un ojo como bonificando su buena actuación.

— Su Bai te dice la verdad, Xiao Zhan. — Intervino Bae entrando a la celda.— Wang es el jefe aquí.

— Incluso dejó morir a su joven compañero de celda porque le debía algunas bolsas de droga. — Xiao casi siente como su corazón salta desbocado de su pecho, a pesar de que todo aquello era una vil mentira, no podía dejar de sentir dolor. Sobre todo porque deseaba poder abrazar a Yibo y decirle que todo estaba bien. — Tienes que confiar en nosotros Xiao Zhan, Wang Yibo no es un buen hombre. No hace nada sin recibir algo a cambio.

Xiao Zhan se llenó de ira, no soportaba la idea de que el castaño tuviese tantas personas en su contra, pero de acuerdo al plan el estaba actuando lo mejor que podía, pero ese maldito dolor estomacal no lo dejaba pensar. Siguió sudando frío y casi dejando de hablar, cayó sobre su cama desmayado.

— Ya fue suficiente Su Bai, llevemos a Xiao Zhan a enfermería.

Ordenó Bae acercándose al pelinegro desfallecido, lo agarró por brazo mientras que por el otro Bai lo sostenía, lo sacaron de la celda arrastrado con los pies hacia atrás, y no era como si no pudiesen con él delgado chico, solo se trataba de darle más emoción a todo aquello.

Cuando Xiao Zhan llegó a la enfermería tenía una fiebre alta de 40, si no fuera por el doctor que lo atendió a tiempo, hubiese muerto de una sobredosis ya que aquella bolsita se había reventado en su interior, lleno de cables y un suero de transfusión de sangre, lo hizo despertar en seis horas, cuando reaccionó solo pudo pensar en Wang Yibo, en las ganas que tenía de estar junto a él, pero debía contenerse, pues el paso a seguir ahora era el más importante, y ese no debía salir mal.

— ¿Te encuentras mejor?

Preguntó el doctor inyectandole algo.

— Sí.

— ¿Estás seguro?

Xiao Zhan se encogió de hombros, no estaba seguro de estar bien, pero algo si mantendría con total seguridad y es que cuando tuviese a Su Bai de frente, ayudaría a Wang Yibo a partirle la cara.












𝑫𝒂𝒓𝒌 𝑫𝒆𝒔𝒔𝒊𝒓𝒆𝒔 [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora