CAPÍTULO 2: NO LOS DEJARÉ SOLOS, LO PROMETO

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Barbara Gordon

Barbara estaba acostumbrada a lidiar con personas orgullosas. Su padre lo había sido, y la mayoría de sus amigos, por no hablar de sí misma, lo eran. Y no solo orgullosos, también testarudos y muy pero que muy cabezotas. Siempre pensaba que ella la que más.

Pero también había tenido el placer de conocer a dos de las mejores personas del mundo, dos personas que trabajaban juntas, que supieron dejar atrás aquel orgullo para colaborar, que, muy a pesar de lo difícil que fuera la situación, siguieron adelante como unos campeones que eran. Probablemente si la hicieran elegir entre su padre y Bruce tendría un dilema, para ella ambos eran igual de valiosos para Gotham.

Gotham todavía estaba sufriendo la pérdida de su padre y ahora también lo hacía por Batman.

Allí se encontraba ella, vestida con ropa de invierno y observando el monumento a su padre. Monumento que la hacía recordar una y otra vez que su padre ya no estaba con ella, al igual que Bruce.

Siempre pensaba lo mismo: ojalá pudiera hablar una última vez con ellos.

Tras un largo suspiro la chica sacó de su bolsillo la carta que había recibido poco después de morir Bruce. La había leído en innumerables ocasiones, pero aún así, solía leerla cada vez que visitaba aquel lugar.

"Querida Barbara,

A lo largo de todos los años que hemos pasado trabajando juntos hemos tenidos nuestros momentos. A veces me odiabas, otras veces no tanto, y luego me tolerabas. Siempre has sido muy sensata.

Recuerdo todas aquellas veces que me llamabas la atención por prestar poca atención a Dick o porque sentías que te dejábamos fuera de la ecuación. La mejor decisión que he tomado fue la de dejar que formaras parte del equipo. Aunque tampoco es que aceptaras un no por respuesta ¿verdad?

Solo quiero pedirte que cuides de la familia. Sé que lo harás, y mucho mejor de lo que lo podría hacer yo.

Teniendo en cuenta tu relación con Dick sé que lo conoces muy bien, incluso quizá mejor que yo, así que permítele desahogarse contigo. Detrás de sus bromas y sus eternas sonrisas siempre se esconde su parte sensible, y sé que le cuesta manifestar lo que siente. Si te da la oportunidad, por favor escúchalo.

En cuanto a Jason y Tim, sé que será más difícil, pero espero que puedas hacer algo para hacer que se sientan parte del equipo.

Sin mucho más que decir, espero que sigas siendo los ojos y el cerebro del equipo. Gracias por todo tu apoyo.

PD: Tu padre estaría orgulloso de ti."

Por muy embarazoso que pudiera ser, Barbara debía admitir que Bruce se había enterado de su relación con Dick. Era una relación bastante complicada, digamos que tenían muchos momentos buenos pero luego muchos malos. Actualmente se encontraban en punto muerto.

La muerte de Bruce había supuesto un gran impacto para todos, ella incluida. Sabía que era la única persona con la que Dick podría abrirse, pero una parte de ella no quería y esto por dos razones: en primer lugar, no se había sentido ella misma preparada para hablar de la muerte de Bruce y, en segundo lugar, un romance o atisbo del mismo con Dick ahora mismo podría ocasionar más problemas que soluciones.

Sabía que Dick era conocedor de dónde pasaba ella tanto tiempo por las noches, cuando no estaba patrullando o trabajando en la base, pero nunca le dijo nada. Tampoco se apareció por ahí ningún día.

Ambos se estaban escondiendo detrás del trabajo, huían de sus propios sentimientos.

Cuando leía aquella carta sentía que debía hablar con él, y no solo con él, sino con Jason y Tim también. La distancia entre ellos era evidente, a pesar de trabajar juntos día a día. Alfred había intentado acercar a los jóvenes, pero era muy difícil arreglar algo que se había roto en trozos tan pequeños.

Barbara guardó la carta de nuevo en el bolsillo interno del abrigo.

Quizá fue la nieve de aquella noche o el volver a leer la carta, pero algo vino a su mente...

"Barbara se quitó la máscara y dejó que su pelo suelto cayera sobre su rostro. Estaba exhausta.

La noche había sido un no parar, y por fin habían llegado a la mansión Wayne.

Sin esperárselo, Barbara sintió un dulce beso en su mejilla y sonrió feliz. Hacía apenas unos días que ella y Dick habían empezado a "salir", y estaba siendo bastante cariñoso.

A continuación él la invitó a acompañarlo al salón, donde los esperaba Bruce.

Aquella noche Bruce no había ido a patrullar con ellos durante todo el rato, es más, después de las primeras horas de la noche había desaparecido sin decir nada más que un simple "hasta luego".

Al llegar al salón, ambos jóvenes se encontraron con Bruce sentado en el sillón acompañado de Alfred, que sostenía una bandeja con unas copas y algo que parecían dulces.

Los ojos de los más jóvenes fueron inmediatamente a un árbol de navidad enorme que adornaba aquel sitio.

- Feliz navidad.- Dijo Bruce, con una ligera sonrisa.

- No me creo que hayas puesto tú ese árbol, vamos di la verdad, ha sido Alfred.- Dijo Dick, casi riendo.

Bruce sonrió pero no respondió. Cuando Dick dirigió su mirada al mayordomo, éste se limitó a ofrecerle los dulces de la bandeja.

- Me tomaré eso como un sí.

Barbara sonrió y aceptó lo que Alfred le ofrecía.

Con tanto ajetreo había olvidado que aquella era la noche de Navidad.

Poco después se reunió Tim con ellos.

Juntos celebraron aquella madrugada de Navidad. Jugaron a juegos de mesa, y, muy a pesar de la insistencia de Dick de construir una casa de jengibre, terminaron jugando al nuevo videojuego que tenía enganchado a Tim."

Barbara no recordaba una Navidad más divertida con Bruce.

Jason no estaba en ese momento, ya que todos creían que había muerto. Ojalá hubieran sabido la verdad antes...

Entonces a Barbara se le ocurrió algo. Apenas faltaban días para Navidad, quizá si compraba un árbol, podía proponer a los chicos que lo decoraran y así pasar más tiempo juntos en equipo. Quién sabe, a lo mejor ayudaba para que se abrieran. Aprovecharía y compraría un poco de chocolate a la taza.

Navidad sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora