CAPÍTULO 8: CONSEJO DE GATA

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No era necesaria su experiencia para darse cuenta de la química candente que había entre Barbara y Dick. No es que fuera una ignorante de su relación, prácticamente todo el mundo lo sabía, parecían ellos solos los únicos que no se percataban de lo cantosos que eran.

Al verlos, Selina había sentido un dolor en el estómago, recordando su relación con Bruce. No podía negar que había sido parecida, era un constante no parar de emociones, algo que a ambos les gustaba. No faltaban las peleas, las discusiones e, incluso, los gritos; pero la reconciliación era lo mejor. Echaría de menos las caricias y los besos de Bruce.

Intentó sacudir su cabeza para evitar pensar en algo que ya no tenía importancia.

Bruce le había pedido que cuidara de su familia y, desde luego, su familia parecía estar pidiendo a gritos auxilio.

- ¿Puedo hablar contigo, Barbara?- Preguntó Selina.

- Sí, claro, dime.

- Mejor vamos fuera.

- Yo también te he echado de menos, Selina.- Dijo Dick, por su tono era una broma, no estaba molesto.

- Lo sé, guapo, pero las chicas tenemos que hablar.

Tras decir esto, Selina le guiñó un ojo al chico y salió por la ventana, esperando que Barbara la siguiera.

- ¿Tanto le cuesta salir por la puerta como las personas normales?- Murmuró Barbara.

- Es Selina.- Respondió Dick, encogiéndose de hombros.

La chica suspiró y siguió a la mujer.

A pesar de que Barbara deseaba estar en un ambiente más calentito, a Selina no parecía importarle ni lo más mínimo. Ambas se sentaron sobre el techo y observaron las luces de la ciudad, que se movían de un lugar a otro, sin aparentar un rumbo fijo.

- Así que Bruce te ha dicho que vengas...- Empezó Barbara, ya que Selina no parecía querer hablar.

- Más o menos, sí.

La más joven observó a la otra, tratando de buscar algo en su mirada, pero Selina era tan difícil de conocer como lo había sido el propio Bruce en vida.

- Lo siento...me imagino que debes estar pasándolo fatal y...

- Para.

La sequedad con la que respondió Selina fue suficiente como para que Barbara parase de hablar, sintiéndose un poco incómoda.

- Tarde o temprano sabía que podía pasarle, si te he traído aquí no es para hablar de mí.

- Perdona...

- Seré directa. ¿Por qué no te lanzas de una vez?

- ¿Perdona?

Barbara no había entendido a qué se refería Selina y la miraba estupefacta ¿qué quería decir con eso?

Selina lanzó un gran suspiro, mostrando lo que la molestaba aquella conversación.

- Dick Grayson, alias Robin, o Nightwing o como quieras llamarlo.

Barbara enarcó una ceja.

- Selina, no creo que este sea ni el mejor momento ni el mejor lugar para hablar de eso. Además, no te ofendas, pero no es que tú y yo seamos muy cercanas...

- No me malinterpretes, no me interesa tu cercanía. Solo me importaba la de alguien que ya no está.

- Bruce te ha pedido que vengas para que no pases las navidades sola. Eso lo entiendo. Pero no hace falta que vengas y finjas que...

- ¿Qué soy de la familia?- La interrumpió Selina.

- Yo no quería...

- No hace falta que lo digas, es evidente que lo piensas. Quizá debería hablar con Dick.

- Selina, yo no...

Pero antes de que pudiera decir algo más, Selina había desaparecido. Probablemente había vuelto a entrar en la casa o, quién sabe, quizá se hubiera ido a callejear por ahí.

Decidió quedarse un rato más, por si Selina quería hablar a solas con Dick.

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- Ey, Dick.

Dick, al escuchar la voz de Selina, se dio la vuelta para poder mirarla a la cara.

Había tardado bastante menos de lo que esperaba aquella charla con Barbara.

- ¿Y Babs?

- Creo que necesita tomar el aire para refrescar sus ideas.

- Oh...ya veo.

Selina se acercó al chico y sin decir nada lo abrazó.

No se habían visto en persona desde que Bruce murió. Quizá Selina no quisiera admitirlo en voz alta, pero para ella Dick había sido como una especie de hijo o hermano menor, lo conocía desde que era un niño y Bruce decidió criarlo.

Los brazos de Dick la abrazaron con fuerza.

- Lo echo de menos...- Murmuró él con un hilo de voz.

- Lo sé...yo también.

Y, por primera vez en todo ese tiempo, Dick lloró. Sus lágrimas empezaron a caer tímidamente, hasta que apenas pudo controlarlas.

- No sé qué hacer sin él, estoy...estoy...- Apenas podía hablar entre sollozos.

- Lo sé, cariño. Y también sé que te ha pedido que lo mantengas todo a flote, como siempre hacía.

El chico se secó las lágrimas apresuradamente al escuchar el sonido de alguien entrar por la ventana. Con decisión se apartó de la mujer y forzó una sonrisa.

- ¿Cuánto tiempo vas a quedarte?- Preguntó, como si nada hubiera pasado.

- No lo sé, supongo que hasta que me apetezca irme.

- Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, lo sabes ¿no?

- Claro.

Barbara se había acercado a los dos y escudriñaba a Dick con la mirada, como si supiera que había llorado hace apenas unos segundos. Él intentó evitar su mirada y con una absurda excusa bajó al piso de abajo dejando a las dos mujeres solas.

- Selina, yo no pienso eso de ti. Eres incluso más familia que yo. Bruce te amaba, y creo que todos aquí te aprecian. Es solo que...mi relación con Dick es...

- Déjame averiguar: complicada.

- Sí, bastante.

- Te diré un secreto, guapa: todas las relaciones lo son.

La joven asintió y bajó la mirada, avergonzada.

- Tranquila, estamos en paz.- La tranquilizó Selina.

- Me alegra oír eso.

- Solo te haré dos preguntas, y tú las piensas tranquilamente.

- Vale.

- La primera: cuando estás con él ¿sientes deseos de tenerlo muy cerca? ¿tu corazón se acelera y tu vello se eriza?

- Eso ya son dos...

- Y la segunda.- Siguió Selina, sin hacer caso al comentario.- ¿cómo te ha hecho sentir la posibilidad de que, de repente, desaparezca de tu vida para siempre? Te recuerdo que no es tan imposible que pase...

Las dos se miraron en silencio durante unos segundos.

- No respondas, solo piénsalo.

Selina bajó las escaleras dejando que Barbara meditara sobre lo que acababan de hablar. 

Navidad sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora