CAPÍTULO 1: NO SÉ QUÉ HACER SIN TI

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Dick Grayson

Sin apenas darse cuenta habían pasado meses desde que Bruce había fallecido. El equipo había estado muy ocupado, por un lado tratando de averiguar qué estaba investigando Batman antes de morir, y por otro lado intentando controlar la delincuencia y el caos en la ciudad.

Como siempre decía Alfred, no cabía duda de que, aunque la ciudad no sabía a ciencia cierta que Batman había muerto, notaba su ausencia.

Nadie se había atrevido a anunciar públicamente la horrible noticia. Se limitaban a actuar.

Jason perdía los estribos en más de una ocasión, Tim a veces desaparecía durante horas sin decir nada, Barbara pasaba horas delante de las pantallas del ordenador buscando nuevos trabajos o fuentes de peligro para la ciudad; mientras que él, Dick, pasaba todo su tiempo o entrenando o patrullando.

Dick sentía que Bruce lo había sobreestimado. Y es que, poco después de enterarse de que su mentor había muerto, recibió una carta escrita a mano por el mismísimo Bruce, en la que decía lo siguiente:

"Querido Dick,

Sé que nuestra relación ha sido muy difícil. También sé que, de todos los miembros de la familia, contigo he sido el más severo. Perdóname. Antes de ti apenas sabía lo que era tener una familia.

¿Recuerdas todas aquellas veces que te llamé la atención por hacer tantas bromas? En realidad, tu buen humor, siempre ha sido una de tus mejores cualidades. A parte de tener ese don de gentes que te caracteriza.

Pocas personas que conozco saben escuchar tan bien como tú. Aunque a veces deberías hacer más caso a los consejos.

No te haré perder mucho tiempo, solo quiero decirte que eres mejor que yo. Siempre lo has sido.

Eres fuerte, ágil, inteligente y de todos eres el que más experiencia tiene. Necesito que seas su líder, necesito que tomes el relevo. La ciudad te necesita, tu familia te necesita.

Sé que siempre parece que te meto presión, pero Dick, eres el único que puede hacerlo."

Cuando leyó la carta Dick sintió deseos de llorar, pero no pudo. Durante tantos años se había entrenado para no hacerlo que ahora, simplemente, no sabía cómo hacerlo.

Sin haber leído la carta ya se sentía responsable de sus compañeros.

No creía haber estado a la altura durante la mayor parte del tiempo. Bruce quería que él mantuviese unido el equipo, pero apenas podía él aparentar seguir bien. Sabía que Barbara lo había calado desde el primer día, pero ella respetó su intimidad y nunca le dijo nada.

Sus intentos de sobreprotección a sus compañeros habían acabado en un Jason muy arisco y un Tim ligeramente ofendido. Las cosas pasaban tan rápido y todos querían evitar, con tanto afán, lidiar con peleas que todo se había quedado en el aire. Pero realmente nada se había solucionado.

El tiempo era ya muy gélido y la nieve había empezado a caer por toda Gotham.

- ¿Estarías tan orgulloso de mí ahora si pudieras verme?- Preguntó él, mirando el cielo.

Suspiró tras recibir como única respuesta el sonido de las alarmas de los coches.

Ojalá supiera cómo hacer funcionar el nuevo equipo.

Cuando bajó el tejado sobre el que estaba sentado, divisó a lo lejos un escaparate de un pequeño negocio. Aparentemente se trataba de una dulcería, pero lo que llamó su atención fue el señor que vestía de rojo, fingiendo ser un Papá Noel. El hombre sonreía y saludaba a las personas cuando entraban a la dulcería.

Navidad sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora